El Papa Francisco invita a los sacerdotes a “a vivir cada confesión como un momento único e irrepetible de gracia, y a entregar generosamente el perdón del Señor, con afabilidad, paternidad y me atrevería a decir que también con ternura materna”.
Imagen referencial del sacramento de la confesión. Crédito: P. Vytautas Markünas, SDB / Cathopic. Dominio público |
El Pontífice destaca además que “la tarea que se os confía en el
confesionario es hermosa y decisiva, porque os permite ayudar a tantos hermanos
y hermanas a experimentar la dulzura del amor de Dios”.
El texto repartido reflexiona sobre el acto de contrición
propuesto por San Alfonso María de Ligorio, también conocido como acto de
dolor, una oración que “a pesar del lenguaje un tanto antiguo, que incluso
podría malinterpretarse en algunas de sus expresiones”, explica el Pontífice,
“conserva toda su validez, tanto pastoral como teológica”.
Así, el Papa Francisco destaca tres aspectos: el
arrepentimiento, la confianza y la intención.
Sobre el arrepentimiento enfatiza que “no es fruto del
autoanálisis ni de un sentimiento psíquico de culpa, sino que brota de la
conciencia de nuestra miseria ante el amor infinito de Dios, de su misericordia
sin límites”. Esta experiencia, añade, es “la que mueve a nuestra alma a
pedirle perdón, confiando en su paternidad”.
Así, “el sentido del pecado es proporcional precisamente a la
percepción del amor infinito de Dios: cuanto más sentimos su ternura, más
deseamos estar en plena comunión con Él”, expone.
Sobre la actitud de la confianza en el acto de contrición, , el
Papa Francisco destaca la belleza que encierra que el penitente “la bondad
infinita de Dios y la primacía, en la propia vida, del amor a Él”, lo que
implica “significa poner a Dios en el centro de todo, como luz en el camino y
fundamento de todo orden de valores”.
En tercer lugar, el Papa aborda la cuestión sobre la intención o
voluntad del penitente “de no caer nunca más en el pecado”, lo que permite
pasar del dolor de atrición al de contrición, esto es, “del dolor imperfecto al
dolor perfecto”.
A este respecto, destaca que lo que se expresa es “un propósito,
no una promesa”, pues nadie puede “prometer a Dios que no volverá a pecar”. En
consecuencia, “lo que se requiere para recibir el perdón no es una garantía de
impecabilidad, sino un propósito presente, hecho con recta intención en el
momento de la confesión”.
Por último, en su reflexión sobre la oración del santo italiano,
el Papa Francisco subraya que en ella las palabras “Señor” y
“misericordia” aparecen como sinónimos, lo que lleva a recordar que “en
todo acto de misericordia, en todo acto de amor, resplandece el rostro de
Dios”.
Por Nicolás de Cárdenas
Fuente: ACI