Lo que se ha vivido estos días es “una fiesta del Espíritu porque hemos experimentado que toda vocación cristiana, asumida y entregada, es un mensaje de alegría para la Iglesia y para el mundo
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Conferencia Episcopal Española |
Tras un intenso
fin de semana lleno de discursos, propuestas y talleres el gran Congreso
de Vocaciones que se ha celebrado en Madrid y que ha reunido a más
de 3.000 personas provenientes de todas las diócesis y de numerosas
congregaciones y realidades eclesiales ha publicado la ponencia final de este
congreso.
En primer
lugar, aseguran que lo que se ha vivido estos días es “una fiesta del Espíritu
porque hemos experimentado que toda vocación cristiana, asumida y
entregada, es un mensaje de alegría para la Iglesia y para el mundo,
un mundo que en ocasiones muestra un rostro avocacional o incluso
antivocacional”.
El primer punto
que destaca la ponencia final es que la “vocación es un don que se
recibe y se entrega”, por lo que “la vocación debe vivirse como una
respuesta al amor de Dios, alejándose de una perspectiva de conquista personal
para abrazar una actitud de entrega generosa”. Y ante esta llamada hacen falta
-aseguran-tres actitudes fundamentales: acoger el don, agradecer el don y
entregar el don.
En segundo
lugar, la ponencia señala que “la vocación brota de la amistad con
Jesús”. No hay vocación cristiana sin relación con Cristo. “La amistad
con Él no solo nos define como creyentes, sino que también transforma nuestra
vida y nos impulsa a vivir en comunión con los demás”, explica el texto, que
también recuerda que “una pastoral vocacional debe centrarse en fomentar esta
amistad y ayudar a cada persona a descubrir su lugar en la comunidad
cristiana”.
El tercer punto
es el que habla de “la Iglesia como familia vocacional”, pues en
ella conviven distintas vocaciones: laicos, sacerdotes, consagradas, aportando
cada una su riqueza. De este modo, los laicos son llamados a “santificar el
mundo desde su vida cotidiana”, viviendo el Evangelio en el ámbito familiar,
laboral y social. Por su parte, los sacerdotes “son servidores del pueblo de
Dios, mediadores entre Dios y los hombres,” llamados a anunciar el Evangelio y
celebrar los sacramentos. Y los consagrados -agrega la ponencia final- “son un
signo de la trascendencia de Dios, viviendo los consejos evangélicos de
pobreza, castidad y obediencia, y testimoniando la vida eterna”.
En cuarto lugar
la ponencia pide ir “de los sueños a los retos” para promover una cultura
vocacional. “Esto implica discernir los signos del Espíritu Santo en
nuestra vida y comunidad, y asumir el compromiso de fomentar las vocaciones
en todas sus formas”, incide el texto.
Y entre los
retos se citan los siguientes:
-Pedir al dueño
de la mies que suscite nuevas vocaciones.
-Reavivar la
conciencia vocacional y misionera en la Iglesia.
-Vivir
gozosamente la propia vocación, agradeciendo y celebrando la diversidad
vocacional.
-Fomentar una
pastoral integrada que tenga un “alma vocacional” en todas sus dimensiones:
familiar, juvenil, educativa y cultural.
Por último, el
quinto punto incide en la “urgencia vocacional y misionera”. En un contexto de
crisis vocacional, el Papa Francisco ha invitado “a no rendirnos ni
refugiarnos en el pasado, sino a lanzarnos con valentía al mar de la
evangelización y la misión. La clave está en testimoniar con alegría la
vocación recibida, contagiando a otros el fuego del amor de Dios”.
Por ello, los
participantes del congreso se sienten llamados a ser embajadores del compromiso
vocacional “llevando a sus familias, parroquias y comunidades el mensaje de la
vocación como una llamada al servicio y a la misión. La vocación, lejos de ser
un privilegio para unos pocos, es el núcleo de toda vida cristiana,
un camino de amor, esperanza y comunión”.
Fuente: ReligiónenLibertad