Este verano Aleteia te lleva con los papas... a las estrellas. Pío XII (1939-1958) fue un gran promotor de la observación astronómica.
Antoine Mekary | ALETEIA. Dominio público |
"Parece que la ciencia actual,
retrocediendo de repente millones de siglos, ha logrado asistir a este
"Fiat lux" primordial, cuando un mar de luz y de radiaciones irrumpió
de la nada con la materia, mientras las partículas de los elementos químicos se
descomponían y se reunían en millones de galaxias".
El 22 de noviembre de 1951, ante los miembros de la Academia
Pontificia de las Ciencias, Pío XII propuso una analogía entre el "Big
Bang" -hipótesis formulada un cuarto de siglo antes, en 1927- y el
comienzo descrito en las primeras líneas del Génesis. Su discurso sigue siendo
tan memorable como controvertido.
Uno de sus oponentes, el famoso astrofísico y sacerdote Georges
Lemaître, solicitó una audiencia privada para denunciar al
jefe de la Iglesia católica. Para el científico jesuita, no se trataba de que
su teoría del Big Bang confirmara la Biblia, ya que la teología y la ciencia
representan dos campos muy distintos, dos planos paralelos que no se cruzan ni
tienen el mismo objeto.
"Un eminente promotor de la paz y de la ciencia"
Posteriormente,
Pío XII parece haber tenido en cuenta este intercambio. Unos meses más tarde,
se dirigió a los participantes en el Congreso Mundial de Astronomía, en el
Palacio Pontificio de Castel Gandolfo, el 7 de septiembre de 1952. Su discurso
ya no se basaba en un "concordismo" según el cual las verdades
científicas estaban ocultas en las Escrituras. Sin esperar ninguna "prueba
científica" de la existencia de Dios, panegirizó el espíritu humano, que
"ha logrado apoderarse del inmenso universo, superando todas las
perspectivas que el débil poder de los sentidos era, a primera vista, capaz de
prometer".
Aunque el nombre de Pío XII se asocia a
menudo con la Segunda
Guerra Mundial, Eugenio Pacelli
también dejó su huella en el Observatorio de Castel Gandolfo, en la región de
Castelli Romani, al sur de Roma. Una placa de mármol recuerda a Pío XII como
"eminente promotor de la paz y de la ciencia".
El monumento recuerda que en 1942, en el
tercer año de su pontificado, ordenó que el astrógrafo del "mapa de los
cielos" -con el que el Vaticano había contribuido a registrar y
cartografiar las posiciones de millones de estrellas, junto con observatorios
de todo el mundo- fuera trasladado de la Torre Leonina del Vaticano a la colina
del Lacio, y que se construyera allí otra torre "lo más adecuada posible
para la observación astronómica". La inscripción en latín reza: "Una
obra de paz en un momento en que la guerra hacía estragos en todo el
mundo".
Anna Kurian
Fuente: Aleteia