9 datos sobrenaturales de Lepanto: una visión, nuevas letanías o un capitán surgido del Evangelio
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Desde mediados
del siglo XVI, el Imperio Otomano amenazaba con invadir Roma y la Cristiandad.
Para su defensa, el Papa San Pío V convocó una coalición, la Liga Santa, que
aglutinó a España y a la mayor parte de los estados que formaban lo que hoy es
Italia.
Las dimensiones
históricas de la batalla de Lepanto, el 7 de octubre de 1571, fueron tales que
el mismo Cervantes la definió como “la más alta ocasión que vieron los
siglos”.
A juicio de
los historiadores especializados, la victoria católica supuso
la salvación de Europa de “amputaciones tales que la hubieran hecho
inviable como proyecto de civilización”.
En una de las
conmemoraciones por el 450 aniversario de la histórica batalla, el doctor en
historia Alberto Bárcena recordó en el Centro de Humanidades
Josef Pieper el significado espiritual de la batalla. A lo
largo de su ponencia, Bárcena destacó nueve rasgos sobrenaturales de
un episodio que definió como “un combate espiritual” y que explican la victoria
en una batalla desigual en la que el Imperio Otomano tenía las de ganar.
1º Juan de
Austria y Pío V, líderes de fe y oración
“San Pío V,
a quien podríamos considerar el Papa del Rosario, además de una gran
inteligencia y capacidad de gestión, aportó lo fundamental: la oración”,
afirma Bárcena. “Como dijo del Papa el embajador español en Roma Juan de
Zúñiga, `pliega a Dios darle la victoria que la Cristiandad ha de menester, que
Su Santidad trae muy buen cuidado de suplicárselo, ayuna tres veces en
semana y está cada día muchas horas en oración por esto´”.
Bárcena destaca
la fe del otro gran líder de la batalla, Juan de Austria, poniendo
cómo ejemplo la carta que le envió al príncipe de Éboli antes de la batalla.
"La gana que hay en esta armada de pelear, es mucha, y la confianza en lo
de vencer no es menor, pero haga Dios como Él más se sirva".
Antes de entrar
en combate, explica Bárcena, “don Juan oró de rodillas, y los sacerdotes que
iban a bordo bendijeron e impartieron a los soldados la absolución general,
entrando en combate en estado de gracia”.
2º Todo el
poder de un imperio en defensa de la fe
Felipe heredó
de su padre, Carlos V, la defensa de la Cristiandad. “Estoy
determinado de emplear mis reinos y señoríos, mis amigos, mi cuerpo, mi
sangre, mi vida y mi alma” en defensa de la fe católica, declaró en
Worms durante el enfrentamiento con Lutero.
Por ello,
continúa Bárcena, “si algo antepone Felipe II a cualquier cuestión de Estado
es lo religioso: puede renunciar a sus territorios, perder puestos
importantes como en Flandes o sacrificar lo material sin dolor alguno cuando se
trata de defender la causa de la religión católica”.
Así lo muestra
la sentencia real durante la empresa oriental en Japón: “Mandamos, y cuanto
podemos encargamos a los de nuestro Consejo de Indias, que pospuesto
todo provecho de interés nuestro, tengan por principal cuidado las cosas de
conversión y doctrina”.
3º San Pío
V, un hombre de acción
“San Pío V,
de nombre secular Miguel Ghislieri, era un hombre santo, decidido, y de acción.
Viendo la gravísima situación de la Cristiandad entre la herejía y la amenaza
islámica, lanzó la idea de crear una gran alianza católica en Europa, la Liga
Santa. Contaba con España y las monarquías y ducados que quisieran unirse, y se
adelantó él mismo a ponerse a la cabeza de la Liga, aportando galeras y
hombres de guerra”.
Conferencia
completa de Alberto Bárcena sobre "San Pío V, la Batalla de Lepanto y la
Virgen de la Victoria":
4º Un Capitán General surgido del Evangelio
“Hay una
piadosa tradición, y muy fundamentada, que dice que el Papa, dándole
vueltas a quien podía ser el líder indiscutible, fijó su vista en el Evangelio de
San Juan y leyó: `Fuit homo missus a Deo cui nomen erat Ioannes´ (Hubo
un hombre enviado por Dios cuyo nombre era Juan). Al verlo, pensó: `Es
Juan de Austria, el gran héroe recién enaltecido por su victoria en las
Alpujarras, que además tenía como misión después de esta someter a los piratas
berberiscos del norte de África´”.
