INTEGRAR FÁCILMENTE LAS PRÁCTICAS RELIGIOSAS EN LA VIDA COTIDIANA

En un mundo que a menudo avanza a un ritmo frenético, tomarse un momento para infundir fe en las rutinas diarias puede proporcionar un ancla muy necesaria

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Cuando crecí, mis padres insistieron en que los saludara pidiéndoles su bendición: “Bendición, papá; bendición, mamá”. Esta frase, que es la abreviatura de “dame tu bendición”, es una tradición sudamericana que estoy tratando ( tryyying ) de enseñar a mis propios hijos. Al igual que decir “adiós” ( que es una oración oculta a plena vista ), estas costumbres reflejan un trasfondo religioso profundamente arraigado , tanto cultural como dentro de la familia.

Para los católicos, integrar las prácticas religiosas en nuestras rutinas diarias es una manera fácil de dar profundidad y significado trascendental a nuestra vida cotidiana. Aquí hay algunas maneras de integrar la fe y la rutina:

Comience con la oración de la mañana

Comenzar el día con una oración establece una pátina espiritual general para todo lo que sigue. Comienza el día con una sencilla ofrenda matutina, dedicando todas las acciones a Dios. Esta práctica ayuda a todos a afrontar el día con un sentido de propósito y paz, muy parecido a ponerse una armadura espiritual .

Gracia antes de las comidas

Dar las gracias antes de las comidas es una tradición que todos pueden disfrutar y apreciar. Esta sencilla oración convierte una actividad rutinaria en un momento de conciencia, reconociendo la providencia de Dios. Es un momento rápido para fomentar la gratitud.

Rosario familiar

A algunas familias les gusta rezar el Rosario juntas. Esta práctica no sólo fortalece los lazos familiares, sino que también profundiza su fe colectiva. Desde un punto de vista muy práctico, es una forma de enseñar a los niños que no todos los planes familiares tienen por qué estar basados ​​en diversión y juegos. También podemos compartir momentos para pensar, contemplar y aprender.

Actos de bondad

Incorporar actos aleatorios de bondad en nuestra vida diaria es la manera perfecta de vivir nuestra fe. Pequeños actos como sonreír, decir palabras amables o ayudar a un vecino demuestran que el amor y la compasión están en el corazón de las enseñanzas católicas, ofreciendo amor y servicio a Dios en nuestra comunidad.

Reflexión antes de dormir

Terminar el día con un momento de reflexión y oración es fundamental. Algunas familias suelen utilizar el Exámen, una práctica desarrollada por San Ignacio de Loyola, que consiste en repasar los acontecimientos del día, reconocer la presencia de Dios y pedir perdón por las deficiencias.

Integrar estas prácticas consiste en ser intencional y consciente. Al ser conscientes de las dimensiones espirituales de las acciones cotidianas , los momentos ordinarios se convierten en sagrados. En un mundo que a menudo avanza a un ritmo frenético, tomarse un momento para infundir fe en las rutinas diarias puede proporcionar un ancla muy necesaria. Este enfoque consciente mantiene viva la fe y hace que la vida cotidiana sea más satisfactoria y significativa para nosotros y nuestros hijos.

Daniel Esparza

Fuente: Aleteia