La parálisis, interior y exterior, está en el centro de la catequesis de la audiencia general del Papa, la quinta desde el inicio de su pontificado
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@Vatican Media |
A través de la
figura evangélica del paralítico, invita a superar cualquier “visión fatalista
de la vida”, exhortando a todos a levantarse y asumir “la responsabilidad de
elegir qué camino seguir”.
“¿Quieres
curarte?”. No tengamos miedo de reconocer nuestras parálisis interiores, ni de
presentar al Señor nuestros desánimos.
En su penúltima
audiencia general antes de la pausa estival, celebrada en la Plaza de San Pedro
el miércoles 18 de junio, el Papa León XIV centra su catequesis en el relato de
la curación del paralítico de la piscina de Betsata, narrada en el quinto capítulo
del Evangelio de Juan.
“Seguimos
contemplando a Jesús que cura”, recuerda el Obispo de Roma, invitando a pensar
hoy “en las situaciones en las que nos sentimos ‘bloqueados’ y encerrados en un
camino sin salida”. "A veces, - afirma - nos parece que sea inútil
continuar a esperar; nos resignamos y no tenemos más ganas de luchar”.
La imagen de
la parálisis
En el relato
evangélico, descrito en los Evangelios con la imagen de la parálisis, Jesús va
Jerusalén para una fiesta de los judíos.
“No va
directamente al Templo” – precisa el Papa – “sino que se detiene ante una
puerta”, donde seguramente se lavaban a las ovejas que luego eran ofrecidas en
sacrificio. “Cerca a esta puerta, se ubicaban también tantos enfermos, que, a
diferencia de las ovejas, ¡eran excluidos del Templo porque eran considerados
impuros! Es entonces Jesús mismo quien los alcanza en su dolor”.
Estos enfermos
esperaban un prodigio que pudiese cambiar su destino. Junto a la puerta se
encontraba una piscina, se llamaba Betzatá, que significa “casa de
la misericordia”, cuyas aguas eran consideradas taumatúrgicas, o sea capaces de
sanar: en algún momento cuando el agua se agitaba, según la creencia del
tiempo, quien primero se zambullía, se curaba.
La Iglesia,
imagen de curación
De esta forma
se creaba una especie de “guerra de los pobres”: "podemos imaginar la
triste escena de estos enfermos que se arrastraban con fatiga para tratar de
entrar en la piscina", afirma el Papa. Y a continuación, evidencia:
Podría ser
una imagen de la Iglesia, en donde los enfermos y los pobres se juntan y hasta
donde el Señor llega para sanar y donar esperanza.
La voluntad
de sanarse
“Jesús -
prosigue el Santo Padre -dirige a este paralítico una pregunta que puede
parecer superficial: '¿Quieres curarte?' En cambio, es una pregunta necesaria,
porque, cuando uno se encuentra bloqueado desde hace tantos años, puede también
faltarle la voluntad de sanarse".
A veces
preferimos permanecer en condición de enfermos, obligando a los otros a
ocuparse de nosotros. Es a veces también un pretexto para no decidir qué cosa
hacer con nuestra vida. Jesús en cambio reconduce a este hombre a su deseo
veraz y profundo.
¿Por qué
postergar de nuevo la sanación?
El hombre
responde entonces a la pregunta de Jesús, revelando su “visión de la vida”. En
primer lugar, dice que “no ha tenido nadie que lo sumerja en la piscina”
No es suya
la culpa, sino de los otros que no se preocupan por él. Esta actitud se
convierte en el pretexto para evitar asumirse las propias responsabilidades.
¿Pero es verdad que no había nadie que lo ayudase?
He aquí la
respuesta iluminadora de San Agustín: “Si, para ser sanado tenía absolutamente
necesidad de un hombre, pero de un hombre que fuese también Dios. Ha venido por
lo tanto el hombre que era necesario; ¿por qué postergar de nuevo la sanación?”
“El paralítico
agrega que cuando trata de sumergirse en la piscina hay siempre alguien que
llega antes que él”. Este hombre está expresando “una visión fatalista de la
vida”, nota el Papa. “Pensamos que las cosas nos pasan porque no somos
afortunados, porque el destino nos es adverso”.
Este hombre
está desanimado. Se siente derrotado en la lucha de la vida. Jesús
en cambio lo ayuda a descubrir que su vida también está en sus manos. Le invita
a levantarse, a alzarse de su situación crónica, y a recoger su camilla.
Escoger cual
camino seguir
Ese camastro no
se deja o se ignora: representa su pasado de enfermedad, es su historia. Hasta
aquel momento el pasado lo ha bloqueado; lo ha obligado a yacer como un muerto.
Ahora es él
que puede cargar aquella camilla y llevarla a donde quiera: ¡puede decidir qué
cosa hacer con su historia! Se trata de caminar, asumiéndose la responsabilidad
de escoger cual camino recorrer. ¡Y esto gracias a Jesús!
Recemos por
quienes están paralizados
El Papa León
XIV concluye invitando a los fieles a pedir al Señor “el don de entender dónde
se ha bloqueado nuestra vida”.
Intentemos
dar voz a nuestro deseo de sanar. Y recemos por todos aquellos que se sienten
paralizados, que no ven una salida. ¡Pidamos regresar a vivir en el Corazón de
Cristo que es la verdadera casa de la misericordia!
Fuente: Vatican News