El Catecismo de
la Iglesia católica recuerda que objetivo de la Liturgia de las Horas es seguir
el mandato que Jesucristo hizo a sus apóstoles: «Orad sin cesar»
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Liturgia de las Horas, en el Monasterio de Silos. Dominio público |
Maitines se llama a la
primera de las horas canónicas, que forma parte de la Liturgia
de las Horas, también conocida como Oficio Divino, que el Papa Francisco ha
invitado en una reciente carta a recuperar en las parroquias del mundo con el
objetivo de que se unan a la «lengua materna de la Iglesia» y se conviertan «en
un solo cuerpo y una sola voz».
La Liturgia de las
Horas es un conjunto de oraciones que dividen el día canónicamente. En la
constitución apostólica Sacrosanctum
Concilium, esta es «verdaderamente la voz de la Esposa misma dirigida al
Esposo. Es la propia oración que Cristo junto con su Cuerpo dirige al Padre».
En realidad su origen es mucho anterior a 1963, cuando se publica el texto
anteriormente citado.
Aunque fue en la
Edad Media cuando ganó difusión en los monasterios por toda Europa, los
primeros vestigios de esta oración se remontan a tiempos de Clemente de
Alejandría. En 1230, los franciscanos editaron los primeros brevarios, pero no
sería hasta 1568 cuando se llegase a un solo libro unificado. El Papa Pío X, asignó salmos a cada día en
1911, aunque el orden sería modificado más tarde en el Concilio Vaticano II. La
primera edición completa de la Liturgia de las Horas en español se publicó en
1979.
Estructura de las Liturgia de las Horas
·
Oficio
de lectura o Maitines.
·
Laudes,
desde las 3 de la madrugada hasta las 9.
· Horas
menores, que incluyen Tercia (9 de la mañana), Sexta (12 del mediodía) y Nona
(15 h.).
·
Vísperas,
desde las 17 horas.
·
Completas.
Estos primeros maitines, ahora llamados Oficio de Lectura, se solían celebrar entre la medianoche y la salida del sol, pero tras el Concilio Vaticano II se estableció que podían celebrarse en otros momentos del día y se mermaron en intervalos de tiempo. El resto del Oficio Divino o Brevario se divide en horas mayores y menores. Las dos más importantes son las de la mañana (laudes) y las de la tarde (vísperas).
Cada una de las horas incluye uno de los cuatro cánticos del Evangelio: el de Zacarías tomado de Lucas 1, 68-79 para las laudes (conocido como Benedictus), y el cántico de María, tomado de Lucas 1, 46-55 para las vísperas (conocido como Magnificat) o Nunc dimittis, para las completas. Estas van precedidas por la lectura de las Escrituras y, antes de este, de los Salmos de cada día.
El Catecismo de
la Iglesia católica recuerda que objetivo de la Liturgia de las Horas es seguir
el mandato que Jesucristo hizo a sus apóstoles: «Orad sin cesar» (1 Ts 5,17; Ef
6,18). Así, toda la oración se estructura de manera que «la alabanza a Dios consagra
el curso entero del día y de la noche».
Clara González
Fuente: El Debate