5º Lepanto,
una cruzada con la bendición de los soldados de Tierra Santa
“Felipe II
no se quedó atrás en generosidad y aceptó la propuesta de Pío V.
Puso tres sextas partes del dinero necesario y de los hombres para
acabar con el poderío otomano. Otras dos partes las pondría Venecia, y el
Papa aportó sus hombres y subvenciones como parte restante de los gastos de la
liga”, resume el profesor. “Debido a la superioridad numérica aportada por
España, Felipe pidió al Papa que concediese la bula de cruzada”.
San Pío V se
apresuró en enviar al nuncio pontifico, el obispo monseñor Odescalco. "Al
llegar a Mesina, concedió barco por barco las indulgencias plenarias
que recibían los cruzados de Tierra Santa, la bendición apostólica y
jubileo extraordinario a toda la armada”. Cuentan las crónicas, además, que el
nuncio llevó un relicario con las astillas de la Vera Cruz (la
cruz de Cristo) que distribuyó entre los capitanes de la armada. La
insignia que recibió fue un estandarte azul decorado con Cristo
crucificado, la Virgen de Guadalupe y los escudos de España, el papado y
Venecia.
6º Un día
veraniego, errores turcos y otros “signos de protección especial”
Bárcena cuenta
que, cuando don Juan se dispuso a comenzar la batalla el 7 de octubre de 1571,
“se presentaron señales de protección especial. Amaneció como un día de
verano, la mar en calma, y con tan poco viento que las galeras
turcas tuvieron que utilizar los remos. Cuando los turcos abrieron fuego de
artillería contra `La real´ de don Juan, los tres erraron. Pero cuando
devolvió el fuego de artillería, acertó en la nave capitana de los
turcos, causando un daño enorme”. Otro signo: “A las 12, hora del Ángelus,
comenzó esta terrible batalla que Cervantes calificó como `la más alta ocasión
que vieron los siglos´”.
7º Las
cifras de una victoria aplastante
La victoria
cristiana en la batalla fue aplastante. “El almirante turco murió en
combate, sus hijos fueron hechos prisioneros y el Canciller de la Sublime
Puerta, equivalente a un Primer Ministro, fue hecho prisionero. De 300
galeras turcas, solo 40 quedaron intactas, y las demás fueron hundidas o
apresadas. Los cristianos sufrieron 10.000 bajas entre muertos y heridos
graves, y 13 galeras perdidas. Por su parte, las bajas turcas se
estima que fueron unas 40.000, a los que habría que añadir
los 12.000 cautivos cristianos que quedaron libres”.
8º La visión
de la victoria
Sin
embargo, la noticia de la gran victoria tardó en llegar a Roma cerca
de dos semanas. “Antes, el Papa, que estaba reunido con su tesorero, Donato
Cesis, de pronto cortó la conversación, abrió una ventana y se puso a mirar al
cielo. Entonces le dijo al tesorero: ` Id con Dios. No es ésta hora de
negocios, sino de dar gracias a Jesucristo, pues nuestra escuadra acaba de
vencer´”.
El profesor
Bárcena se refiere a una visión que el Papa tuvo en aquel
momento en la que un ángel le hizo ver fugazmente cómo quedó el mar en
el Golfo de Lepanto y los estandartes triunfantes de la Cristiandad”.
9º Un Papa
mariano y devoto del rosario que incluyó una nueva letanía
“El papa,
muy mariano, como buen dominico que reza el rosario con frecuencia, sabía
que había sido la Virgen la intercesora nuestra en aquella ocasión”.
A tal efecto había convocado en la basílica de Santa María la Mayor un
rosario público para pedir por el éxito de la empresa.
"En 1571,
San Pío V impulsó esa oración mariana por excelencia: lo rezó largamente en los
meses previos a la batalla; ordenó que se rezara -los propios soldados lo
rezaron en Lepanto justo antes de entrar en acción- y lo rezó incesantemente
mientras el combate tenía lugar", relata Bárcena en su primera parte
de La Pérdida de España (San Román).
“Por
eso, incluyó en las letanías lauretanas una invocación nueva, Auxilium
Christianorum (Auxilio de los Cristianos) para honrarla y pedir su
protección como el auxilio de los cristianos que siempre ha sido. El 7 de
octubre, además estableció la fiesta de Nuestra Señora de la Victoria,
que años más tarde se convertiría en la fiesta de la Virgen del Rosario”,
concluyó.
Documental
breve con recreación histórica que recoge la importancia de la intervención
mariana y la devoción en la batalla:
José María Carrera
Fuente: Religión en Libertad