Tanto la Biblia como grandes santos aconsejan el ejercicio de la presencia de Dios para alcanzar la perfección y vencer las tentaciones que aquejan a la humanidad
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¿Sientes inclinación a la pereza? ¿A la tristeza, a un placer
sexual desordenado, a dudar del Amor? ¿A todo a la vez? Buenas noticias: la
Biblia y grandes santos proponen un antídoto para las tentaciones. Está
relacionado con la presencia de Dios.
Sobre ello escribe el jesuita Alonso Rodríguez en su clásico
libro Ejercicio de perfección y virtudes cristianas:
“El bienaventurado Basilio, en muchas partes, el remedio que da
para todas las tentaciones y trabajos, y para todas las cosas y ocasiones que
se pueden ofrecer, es la presencia de Dios”.
¿Pero qué hay que hacer para que esa presencia de Dios impida que
bajes a donde no quieres caer?
Existe un ejercicio que era el predilecto de santos como Francisco
de Sales y Marcelino Champagnat. Así lo
describe el fundador de los maristas:
“Cuando estemos tentados, este solo pensamiento: “¡Dios me ve!”
bastará para ahuyentar las tentaciones”.
Ejercicio eficaz y agradable
Según Champagnat, el ejercicio de la presencia de Dios es “el más
eficaz para santificarse” y el más “sencillo, cómodo y agradable”.
“El más sencillo, porque abarca y suple a todos los demás; el más
cómodo y agradable, porque el recuerdo de Dios fortalece el alma y la colma de
gozo y felicidad”, aseguraba.
En el salmo 16, el rey David habla de los efectos de tener
siempre presente a Dios en su mente:
Santos que conocían el poder de Dios
“En Dios vivimos, nos movemos y existimos”, enseñaba san Pablo.
“Me estrechas detrás y delante, me cubres con tu palma”, reza el salmo.
San Francisco de Sales dice que “la presencia de Dios debe ser el
pan de cada día para las almas piadosas”.
Y pide no hacer nada “que no vaya acompañado y santificado por el
recuerdo de la presencia de Dios”.
Santa Teresa de Jesús añade
que “nos perdemos solo porque creemos que Dios está lejos de nosotros”.
Y san Jerónimo y san Basilio aseguran que el recuerdo de la
presencia de Dios aleja toda clase de pecados.
Presente en todo
Más allá de pensar “Dios me ve”, el ejercicio de la presencia de
Dios se amplía a todo lo que ayude a creer la presencia divina en todo.
San Marcelino Champagnat, que decía a menudo: “Vive el Señor en
cuya presencia estoy”, resumía en 5 puntos el ejercicio de la presencia de
Dios:
1°. MANTENERSE EN ESTADO DE GRACIA
Cuidar los pensamientos, palabras y el comportamiento en general
para no decir ni hacer nada contra la conciencia y con ello desagradar a Dios.
Combatir las tentaciones con este pensamiento: DIOS ME VE.
2°. OFRECER A DIOS TODOS LOS ACTOS
Y proponerse en todos ellos su mayor gloria.
3°. REZAR CON FRECUENCIA A LO LARGO DEL DÍA
E incluso en los intervalos del sueño, con oraciones jaculatorias.
4º. TOMAR COMO MODELO EN TODAS LAS ACCIONES A NUESTRO SEÑOR
JESUCRISTO
Recordar sus virtudes, sufrimientos, modo de relacionarse con los
demás, y tratar de hablar y obrar como lo hizo o lo habría hecho él.
5°. VER A DIOS EN LAS CRIATURAS
Alabarlo y bendecirlo en los servicios que nos prestan; ponernos
en manos de Dios, acatar sus designios en todos los acontecimientos,
cualesquiera que sean, y esperar sólo de Él la ayuda en las dificultades y
necesidades.
Patricia Navas
Fuente: Aleteia