Calor que transforma
![]() |
Dominicas de Lerma |
Hola, buenos
días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
La primera vela
de Adviento la encendemos a lo largo de la semana para la liturgia y la
Eucaristía. Poco a poco, se fue formando un túnel profundo en el centro,
hundiendo la mecha en él.
Dicen que las
velas tienen memoria. El tiempo de combustión de la primera vez que se
encienden determina su forma para las siguientes. Esa primera vez crea un
“charco” de cera fundida y, cuanto más tiempo permanezca encendida, mejor,
porque el calor llegará hasta los bordes y hará que la vela se consuma de
manera uniforme.
No podía
dejarla así y busqué cómo arreglarla: primero, cubriéndola con papel de
aluminio para fundir los bordes; luego, rebajándola con un cuchillo. Sí, es
verdad que las velas tienen memoria, pero también pueden “olvidar”. La
plasticidad de la cera permite volver a empezar.
Lo necesario
para solucionarlo, es el calor.
Ese túnel que
sientes, ese vacío en tu interior, no te define. Tiene solución. También está
en el Calor. Junto a Jesús, toda tu “cera” se derrite y puedes volver a
empezar, porque Él te llena de esperanza. En Él no hay “sinsentidos” ni vacíos.
Si sientes que
te falta esperanza, que lo que te rodea te abruma y deja “memoria” en ti,
detente y corre a Él. Así como el calor transforma la cera endurecida, Su Amor
sana los corazones heridos, llena vacíos y da sentido a lo que no entiendes.
“Él sana los
corazones destrozados, venda sus heridas. Cuenta el número de las
estrellas, a cada una la llama por su nombre” Sal 147,3
Hoy, el reto
del amor es que te acerques a Su calor. Ante esa dificultad, mira a Cristo y
pídele que te muestre el siguiente paso para seguir dando luz. Así, como esa
vela, Él te restaurará para que sigas iluminando.
VIVE DE CRISTO
¡Feliz día!
08 diciembre
2024
Fuente: Dominicas de Lerma