Con motivo de un encuentro a puerta
cerrada con sacerdotes, Francisco hizo frente a los desafíos del mundo y la
Iglesia
Foto: AFP. Dominio público |
Por una parte, hizo referencia a los numerosos conflictos que se están viviendo y lamentó las grandes inversiones mundiales que se están llevando a cabo en la compra de armas. Mencionando el abstencionismo que está enfrentando la política, declaró que esta es «la forma más alta de caridad» y por ello recordó la importancia de implicarse y de trabajar por el bien común.
A su vez, lamentó
que la sociedad actual, a pesar de la mucha necesidad que tantas personas
padecen, destine tanto dinero a la adquisición de anticonceptivos, así como a las cirugías estéticas y veterinarios. Monseñor di Tolve,
obispo auxiliar de la diócesis de Roma que estuvo presente en el encuentro,
explicó que «debemos ayudar a la gente a encontrar los valores más importantes
y verdaderos en un contexto y una cultura en la que a todos se les dice:
«Piensa en ti mismo, realiza tu vida. No mires demasiado a tu alrededor, sólo
date cuenta de ti mismo.» Aquí no podemos aceptar que la familia humana sea
así».
Por otra parte, el Santo Padre destacó la importancia de las diócesis y la figura del sacerdote en el acompañamiento de todas las personas: desde los jóvenes que sufren dificultades hasta los ancianos: «Nuestro trabajo como sacerdotes es ir a buscar a estas personas» porque «la Iglesia es profética o clerical: a nosotros nos toca elegir».
Abordó la necesidad de ser
cercanos a la gente y de no estar sordos ante el dolor de los demás. Se llamó a
los sacerdotes a «ser fuertes y mansos al mismo tiempo, hacerles sentir que la
parroquia está cerca de ellos, casa entre las casas, y que pueden revivir una
experiencia familiar».
Finalmente, no
olvidó agradecer la labor y trabajo que todos los sacerdotes hacen, instándoles
a seguir cercanos a la gente, acompañando y escuchando a quienes se confían a
ellos.
María Rabell García