Foto: Arzobispado de Barcelona. Dominio público |
Alfons Sagalés, director del Secretariado diocesano de Tanatorios, afirma que la idea surgió «porque el Sínodo sobre la Sinodalidad supone un marco idóneo para abrir la puerta a todas las personas del pueblo de Dios, y en este sentido los laicos y religiosas tienen una aportación importante en la labor de la Iglesia en muchos ámbitos, incluida la pastoral de exequias».
El origen remoto de esta iniciativa se
encuentra asimismo en la pandemia por la COVID-19, «cuando nos vimos
desbordados ante tantos fallecimientos y nos dimos cuenta de que teníamos que
abrir el abanico: era una necesidad de las familias el poder ser acogidas por la
Iglesia en su duelo».
Por ello, estas personas han
recibido para ello una formación específica «aunque, en el caso de las
religiosas, ellas vienen con un bagaje muy bueno y casi ni les hace falta». En
cuanto a los laicos, «normalmente están ya vinculados en alguna realidad
religiosa de la diócesis», y tanto unos como otros «aportan su propia identidad
y su propia sensibilidad en el ejercicio de este servicio», asegura Sagalés.
Con estos meses de experiencia, el director del Secretariado diocesano de Tanatorios es testigo de que las familias «han acogido perfectamente» esta iniciativa. «Al principio teníamos nuestras dudas sobre cómo iban a reaccionar —reconoce—, pero nos hemos dado cuenta de que había una demanda por su parte. De algún modo había ganas de que las religiosas y los laicos tuvieran más relevancia en nuestras celebraciones».
Juan
Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Fuente:
Alfa y Omega