En ningún momento temí por mi vida; sabía que el Señor estaba conmigo”, afirmó José Fabián Villena Lladosa, un laico adorador del Santísimo, quien rescató la Eucaristía durante la inundación causada por la Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) en la Capilla de Adoración Eucarística Perpetua de Catarroja, en Valencia (España).
Adoración Eucarística Perpetua de Catarroja. Dominio público |
A pesar de la calamidad, no sólo
organizaciones gubernamentales y eclesiales, como Cáritas, iniciaron campañas
de ayuda humanitaria, sino que también los ciudadanos han demostrado un gran
espíritu de solidaridad. Ejemplo de ello es el acto de Villena, que
conmovió por su amor y reverencia hacia el Cuerpo de Cristo.
“Allí estaba Nuestro Señor, al que tuvimos rescatar, aunque en
realidad Él fue que nos ha rescatado a nosotros”, indicó al inicio de su
testimonio.
Según Villena, eran las 5:00 a.m. y el tiempo que tenía para
actuar era muy limitado, porque apenas contó con “10 o 15 minutos” antes de que
el nivel del agua lo obligara a subir al primer y segundo piso del recinto.
“Lo más importante era el Señor, había que sacarlo de ahí”
Dentro de la capilla y en pocos minutos el agua empezó a
alcanzar la mesa que sostenía el sagrario, donde estaba el Santísimo. Sin
embargo, Villena no perdió su sentido de misión: “Lo más importante era el
Señor, había que sacarlo de ahí”.
Junto con su compañero Domingo, otro laico que se encontraba
allí, trasladaron el sagrario a un lugar seguro. “Al pobre [Domingo] le dio una
pequeña descarga de electricidad y no sabíamos qué hacer”, recordó.
Para Villena, salvar la Eucaristía fue una prioridad que lo
llevó a actuar con rapidez. “El agua llegó hasta la sacristía. Ahí había un
cuadrito de la Rosa Mística, y aunque estaba en el suelo, lo puse en una mesa”,
relató Villena.
En ese momento, sin perder tiempo, utilizó esa misma mesa como
lugar seguro provisional para el sagrario. “Fue en esa mesa donde pusimos el
Sagrario en un primer momento para luego rescatar la imagen de San José”.
A pesar de la urgencia y las limitaciones de tiempo, intentaron
salvar lo que pudieron. “También había armarios con las albas, y bajé a
recuperar algunas. No me daba tiempo para más; los que estaban allí gritaban
‘déjalo’, pero subí rápido”, compartió.
Con el sagrario en manos, Villena y su compañero se dirigieron a
la salida, enfrentándose a la dificultad para salir. “Cuando llegamos a la
puerta, estaba cerrada, pero gracias a Dios no con llave. La abrí con
dificultad, y el agua ya pasaba para allá”, narró.
Una vez fuera de peligro, colocaron el Santísimo Sacramento en
una habitación del tercer piso. “Yo tomé una mesa que estaba bajo el oratorio,
y la subimos. Lo pusimos aquí, junto a la imagen de San José, le pusimos una
velita”.
“El Sagrario pesa, pero se movió entre dos. El copón estaba
lleno de hostias consagradas. Rescatamos lo que pudimos”, acotó Villena.
“En ningún momento pasé miedo por mi integridad física. Nunca. A
lo mejor era un poco inconsciente, pero yo sabía que estaba con el Señor”,
continuó.
Según el laico, en ese momento, la calle estaba oscura y se oían
gritos.
“A mí me cogió un poquito de ansiedad y le decía a Domingo que
necesitaba rezar”, confesó, compartiendo cómo, en ese momento de angustia,
comenzó a orar. “Al instante, de repente sentí una paz muy grande. Me quedé
tranquilo, había hecho lo que tenía que hacer”, agregó.
Con humildad, Villena finalizó su testimonio con una oración
ante el Santísimo, pidiendo perdón por cualquier falta de reverencia a Jesús
Eucaristía: “Señor, perdona nuestra irreverencia, los golpes que te hemos dado
al subir entre los dos, no te cargamos como te mereces. Pero ya sabes lo pobres
que somos”.
Por Diego López Marina
Fuente: ACI