La ablución durante el ofertorio es un rito que tiene un profundo significado, por eso, conozcamos por qué el sacerdote lava sus manos en Misa
![]() |
Shutterstock-Renata Sedmakova |
En la Misa,
después de la incensación de los dones colocados sobre el altar, de la
incensación de la cruz, del altar y del sacerdote mismo que preside, este se
lava las manos.
Dice la
Instrucción General del Misal Romano: “En seguida, el sacerdote se lava las
manos a un lado del altar, rito con el cual se expresa el deseo de purificación
interior” (IGMR,76).
El anterior
numeral dice qué hacer antes de la oración sobre las ofrendas y por qué
hacerlo.
Las manos del
sacerdote, ungidas el día de la ordenación sacerdotal, se lavan pues el
sacerdote debe estar consciente de la gran pureza interior que debe tener para
ofrecer el Sacrificio.
El sacerdote
en el ofertorio
Se trata de una
ablución (del término latino ablutio, (lavado). ¿Y qué
es una ablución? Una ablución es una purificación ritual con agua (no un acto
de higiene) de algunas partes del cuerpo antes de determinadas acciones
religiosas.
Y este gesto de
lavar las manos por parte del sacerdote (junto a una oración que está prescrita
realizada en silencio) no es opcional, a diferencia de otros ritos que sí lo
pueden ser.
El documento
titulado El sacerdote en el Ofertorio de la Santa Misa, de la oficina
para las celebraciones litúrgicas del Papa, dice:
“En la
actualidad, el lavabo es una acción puramente simbólica, como se deriva de la
fórmula empleada, así como del hecho que, generalmente, se lavan únicamente las
puntas de los dedos índice y pulgar. Podemos decir que el rito expresa el deseo
de purificación interior. De ahí que algunos plantearon y siguen planteando la
supresión de este rito. No compartimos esta idea pues pensamos que tiene un
claro valor catequético y además constituye un renovado acto penitencial para
el sacerdote que, en ese momento, se sitúa en vista de la acción eucarística y
como preparación a la misma. Al mismo tiempo, la fórmula que acompaña el gesto
del lavado de las manos ya está presente desde la antigüedad cristiana como uso
solemne practicado antes de que el sacerdote se recoja en oración, como se
testimonia en Tertuliano y en la Tradición apostólica”.
Es distinta
la ablución de la purificación
¿Dónde se lleva
a cabo este rito o ablución? En la esquina del altar (no en el centro). Los
ministros extraordinarios del altar o acólitos (o en su defecto, los
monaguillos) lavan las manos del sacerdote. Si no hubiere ministro, el mismo
sacerdote lo hará por sí mismo.
Hay que
distinguir entre la ablución y la purificación tanto de los dedos como de los
objetos litúrgicos o vasos sagrados (entre estos el cáliz y la patena (IGMR, 327).
En el caso de
los dedos “siempre que algún fragmento de la Hostia se haya adherido a los
dedos, sobre todo después de la fracción o de la Comunión de los fieles, el
sacerdote debe limpiar los dedos sobre la patena y, o según la necesidad,
lavarlos…” (IGMR, 278).
Henry Vargas
Holguín
Fuente: Aleteia