Te muestro mis manos
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Dominicas de Lerma |
Hola, buenos
días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Me tocaba
encender la gloria. Había metido la leña y ya había prendido el fuego cuando me
avisaron de una visita inesperada.
Me preparé
corriendo y, justo cuando iba a entrar, me di cuenta de que tenía las uñas
negras, manchadas de carbón. Todo el tiempo que duró la visita, estuve con los
puños cerrados para que no se viesen… ¡Menudo esfuerzo!
Cuando salí, vi
que no eran solo las uñas. ¡Tenía carbón en los dedos, en los nudillos…! En
todo lo que había utilizado para cubrir lo único que pensaba que estaba sucio.
Después, fui al
torno. No me daba tiempo a lavarme las manos, así que fui así… pero esta vez
riéndome de mí misma.
Porque esconder
nuestra debilidad tiene el mismo resultado: todos ven cómo somos, por mucho que
intentemos tapar nuestro carácter, nuestras dificultades… Y lo más curioso es
que nos quieren a pesar de ello. Entonces, ¿por qué nos cuesta tanto descansar
y dejarnos ver tal como somos?
Si nuestro
empeño está en esconder, solo llegaremos a ser quienes no somos. Pero si
aceptamos la debilidad como algo que todos compartimos, si tenemos la certeza
de que Cristo se ha hecho débil para abrazar nuestra fragilidad… entonces
podremos abrir nuestras manos llenas de carbón y ponerlas en las suyas.
En Cristo,
descansar no es no hacer nada, sino confiar en Él y caminar de Su mano.
Es entonces
cuando podremos mostrar nuestras manos con sencillez a los hermanos, compartir
y encontrarnos en lo que realmente nos une.
«Te basta mi
gracia: la fuerza se realiza en la debilidad» 2 Cor 12,9
Hoy el reto del
amor es que “muestres tus manos” a Cristo, tal como están, y dejes que Él te
ame en tu realidad.
VIVE DE CRISTO
¡Feliz día!
10 febrero 2025
Fuente: Dominicas de Lerma