Expertos médicos piden reconocer la figura del acompañante espiritual en los cuidados paliativos como una vertiente «que complemente las demás áreas de trabajo»
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Foto: Juan Flores |
Elia Martínez
nos atiende después de abandonar la habitación de Verónica, una de las personas
a las que acompaña en el servicio de oncología médica del hospital de
Fuenlabrada. «Es el momento perfecto para hablar», comienza diciendo, «porque
los pacientes también nos enseñan y nos ayudan a nosotros». Ella es la
presidenta de la Sociedad
Española de Cuidados Paliativos, y su manera de conversar sobre las
personas que están en la etapa final de la vida transmite la misma paz y
humanidad que reclama para dignificar esos cuidados.
Martínez ha
sido una de las participantes en la I Escuela Internacional de Verano para
Formadores en Acompañamiento Espiritual en Clínica, que ha reunido
recientemente a más de 25 expertos médicos de siete países diferentes en la
localidad burgalesa de Castrojeriz y ha sido organizada por el Foro
Iberoamericano de Espiritualidad en Clínica. Al terminar las jornadas, los
participantes han firmado y hecho público un manifiesto para reafirmar el valor
integral y la dignidad del ser humano, así como para promover un modelo de
acompañamiento espiritual al final de la vida. Elia Martínez reclama que «en
situaciones críticas como la enfermedad grave, el sostén desde la vertiente
espiritual complementa las demás áreas de trabajo, como la clínica o la
psicológica». Además, los expertos aluden en el escrito a que «como la buena
voluntad no es suficiente, tenemos el apasionante reto de vincular ciencia y
espiritualidad, rigor metodológico y creatividad, para generar estrategias y
herramientas válidas, fiables y de utilidad clínica».
Aunque España
es un referente en el campo de los cuidados paliativos, según Martínez aún hay
«carencias claras» en la formación de los profesionales de la salud en cuanto
al acompañamiento espiritual, lo cual «puede suponer sufrimiento a los propios
médicos, porque abordar estas esferas del ser humano es complicado y no poder
hacerlo bien puede generar frustración». Además, destaca que, aunque la
medicina no siempre contempla la espiritualidad como un aspecto más de la
atención, «sabemos que cuando la hay, la calidad de vida del paciente mejora».
Aunque esto no signifique que el paciente deba tener una determinada creencia
ni pertenecer a ninguna religión específica, los expertos destacan que «hay
pacientes que, durante la enfermedad, reviven su fe y encuentran sentido a la
vida, incluso en esas situaciones adversas por las que están pasando».
Sin embargo, el
acompañamiento se hace palpable estando presente y mirando a los ojos. Por eso,
el testimonio de estos profesionales se basa en una amplia experiencia clínica
que pone rostros concretos a una etapa de la vida de la que aún cuesta hablar
en la esfera pública. «Ayudamos a esa persona a tener paz y aceptar la realidad
que se está imponiendo, a reconciliarse con su biografía y dar sentido a lo que
ha hecho», explica en conversación con Alfa y Omega Enric Benito,
médico paliativista, que también estuvo presente en el encuentro de
Castrojeriz. «La vida no tiene final, pero hay un importante proceso de
despedida y nosotros somos los que acompañamos el viaje en este último tramo».
Nuevos
compromisos éticos
El Código
Deontológico de la Enfermería en España se encuentra inmerso en su segunda actualización desde 1998, con el
objetivo de reflejar «los cambios sociales, normativos y profesionales que
rigen la práctica», asegura Tayra Velasco, presidenta de la Comisión
Deontológica del Consejo General de Enfermería en conversación con Alfa y
Omega. El proceso de renovación se prolongará hasta el 25 de septiembre y
cualquier persona, incluso ajena a la medicina, puede hacer sus propuestas de
cambio a través de los colegios oficiales. Tras el plazo establecido, el nuevo
código será revisado y sometido a debate y aprobación final por la Asamblea del
Consejo General.
De momento existe un borrador que incluye algunos cambios referentes, por ejemplo, al aborto, a los trasplantes de órganos o a la etapa final de la vida. Sobre esto, el texto indica que el enfermero «aportará su valoración profesional ante los tratamientos de soporte vital, la sedación paliativa o la eutanasia, respetando siempre los valores y deseos de la persona atendida».
Ester Medina
Fuente: Alfa y Omega