El cuerpo humano debe ser tratado con dignidad porque ha sido morada del Espíritu Santo, por eso entendemos que los difuntos deban sepultarse en un lugar santo
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Una antigua
costumbre adoptada por casi todas las culturas es la de sepultar el cuerpo de
los difuntos.
La Iglesia lo
ha hecho también, como lo encontramos en la Instrucción Ad resurgendum cum Christo acerca
de la sepultura de los difuntos y la conservación de las cenizas en caso de
cremación:
"Siguiendo
la antiquísima tradición cristiana, la Iglesia recomienda insistentemente que
los cuerpos de los difuntos sean sepultados en los cementerios u otros lugares
sagrados".
(n. 3)
Sepultados
como Cristo
El documento
recuerda que el Señor Jesús atravesó por la muerte, la sepultura y la
resurrección, misterio en el que se manifiesta el sentido cristiano de la
muerte.
Y del mismo
modo, cuando fallece una persona, y es sepultada, entendemos que:
"La
inhumación es en primer lugar la forma más adecuada para expresar la fe y la
esperanza en la resurrección corporal".
(n. 3)
Asimismo, la
instrucción menciona que la Iglesia, como madre, acompaña a los cristianos
durante su peregrinación terrena y: "ofrece al Padre, en Cristo, el hijo
de su gracia, y entregará sus restos mortales a la tierra con la esperanza de
que resucitará en la gloria".
Fe en la
resurrección
De este modo,
los cristianos entendemos que la muerte no es definitiva y que el cuerpo
reposará, esperando la resurrección:
"Enterrando
los cuerpos de los fieles difuntos, la Iglesia confirma su fe en la
resurrección de la carne, y pone de relieve la alta dignidad del cuerpo humano
como parte integrante de la persona con la cual el cuerpo comparte la
historia".
Fue templo
del Espíritu Santo
Sin duda, el
respeto que se debe al cuerpo humano, como creación de Dios, se exalta más por
la dignidad conferida en el Bautismo:
"Además,
la sepultura en los cementerios u otros lugares sagrados responde adecuadamente
a la compasión y el respeto debido a los cuerpos de los fieles difuntos, que
mediante el Bautismo se han convertido en templo del Espíritu Santo y de los cuales, 'como herramientas y
vasos, se ha servido piadosamente el Espíritu para llevar a cabo muchas obras
buenas'.
La instrucción
también ahonda en el tema del cuerpo incinerado y el trato a las cenizas, pero
ese es tema para otro artículo.
Mónica Muñoz
Fuente: Aleteia