En el Día de Oración y Ayuno por la Paz Mundial, podríamos preguntarnos: ¿Cómo podría la abstinencia de alimentos ayudar a detener una guerra que está a miles de kilómetros de distancia?
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La Iglesia
fomenta con frecuencia la costumbre del ayuno y el Papa ha designado días
específicos de ayuno en varias ocasiones, como por ejemplo días de ayuno por la
paz en el mundo.
Sin embargo,
cuando surge este tema, nos podemos preguntar: “¿Cómo es posible que mi
ayuno detenga una guerra? ¿Qué tiene que ver lo que como o dejo de comer con la
paz mundial?”
Aunque parezca
improbable que el ayuno pueda detener una guerra lejana, hay algunas verdades
teológicas profundas en juego. Y, de hecho, sabemos que el ayuno ha ayudado en
el pasado, incluso en el pasado reciente.
Llamamientos
pasados del Papa
Francisco al ayuno
Giovanni
Marcotullio escribió en un artículo
para Aleteia cómo el llamado del Papa Francisco a la oración y al
ayuno en 2013 ayudó a calmar la guerra en Siria.
El conflicto
[en Siria] estaba a punto de convertir la hoguera bélica local en una
conflagración global, presagiando aterradores escenarios post-atómicos. El Papa
Francisco recurrió también entonces al ayuno y a la oración. “Esta clase de
demonios –dijo Jesús– no pueden ser expulsados si
no es con ayuno y oración” (Mateo
17,21).
Aunque la guerra en
Siria no terminó inmediatamente esa noche, el conflicto no estalló en
algo mucho más terrible.
El poder
espiritual del ayuno
Marcotullio
explica luego en su artículo por qué el ayuno en particular puede ser
beneficioso.
¿Por qué
acompañar la fe y la oración con el ayuno? Hay varias razones; aquí intento
enumerar algunas (sin pretender abarcarlas todas):
- El ayuno doblega el orgullo del hombre ,
y toda guerra nace del orgullo de alguien: al ayunar, reconocemos que
somos hermanos de los orgullosos, y que somos orgullosos como nuestros
hermanos belicistas, por eso pedimos a Dios que convierta todos nuestros
corazones;
- El ayuno nos lleva a la oración humilde ,
para no ponernos en un pedestal respecto a los demás: el fariseo que Jesús
describe en la parábola ayunaba, sí, tres veces por semana, pero al
gloriarse de ello, hacía de ello un gesto vano, lo vaciaba de su
significado sacrificial y —por así decirlo— renegaba de ello.
- El ayuno lleva a quienes lo practican a expresar compasión hacia las víctimas directas de la violencia y de la guerra : No tenemos ningún mérito si estamos “del lado correcto” del mundo; no sólo eso, tal vez sea nuestro mismo estar “del lado correcto” lo que nos convierte de alguna manera en una causa colaboradora del sufrimiento de los demás;
- El ayuno rompe la dinámica del consumo ,
nos devuelve a lo esencial y nos muestra que podemos vivir incluso sin
todas aquellas cosas que la opulencia de nuestro mundo nos induce a
considerar “esenciales”: entonces, nuestros ojos se abren a la perspectiva
de un estilo de vida esencialmente sobrio, aprendiendo una ecología
integral que devuelve a la (a menudo sobre utilizada) frase “justo y
solidario” su destino más alto, que es el Paraíso.
De manera
espiritual, el ayuno puede ayudarnos a nosotros personalmente, así como a la
comunidad global, a comprender la necesidad de la paz.
El ayuno nos
pone en una disposición particular que clama a Dios, rogándole que cambie los
corazones y las mentes de aquellos involucrados en la guerra.
Ante todo se
trata de confiar: confiar en que Dios puede obrar milagros y que nuestras
oraciones realmente tienen un efecto en el mundo.
Philip Kosloski
Fuente: Aleteia