Si somos fieles, quizá esperemos algo a cambio por parte de Dios, si embargo, los que permanecen con Él reciben inmensas riquezas que quizá no han percibido
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Ser fieles en
esta vida y en el mundo actual, incluso con Dios, se ha vuelto complicado.
Sencillamente, hoy se quiere obtener beneficio de todo y ayudar solo si se
obtiene algo de vuelta,
Y el problema
central se da con los más jóvenes, que se alejan de Dios porque les parece que
no les dejará ningún beneficio, sin saber todo el bien que recibirían si se
dejaran envolver por el amor de Dios.
Qué obtiene
el que permanece fiel
Entendemos que
el distanciamiento con el Señor se debe a que nadie les ha presentado al Cristo
fascinante que dio su vida por ellos. A falta de un encuentro personal con Él,
no puede darse el siguiente paso. Es necesario, pues, dejarse impactar por
Jesús, Camino, Verdad y Vida (Jn 14,
6), para seguirlo y comenzar una relación.
En seguida, al
conocerlo más, el amor crecerá; y por ende, la fidelidad hará su entrada
triunfal. Como ha ocurrido con hombres y mujeres de todos los tiempos, edades y
situaciones.
Pero, quizá lo
más desconcertante es qué han obtenido en vida, porque se sabe que al final,
alcanzaron el cielo prometido por el Señor, pero en la tierra, ¿qué ganaron?
Aquí una muestra:
1. Fidelidad
de Dios
Nadie es más
fiel que Dios. Porque "si somos infieles, Él permanece fiel" (2 Tim
2, 13). Y los que esperan todo de Cristo, saben que "Dios no puede
engañarnos" (Heb 6, 18), por eso están seguros de que siguen el camino
correcto porque "el Señor es fiel: él los fortalecerá y los preservará del
Maligno" (2 Tes 3, 3).
Y nos dice a
través de san Pablo:
"Hasta
ahora, ustedes no tuvieron tentaciones que superen sus fuerzas humanas. Dios es
fiel, y él no permitirá que sean tentados más allá de sus fuerzas. Al
contrario, en el momento de la tentación, les dará el medio de librarse de
ella, y los ayudará a soportarla".
(1 Cor
10, 13).
2. Protección
de Dios
Tal vez no nos
demos cuenta en un principio, pero los que son fieles y oran con confianza,
siempre están acompañados por Él. Y Dios no los abandona en ninguna
circunstancia:
"Cuando
pienso que voy a resbalar, tu misericordia, Señor, me sostiene; cuando estoy
cargado de preocupaciones, tus consuelos me llenan de alegría".
(Sal 94,
18-19)
Y cuando van
madurando su relación con el Señor, descubren que su divina providencia se
encarga de darles todo lo que necesitan, librándolos del peligro.
"De manera
que podemos decir con plena confianza: El Señor es mi protector: no temeré.
¿Qué podrán hacerme los hombres?"
(Heb
13, 6)
3. Amor de
Dios
Y lo más
maravilloso de todo es que tienen la certeza del amor de Dios:
"¡Miren
cómo nos amó el Padre! Quiso que nos llamáramos hijos de Dios, y nosotros lo
somos realmente. Si el mundo no nos reconoce, es porque no lo ha reconocido a
Él".
(1 Jn
3, 1)
Así que,
decídete y atrévete a conocer al Señor y a serle fiel, experimenta todo lo que
tiene para ti, recordando las palabras del Apóstol de Tarso:
"Y esta
esperanza no nos defrauda, porque Dios ha derramado su amor en nuestro corazón
por el Espíritu Santo que nos ha dado".
(Rom 5,
5)
Mónica Muñoz
Fuente: Aleteia