La Comunidad del Cenacolo fue fundada por Madre Elvira y allí fue donde Gonzalo se salvó de una vida sumida en la fiesta y las drogas. Siete años después, Gonzalo fue a la JMJ
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Dominio público |
Su
madre siempre ha sido creyente y hasta que él cumplió los 18 años le llevó
siempre con ella a misa. Los problemas comenzaron cuando al cumplir los 18
años, su madre, le dejó que ya no fuera más, ya que el insistía en no querer
asistir. Durante cinco años, desde los 18 hasta los 23,
Gonzalo comenzó a frecuentar el mundo de la fiesta y de las drogas,se
metió en un mundo que cada vez le fue dejando más consumido y hecho pedazos.
Él recuerda lo mucho que lloraba su madre, le pillaba en muchos momentos llegando muy tarde bajo el efecto de las drogas, vivieron años muy duros. A pesar de todo, ella nunca tiró la toalla con él, probó psicólogos, centros de desintoxicación, pero faltaba algo...
Cuando
Gonzalo tenía 23 años, su
madre, gracias a un sacerdote muy amigo conoció la Comunidad Cenacolo fundada
por Madre Elvira.
Ahí, su madre tomó una decisión que fue crucial para el cambio de Gonzalo, le
dijo: “O entras en la comunidad o te echo de casa”. Gonzalo nos contaba en COPE
que él, al principio, entró obligado, pero allí, en la comunidad del Cenacolo
de Barcelona, a 600km, empezó a cambiar su vida, tomó otro rumbo. En esta
comunidad en la que estuvo 7 años, comenzó su conversión, comenzó a vivir una
fe concreta, una fe de rezar, trabajar y poner a Dios en el centro de todo.
Un antes y un después
Allí,
en el Cenacolo, no hay dispositivos, se mandan cartas y a traves de estos
medios surgió el detonante que inició el primer cambio de actitud de Gonzalo.
Fue cuando le escribieron una carta
sus padres por su cumpleaños y decía: “Estamos muy orgullosos de
ti, rezamos por ti”. Para Gonzalo esto marcó un antes y un
después, ya que, su padre, después de 63 años
sin creer en Dios había empezado a rezar y a ir a misa. Era
evidente para él que: “Eso o lo había hecho
Dios o no lo había hecho nadie más”. También fue muy bonito el
crecimiento de fe que vivió su madre a través del sufrimiento de ver a un hijo
padecer tanto, ella encontró una fe viva que
iba más allá de ir a misa los domingos
Era una evidencia que tanto él como sus
padres estaban cambiando su forma de ver todo, pero un sufrimiento más se
añadió a sus vidas. A la tía de Gonzalo le detectaron un
cáncer y gracias al recorrido que llevaba realizado pudo rezar por ella, con
conciencia. Ocurrió otro milagro para todos ellos, tras varios años con la enfermedad,
ella también se convirtió. Gonzalo nos contó que llegó una
vez más a la conclusión de que: “Esto tenía que venir de
alguien más grande”
Cuando
se hizo el anuncio de la JMJ en Lisboa, él no tuvo dudas sobre si
ir o no, quería ser peregrino. Él tenia 33 años y quería
ir como un joven más y nos contaba en COPE que: “Doy gracias a la
providencia y a un sacerdote que me invitó para ir con su parroquia, me vi muy
arropado”. Le impactó mucho, una vez allí, lo grande que es la
iglesia y que aun así, con todos ellos se sintió como
en casa. Se encontraban en Lisboa con casi dos millones de
personas compartiendo la fe.
Una
frase del papa que le marcó mucho en su estancia allí fue, cuando dijo: “En la iglesia cabemos
todos, todos". Eso le hizo darse cuenta de que no hay
fronteras, que para Cristo no hay nada que le impida entrar, solo aquellos que
le cierran la puerta de los corazones. Jesús todo el día nos llama
para que le abramos la puerta
La JMJ para Gonzalo tuvo momentos plenos y
momentos duros. La muerte de Madre Elvira el
3 de agosto, cuando acogíamos al papa, le dejó muy afectado.
La fundadora del Cennacolo se fue al cielo. Nos comentaba en COPE que: “Sabíamos que estaba mal,
fue un momento de mucha tristeza” Lo que le consoló fue
estar en un lugar como la JMJ y recordar las palabras que Madre Elvira les dijo ´cuando me vaya al cielo
no os pongáis tristes porque estoy con el padre´. Gonzalo, en medio de tan grande pérdida
se sintió en familia, abrazado por el padre de misericordia porque: “Madre
Elvira acababa de nacer en el cielo”
La JMJ para Gonzalo
ha sido un momento único en su vida.
Se trata de un lugar en el que el papa
habla a los jóvenes, es una experiencia única de la
iglesia. Los jóvenes están
necesitados de la alegría, necesitados de una sonrisa. Para
vivir con esta conciencia, Gonzalo aconseja a los jóvenes: "Darle gracias al señor
por la vida, por nuestra propia vida para valorar a los demás, la oración torna
la tristeza en alegría y se contagia hacia todos aquellos que nos rodean”. No
es un camino fácil, así nos lo cuenta Gonzalo, pero tenemos que hacer lo que
hizo María Magdalena,
comunicar que hemos visto al señor vivo: “Dar a conocer que Cristo
es el verdadero camino”