CUANDO IBA A SALIR DE UNA INFANCIA INFERNAL, FUE VIOLADA Y QUEDÓ EMBARAZADA: DECIDIÓ «EMPODERARSE»

Lanza dos mensajes muy potentes a quienes pasen por lo mismo que pasó ella

Salvar el 1

La infancia de Kristi tuvo dos etapas, a cual peor. 

Antes de los ocho años, vivió “abuso y negligencia” y “violencia a diario”: “Pasé tiempo enferma, golpeada y desnutrida”.

Cuando la sacaron de ese infierno, conoció otro: “Viví en un hogar de abuso narcisista con mi padre”, traducido en “abuso físico”, “ataques verbales” y “control financiero”.

Dos apoyos

Lo sobrellevaba con el apoyo de la escuela y de su comunidad cristiana, en las que se involucraba mucho, aunque no conocían su calvario doméstico: “También era una activista provida. Estudiaba y escribía ensayos y discursos sobre el aborto y el movimiento provida”, explica en el blog provida Salvar el 1, especializado en casos de aborto por violación.

Cuando tenía 17 años empezó a ver una luz al final del túnel: “Había sido aceptada en la universidad de mis sueños en Nueva York, al otro lado del país de donde vivía en ese momento”.

Agredida y sola

Pero esa luz tendría que esperar. Un día llamó a un amigo de su grupo religioso para que la llevase a casa a la conclusión de un evento: “Ese ‘amigo’ me recogió y no me dejó salir de su coche. Me violó. Al principio tuve miedo de contarle a alguien. Y dos semanas después, descubrí que estaba embarazada. Recuerdo el día en que vi esas dos líneas rosadas. Recuerdo el miedo. ‘¿Qué debo hacer?’. No sentía que tuviera a nadie con quien hablar. Estaba completamente sola”.

Esta agresión había llegado cuando más ilusionada se sentía: “Mi universidad soñada esperándome, una vida y una carrera aún por descubrir. ¡Estaba tan cerca de dejar la situación de abuso en la que vivía y mudarme al otro lado del país para alcanzar mi libertad!”.

La gran decisión

La idea de matar a aquel hijo que ella no había buscado se pasó por su cabeza. "¿Y si me hago un aborto?", pensó: “¿Podría hacerlo? ¿Podría terminar con esta vida para continuar con la mía? ¿Me salvaría?”.

“No”, se respondió a si misma enseguida: “Sabía que no lo haría. Sabía que estaba llevando una vida dentro de mí. Sabía que mi bebé estaba viva y que ella no tenía la culpa. Sabía que nunca podría perdonarme si le quitaba la vida por mi propia conveniencia”.

Tal vez ninguno de sus sueños podría cumplirse, ni siquiera salir de su “infierno personal”, pero… “nada de eso era culpa de ella”: “No elegí el aborto. Elegí la vida. Elegí a mi bebé. Y estaba aterrada. Pero sabía que había tomado la decisión correcta”.

Nueva decepción

Mal que bien, Kristi pudo mantener en secreto su embarazo hasta el comienzo del séptimo mes, cuando lo notó su director de teatro, que habló con su pastor, y éste con su padre.

Se convocó una reunión en los locales de la comunidad religiosa: el violador, la víctima y los padres respectivos. El agresor confesó su crimen. Pero, para sorpresa de la joven, la actitud de los pastores fue encubrirle y sugerir que se casaran. Como ella se negó, la echaron: la iglesia que ella consideraba “un refugio” le daba la espalda en su momento más difícil.

Aún iba a ser peor. Visto lo visto, Kristi denunció la agresión ante la Policía, pero los pastores no confirmaron la confesión del violador, cuyos padres intentaron incluso obtener la custodia de su nieto. No lo lograron, pues los tribunales revocaron cualquier posible derecho del padre sobre la criatura, pero “nunca cumplió una condena por su crimen”.

"Jesús sí te ama"

Por fortuna, lo que no hizo su comunidad religiosa por ella sí lo hizo la escuela. El director la elogió por la valentía de tener a su hijo. Le dijo que la conocía desde hacía años y sabía que no mentía, y que estaba orgulloso de ella: “Me recordó cuánto me amaba Jesús. Y luego me acogió en su propia iglesia, ya que la mía me había rechazado. Si no hubiera sido por esa reunión, no sé si mi fe habría sobrevivido”.

A los 18 años, Kristi dio a luz a su hija, a quien llamó Adeline.

Adeline

“La sostuve en mis brazos por primera vez y supe que, sin importar lo que viniera después, ella era la mejor decisión que jamás tomaría en mi vida”, explica a Salvar el 1: “Mi mundo cambió. Y también mi perspectiva. Decidí no renunciar a mis sueños. Siempre se dice que la maternidad impide perseguir tus metas. Pero yo encontré mucho más empoderador creer que podía hacer ambas cosas”.

Así que fue a Nueva York para estudiar, como tenía previsto antes de que Adeline apareciese en su vida. Su padre se mudó con ella y los problemas continuaron, pero consiguió terminar sus estudios. Como él lo controlaba todo, cuando por fin pudo dejarle se fue sin nada: “Empezar desde cero ha sido increíblemente difícil”.

Dos razones

Se implicó aún más que antes en el movimiento provida, para ayudar a otras chicas en su situación.

“No podía imaginar un mundo en el que hubiera elegido no quedarme con mi preciosa Adeline… la luz de mi vida”, concluye: “En los días en que realmente siento que me estoy ahogando, miro a mi pequeña acurrucada a mi lado y sé que Dios proveerá para nosotras. Y sé que todo el dolor, la vergüenza y el rechazo que sufrí durante mi embarazo valieron la pena. Sé que con ella tengo un propósito. Y que juntas superaremos cualquier cosa”.

Lanza dos mensajes muy potentes a quienes pasen por lo mismo que pasó ella:

  • “No puedo imaginar lo oscura que habría sido mi vida si hubiera elegido el aborto. Todo lo que me habría perdido. Me habría robado a mí misma -y al mundo entero- la alegría que ella lleva a donde quiera que va”.
  • “Mi historia es dolorosa y oscura. Pero mi salvador es el Dios que creó la luz misma. Y veo esa luz todos los días en mi hija. Siento Su amor a través del amor que compartimos. Y sé que nunca más estaré sola como lo estuve a los 17 años”.
Jesús M. C.

Fuente: ReligiónenLibertad