Pérez-Foncea narra este episodio que propagó en España esta devoción mariana
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Gracias a un
puñado de autores que nadan contra corriente, algunos hechos notables y
personajes decisivos de la historia de España van adquiriendo la relevancia
merecida. La hazaña de Blas de Lezo en Cartagena de Indias en
1741 o el milagro de Empel en 1585 son dos ejemplos, y ambos han tenido un
narrador ameno y apasionante en el escritor donostiarra Juan Pérez
Foncea, como explica él mismo en el portal mariano Cari Filii News:
Lo hace en Los
Tercios no se rinden (Almuzara), una novela basada en las
crónicas del capitán Alonso Vázquez, y en la hazaña real de los
Tercios bajo el mando de Francisco Arias de Bobadilla. Un hecho que
consagró -por si hiciera falta- la devoción de España a la Inmaculada Concepción.
-¿Qué
sabemos del capitán Alonso Vázquez y por qué dejó por escrito su testimonio?
-Sabemos mucho
de él: fue un militar que sirvió a la corona desde 1575 hasta
su muerte en 1615. Pasó largos años en Flandes y en Francia, y participó, entre
otras gestas, en el socorro a Irlanda de 1601. Durante su vida cultivó también
la que era su segunda vocación: la de escritor. Su obra, dieciséis
libros en total, en los que relata su larga experiencia militar en
toda Europa, no fue publicada hasta después de su muerte, durante el reinado de
don Felipe IV.
-Tras su
etapa en la épica fantástica para un público juvenil, usted se ha centrado en
los últimos años se en la épica de la Historia de España. ¿Por qué?
-Buena
pregunta. Supongo que la respuesta hay que buscarla en que, con los años, uno
va evolucionando por dentro, de tal manera que lo que antes le
atraía, deja de hacerlo, o ya no le atrae tanto y, al revés, relatos que
antes no le interesaban tanto, o no se veía llamado a plasmar en sus obras,
terminan sustituyendo a los primeros. En cualquier caso, la Historia de España
es absolutamente apasionante, y es un pozo sin fondo. Además, nos
la han vendido como un cúmulo de fracasos y desaciertos, cuando es exactamente
todo lo contrario: es de una grandeza y de un valor insospechados.
-En Los
Tercios no se rinden aborda la batalla de Empel. ¿Tanto valor
estratégico tenía el lugar para que los españoles se empecinaran en no
rendirlo? ¿O fue cuestión de honor?
-Fue cuestión
de honor. Bobadilla era un hombre de una pieza, con un profundísima conciencia
de que estaba defendiendo a los católicos de los Países Bajos frente
a la violencia y las imposiciones de los fanáticos protestantes, que comenzaban
a asolar Europa. Además, a su lado, aunque en una completa inferioridad de
hombres y de medios con respecto al enemigo, se encontraba lo más granado del
ejército español.
-¿Qué
ocurrió el 8 de diciembre de 1585?
-Que se
produjo un milagro patente, por medio de la intercesión de la
Virgen, bajo su advocación de “la Inmaculada Concepción”. Gracias a este
milagro los españoles salvaron la vida y, contra todo pronóstico, salieron
victoriosos.
»La víspera del
milagro un soldado encontró enterrado en el barro un cuadro flamenco
que representaba a la Virgen Inmaculada. Esta cuadre, de una forma parecida
a como ha ocurrido con otras imágenes de la Virgen encontradas durante la
Reconquista, se encontraba en perfecto estado: completamente limpio y sin daño
ninguno, a pesar de la saturada humedad del terreno. Bobadilla y sus hombres
inmediatamente lo toman como una señal del Cielo de que saldrán
victoriosos.
»Efectivamente,
aquella noche se puso a hacer un frío absolutamente desacostumbrado, hasta el
punto que aquellos ríos, los más grandes y caudalosos de Europa, se
helaron en pocas horas, de tal modo que los españoles, anegados por las
aguas hasta ese momento, pudieron avanzar sobre el hielo y salir victoriosos
sobre los holandeses, cuyos barcos debieron escapar para no quedar atrapados.
Hay que decir que, tanto la víspera como al día siguiente del milagro, la
temperatura fue relativamente suave, llovía y estaba muy lejos de helar.
-¿Quién
habló de “milagro” por primera vez?
-Los primeros
en hablar de milagro fueron los propios holandeses que, viendo el
extraordinario suceso y cómo beneficiaba a los españoles, no dudaron en gritar
una y otra vez: “¡Dios es español!” Incluso el cabecilla rebelde, Holak,
dejó escrito que “se diría que Dios es español, por haber obrado tan gran
milagro”.
-¿Está
reconocido como tal o ha sido investigado?
El fenómeno es
conocido hoy día en Holanda como “Het wonder van Empel”, es decir: “El
milagro de Empel”, y en el lugar, una pequeña población entre Nimega y Breda
(en las afueras de ‘S-Hertogenbosch, antiguamente llamado Bolduque en
español), hay una pequeña iglesia que lo recuerda, con textos en español y en
holandés, y con un precioso cuadro de Ferrer Dalmau.
»El Servicio
Meteorológico holandés realizó un estudio del fenómeno en la década de los 90 y
concluyó que aquél resultó un fenómeno único en la historia del país,
y que nunca más se ha vuelto a repetir.
-¿Existía ya
una devoción específica a la Inmaculada en los Ejércitos españoles?
-No
especialmente. Por supuesto que existía, como es tradición en España, una gran
devoción a la Virgen. Pero, desde los sucesos de Lepanto (1571), se encauzaba
sobre todo hacia la Virgen del Rosario. A partir de aquí, la Inmaculada pasa a
ser la Patrona de los Tercios y de la Infantería española.
-¿Qué
influencia tuvo el hecho en el patronazgo sobre España y sobre la misma
Infantería?
-Una gran
influencia, puesto que la Inmaculada fue la Patrona del arma de Infantería del
Ejército Español, a partir de este milagro. Y esto supuso un
precedente sobre el patronazgo de la Virgen Inmaculada sobre toda España.
»Aunque la
Fiesta de la Inmaculada Concepción es, por supuesto, una Fiesta de la Iglesia
Universal, lo es muy especialmente de la Iglesia en España. El día 25 de
diciembre de 1760, el Papa Clemente XIII proclamó a la Virgen
María, en el Misterio de su Concepción Inmaculada, Patrona de los
Reinos de España a uno y a otro lado del Atlántico. El Papa actuaba así
movido por una súplica dirigida a él por el Rey de España, don Carlos III.
»Esto ocurrió
años antes de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción de María,
creído ya por los españoles, e incluso defendido por muchos con voto de sangre.
Este dogma fue proclamado en el año 1854 por el Beato Papa Pío IX.
Su festividad quedó establecida en el día 8 de diciembre.
»El 8 de
diciembre de 1857 el mismo Papa hizo construir en la Plaza de España de Roma un
bellísimo monumento a la Inmaculada. Es bonito recordar que, al bendecir la
imagen, el Papa declaró ante el embajador español: “Fue España la
nación que trabajó más que ninguna otra para que amaneciera el día de
la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen María.”
-¿Se conocen
casos similares de intervenciones sobrenaturales en la suerte de batallas
españolas?
-Sobre todo las
famosas y numerosas apariciones del Apóstol Santiago. En la crónica
del capitán Alonso Vázquez, de la que me he servido, en un momento dado hace
alusión a un testimonio unánime no ya de los católicos, sino de los propios
calvinistas, que aluden a la visión del Apóstol a caballo en medio de las
tropas españolas.
Cari
Filii
Fuente: ReligiónenLibertad