¿ES UN PECADO CUANDO UNA TENTACIÓN APARECE EN TU MENTE?

Muchos de nosotros estamos familiarizados con una variedad de tentaciones que aparecen en nuestra mente y nos preguntamos si necesitamos confesarlas la próxima vez que vayamos a confesarnos

Kmpzzz | Shutterstock

La línea entre una tentación y la comisión de un pecado es a menudo difícil de discernir.

Probablemente todos estemos familiarizados con alguna tentación que nos asalta la mente. Algunos de nosotros podemos pensar inmediatamente que hemos cometido un pecado , incluso si no hemos dado nuestro consentimiento a la tentación y esta ha surgido de la nada.

Sin embargo, como cualquier buen confesor te diría, ser tentado es diferente a cometer un pecado. Puedes ser tentado, como lo fue Jesús en el desierto, y aun así permanecer “inmaculado” en tu alma.

¿Cuál es la diferencia?

3 pasos para cualquier tentación

San Francisco de Sales nos ofrece una excelente ilustración para reflexionar en su Introducción a la vida devota :

Imagínese una joven princesa amada por su marido, a quien algún malvado desgraciado le envía un mensajero para tentarla a la infidelidad.

En primer lugar, el mensajero expondría sus propuestas.
En segundo lugar, la princesa aceptaría o rechazaría las propuestas.
En tercer lugar, las aceptaría o las rechazaría.

Luego conecta esa ilustración con la vida espiritual:

De la misma manera, cuando Satanás, el mundo y la carne miran a un alma desposada con el Hijo de Dios, le presentan tentaciones y sugerencias, mediante las cuales:

1. Se le propone el pecado.
2. Propuestas que son agradables o desagradables para el alma.
3. El alma las consiente o las rechaza.

En otras palabras, los tres pasos descendentes de la tentación, el deleite y el consentimiento. Y aunque los tres pasos no siempre pueden definirse tan claramente como en esta ilustración, se pueden rastrear claramente en todos los pecados grandes y serios.

La clave, para San Francisco de Sales, es que " no nos deleitamos en ella, ni consentimos en ella ; y que como en la tentación no actuamos, sólo sufrimos, y como no nos deleitamos en ella, no podemos estar sujetos a ninguna culpa".

Como con todos los asuntos espirituales del alma, asegúrese de consultar a su consejero espiritual para discernir si usted pecó o no cuando una tentación llegó a su mente.

No siempre es fácil, pero si analizamos cada tentación y vemos si consentimos en ella o nos deleitamos en ella, entonces podremos entender mejor si pecamos.

Nuestra vida en la tierra nunca estará libre de tentaciones, pero cuanto más cerca estemos de Dios, mejor podremos luchar contra esas tentaciones y rechazarlas.

Philip Kosloski 

Fuente: Aleteia