Aun el peor fracaso tiene
sentido si confiamos en los planes de Dios, con nuestras caídas fácilmente Él
hará cosas maravillosas
En
mi corta vida he experimentado, por gracia de Dios, grandes maravillas y
también grandes fracasos, he disfrutado el amor de mi mamá Vero y a mi papá
Pedro, mis hermanos y toda mi familia, además de muchos amigos y numerosas
familias que me regalan su cariño, un día sí y el otro también.
Y
sin duda lo que más he disfrutado es la presencia del buen Dios a lo largo de
mi existencia. He experimentado su increíble amor, pues cada que vez me
equivoco siempre me recibe con un abrazo lleno de cariño y dulces palabras: “Te
amo Sergio y me alegra que hayas vuelto”.
Pero
también he atravesado muchas dificultades y terribles fracasos, que solamente
unos cuantos conocen, porque si los compartiera muchos se preocuparían por mí,
así que decido guardarlos en mi corazón, con la confianza de que Cristo sabe
muy bien lo mucho que me duelen.
Él
me sanará y me regalará esa sonrisa que, según me dicen, distingue al Padre
Sergio, pero yo sé que no es mérito propio, es regalo de Dios mismo y herencia
de mi mamá, como dice mi abuelita Cari: “Qué bonita sonrisa tiene siempre tu
mami”.
Estoy
convencido de que gracias a mi Padre del Cielo soy lo que soy. Al ver mi vida
descubro que sin duda Él escribe recto en renglones torcidos y rescata de
los más terribles fracasos.
En
más de una ocasión he sentido que Jesús mismo me toma de su mano y me levanta,
por eso me gusta mucho la imagen de Jesús sacando de las aguas a Pedro, que por
su falta de fe estaba ya hundiéndose. Me imagino que soy yo a punto de
ahogarme cuando Él me toma del brazo con una sonrisa y me ayuda a salir de la
tormenta.
Esta
experiencia de “rescate” quiero compartirla con muchas personas, y es que las
caídas están a la orden del día. Con extremada frecuencia encuentro
personas que aseguran haber fracasado en todo, que ya nada tiene sentido, que
todo ha salido mal, que todo está perdido y me entregan sus lágrimas con la
esperanza de que Dios les ayude.
A
todos ellos me encanta pedirles que volteen a ver a Cristo en la Cruz y les
digo: “Para mí la muerte de Jesús fue el peor fracaso de la historia. Imagínate,
Él, siendo Dios, el creador de todo el universo, acabó muerto a manos de sus
propios hijos. Él vino al mundo para salvarnos y sus planes le salieron tan mal
que aquellos a quienes quería salvar lo humillaron, lo maltrataron y lo
mataron. San Pablo bien dice que la Cruz es un escándalo, porque es el símbolo
del fracaso de Cristo, donde hasta sus mejores amigos, los apóstoles, lo
abandonaron…”
“Pero
desde ese fracaso Jesús nos salvó, pues al tercer día venció a la misma muerte,
al enemigo que nadie ha podido vencer. Dios Padre lo resucitó, demostrándonos
que aun el peor fracaso tiene sentido si confiamos en los planes de Dios tal
como Jesús confió. Ahora ponte a pensar: si el mayor fracaso de la historia, el
fracaso de Cristo, fue transformado en salvación para todos nosotros, estoy
convencido de que con nuestras caídas fácilmente Dios hará cosas
maravillosas en nuestra vida, recuerda, Dios está por encima de todo”.
Y
les digo: “Así que no te agobies, te entristezcas, te deprimas, ni te frustres
tanto de tus fracasos, no importa que hayan sido grandes, que todos se hayan
dado cuenta, que todos te hayan criticado, que todos se hayan alegrado de verte
derrotado, más bien enorgullécete, porque es desde ese fracaso que Dios te
mostrará su poder al rescatarte y levantarte, a ti y a toda tu familia”.
“No
te deprimas, mejor acércate más a Dios, recuerda las palabras de San Pablo: “La
fuerza de Cristo se manifiesta en la debilidad” y llénate de valor y fortaleza
porque desde tu dolor Dios hará grandes maravillas, nada está perdido, todo
estará bien si te pones en las manos de Dios y con fe le pides que haga grandes
maravillas Él que liberó a los israelitas de la mano de sus enemigos, que
perdonó los terribles pecados de David, que hizo manar leche y miel del
desierto, que por su gracia se encarnó en la Virgen María y que al tercer día
después de ese gran fracasó venció a la muerte. Ten confianza en el buen Dios y
pronto cantarás de alegría: Gloria a Dios en lo alto del Cielo”.
Por
esto me encanta Dios y lo amo con todas mis fuerzas, porque es capaz de
transformar cualquier fracaso en gloria, porque nos ama tanto que solo nos pide
la fe para hacer grandes obras en nuestra vida. Porque ha ocultado estas cosas
a los sabios y entendidos que consideran la derrota o el fracaso como lo más
temido o lo peor que les pueda pasar y no confían ni esperan a que Dios los
rescate.
Yo
quiero ser de esos “necios” que llama san Pablo, de aquellos que confían en
Dios hasta el límite, quiero ser de esos pocos que confían con los ojos
cerrados en mi buen Jesús y que ningún fracaso nos enfrascará, nos apocará, ni
nos entristecerá:
Padre
Santo, todopoderoso y cercano a tus hijos, me postro en tu presencia y te pido
que me concedas la gracia de confiar siempre en Ti, para que a pesar de todos
mis fracasos, derrotas, caídas y enfermedades, descubra que no es el fin, sino
el comienzo de una historia maravillosa que Tú me tienes preparada, confío y
espero con serenidad el momento en que Tú me rescatarás, me levantarás y me
mostrarás que tu fuerza se manifiesta en mí debilidad. Amén.
Sergio Argüello
Vences
Fuente:
Aleteia