ACI Prensa |
Santa
Águeda de Catania
Santa Águeda
de Catania es la patrona de las enfermeras. Ella fue una joven que
consagró a Dios su pureza y murió mártir en el siglo III, durante una
persecución contra los cristianos ordenada por el emperador Decio.
Según
la tradición, el gobernador Quinciano ordenó que a Águeda le cortaran los
pechos y la azotaran, pero en la noche de ese día el Apóstol San Pedro se le
apareció, sanó sus heridas y la animó a aceptar su cruz. Al verla sana al día
siguiente, sus captores la asesinaron lanzándola sobre brasas ardientes.
Los
católicos piden la intercesión de Santa Águeda por las mujeres con partos
complejos o con problemas de lactancia, y en general por quienes sienten dolor
en el pecho. También es considerada protectora de las mujeres y patrona de las
enfermeras.
Santa
Teresa de Calcuta
La Madre
Teresa nació en 1910 en Skopje, perteneciente en ese entonces a Albania.
Es recordada por haber fundado a las Misioneras de la Caridad, congregación que
hasta el día de hoy atiende a miles de enfermos en extrema pobreza alrededor
del mundo.
La
religiosa dedicó su vida a recorrer los barrios pobres de la India, donde
visitó familias, lavó las heridas de los enfermos y ayudó a los olvidados,
entre ellos los leprosos y los llamados “intocables”, la casta hindú más baja.
Recibió
el premio Nobel de la Paz y murió a los 87 años en 1997. Fue canonizada el 2016
por el Papa Francisco.
En
2019 el Papa Francisco recordó que Santa Teresa de Calcuta es “un
modelo de caridad que hizo visible el amor de Dios por los pobres y los
enfermos”.
Santa
Isabel de Hungría
Esta santa
del siglo XIII, hija del rey húngaro Andrés II el Hierosolimitano, fue una
joven madre que aprovechó su posición para ayudar a los enfermos en situación
de pobreza.
Isabel,
que vivió por más de 15 años en el Castillo de Wartburg, mandó a construir un
hospital con 28 camas y visitaba todos los días a los enfermos para atenderlos
personalmente. A fin de costear su obra de caridad, inclusive tuvo que vender
sus joyas y vestidos.
La
noble mujer se casó con el príncipe Luis II, Landgrave de Turingia, pero cuando
este murió, decidió tomar el hábito de la tercera Orden de San Francisco de
Asís. Isabel murió en 1231, a los 24 años, luego de vivir por varios años
austeramente y trabajando como costurera.
Santa
Catalina de Siena
Catalina,
nacida en Siena (Italia) en 1347, fue una mística terciaria dominica,
declarada Doctora de la Iglesia y copatrona de Europa.
Desde
que se consagró como religiosa asumió un compromiso con los pobres y enfermos.
El
libro “La leyenda mayor” del Beato Raimundo de Capua narra que Catalina ayudó
en el hospital a una mujer leprosa llamada Cecca. No sólo le dio limosnas, sino
que le ofreció sus cuidados. Cada mañana y cada tarde, visitaba a la enferma
personalmente, cocinaba y le servía los alimentos.
Santa
Luisa de Marillac
Esta santa
nacida en Francia en 1591 fue cofundadora de las Hijas de la Caridad junto
a San Vicente de Paúl.
Al
inicio de su ministerio, Luisa se hizo cargo de un hospital de la ciudad de
Angers que se encontraba abandonado, y en París cuidó a los afectados por una
epidemia.
Luisa
siempre insistió en lavar a los enfermos pobres, algo poco usual en aquella
época.
Antes
de partir, dejó este mensaje a sus hermanas espirituales: “Os ruego que no se
deje nunca de lavar los pies de los enfermos que entran, que se les lave la
ropa y se los trate con gran dulzura y caridad: vuestra obligación es que
tengan los remedios y el alimento a tiempo”.
Con
la guía de Luisa de Marillac las Hermanas de la Caridad extendieron su servicio
a otros hospitales, orfanatos, casas de reposo, instituciones para enfermos
mentales, etc.
Santa
Luisa de Marillac murió el 15 de marzo de 1660. Fue canonizada en 1934 por el
Papa Pio XI. En 1960 el Papa San Juan XXIII la nombró patrona de los asistentes
sociales.
San
Artémides Zatti
En
noviembre de 2022 los obispos de Argentina declararon a San Artémides Zatti
como patrono de los enfermeros de ese país, mes y medio después de ser
canonizado.
Desde
muy joven asistió a una parroquia salesiana y comenzó su camino al sacerdocio,
hasta que contrajo tuberculosis cuidando a un sacerdote.
Artémides
prometió a María Auxiliadora que, si se curaba, entregaría su vida al cuidado
de los enfermos. Por eso abandonó la idea del sacerdocio y se hizo salesiano
coadjutor, dedicándose al servicio en el campo de la Medicina.
Con
35 años, Zatti se convirtió en director del hospital dirigido por los
salesianos en Viedma. Más tarde, también pasó a ser el gerente de la farmacia y
recibió su licencia como enfermero profesional.
Zatti
trabajaba en el hospital y también viajaba a las periferias de Viedma y a la
vecina ciudad de Carmen de Patagones para atender a los necesitados. En la zona
se extendió su fama de santo enfermero.
Por Diego
López Marina
Fuente: ACI