La Cuaresma suele ser una época en la que se nos invita a rezar el Vía Crucis, una devoción que encierra múltiples lecciones que podemos aprender sobre la vida espiritual
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Pascal Deloche | GODONG |
Una de las
devociones más populares durante la Cuaresma es el Vía Crucis. Las parroquias
de todo el mundo celebran momentos especiales en los que los fieles pueden
acudir a la iglesia y rezar juntos el Vía Crucis.
Es una devoción
que simplemente "tiene sentido" durante la Cuaresma, ya que se centra
en la intensa pasión y muerte de Jesucristo.
El Directorio sobre la piedad popular y la liturgia explica
que se trata de una "síntesis" de diversas devociones cuaresmales:
El Vía Crucis
es una síntesis de diversas devociones surgidas desde la Alta Edad Media: la
peregrinación a Tierra Santa, durante la cual los fieles visitan devotamente
los lugares relacionados con la Pasión del Señor; la devoción a las tres caídas
de Cristo bajo el peso de la Cruz; la devoción al "doloroso viaje de
Cristo", que consistía en procesionar de una iglesia a otra en recuerdo de
la Pasión de Cristo; la devoción a las estaciones de Cristo,
aquellos lugares en los que Cristo se detuvo en su viaje al Calvario obligado
por sus verdugos o agotado por la fatiga, o movido por la compasión para
dialogar con quienes estuvieron presentes en su Pasión.
Aunque
ciertamente se centra en la pasión de Jesús, el Directorio señala cuatro
lecciones adicionales que podemos aprender de ella.
1. LA VIDA
COMO PEREGRINACIÓN
El Directorio
explica que el Vía Crucis puede abrirnos a la idea de que "la
vida es un viaje o una peregrinación".
Al rezar el Vía
Crucis, es habitual pasar de una estación a otra. Este movimiento físico se
hace a veces aún más dramático cuando se reza en estaciones al aire libre que
serpentean subiendo y bajando una colina.
Nuestra vida es
un viaje, una peregrinación, que a veces será difícil, pero que nos conducirá a
nuestro hogar definitivo.
2. PREPARACIÓN
PARA EL CIELO
En conexión con
la lección anterior, las Estaciones pueden recordarnos que nuestra vida es
"un pasaje del exilio terrenal a nuestro verdadero hogar en el
Cielo".
La vida puede
ser difícil y la pasión de Jesús pone de manifiesto este sufrimiento. Al rezar
las Estaciones podemos reflexionar sobre nuestra propia vida y sobre cómo los
muchos sufrimientos que experimentamos nos preparan para nuestro verdadero
hogar.
3. UNIRNOS A
LA PASIÓN DE JESÚS
Las Estaciones
tienen una lección obvia de encender en nosotros "el profundo deseo de
conformarnos a la Pasión de Cristo".
Aunque no
siempre sintamos un gran deseo interior de estar unidos a la Pasión de Jesús,
las Estaciones nos recuerdan que Jesús nos invita a estar con nosotros en la
cruz.
En muchos
sentidos, Jesús nos mira y nos pide que seamos como Simón de Cirene y caminemos
con él hasta el Calvario.
4. CARGANDO
A DIARIO CON NUESTRA PROPIA CRUZ
Otra lección es
recordar "las exigencias del seguimiento de Cristo, que implican que sus
discípulos deben seguir detrás del Maestro, cargando diariamente con sus
propias cruces".
Las Estaciones
pueden recordarnos nuestras propias cruces que nos cuesta llevar. Es
simplemente una parte de la vida en esta tierra, y solo aumenta a medida que
abrazamos nuestra vocación cristiana.
Si queremos
seguir a Jesús, tenemos que llevar nuestras propias cruces.
Philip Kosloski
Fuente: Aleteia