El arzobispo de Granada, José María Gil Tamayo, ha presidido la Solemne Apertura del Año Jubilar: "Sin la fe no nos entenderíamos como pueblo"
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EFE/ Marcial Guillén. Dominio público |
El
obispo se remitió en la misa "a las palabras del Santo Padre, el Papa
Francisco, invitando a todos a venir a Caravaca, a la Región de Murcia durante
este Año Jubilar" y dijo que la razón de peregrinar "es sencilla, se convierte en un foco de espiritualidad y de
peregrinación para todos". "Peregrinar a Caravaca supondrá entrar en el
misterio del amor que nos ha ofrecido Jesucristo, vamos a Caravaca a participar
de la misericordia y del perdón de Dios para sentir la fuerza y la alegría de
salir de aquí cargados", añadió.
Durante la homilía, Gil
Tamayo ha subrayado como esta ciudad, Caravaca de la Cruz, se distingue por ser
“de la cruz” y no se entiende sin ella. Ha destacado además que es el primer
jubileo después de una pandemia donde hemos recibido “tantas gracias, ayuda y
solidaridad de Dios”: “Nos
ha enseñado muchas cosas, entre ellas que somos dependientes del Señor y de los
demás”.
El
camino de la cruz, para el arzobispo de Granada, “es un camino de amor, es el Vía Crucis de la
existencia cristiana que se ejemplariza en la subida hasta este monte para
encontrarse con la reliquia del Señor”.
“Queridos
hermanos, este es un tiempo de conversión, de vuelta a Dios, es un tiempo que ha de ser de revitalización
cristiana, personal y comunitaria. No es simplemente una
visita, no es simplemente recorrer estos lugares bellos, sino que es algo mucho
más profundo […] Estamos
llamados a contemplar a Cristo que es el centro de nuestra vida”,
ha subrayado Gil Tamayo. Un Jubileo que no puede ser otra cosa “que poner
Cristo en el centro, nos ha de llevar a mirar al árbol de la cruz, esa cruz que ha dejado de ser un instrumento
de ignominia y de condena, para convertirse en una señal de victoria”.
Reflexionando sobre la
cruz, Gil Tamayo ha remarcado que se ha convertido “en la señal de la victoria
y la llevamos sobre nuestro pecho, la ponemos en nuestras casas, corona
nuestras iglesias, la ponemos en nuestras tumbas. La cruz se ha convertido para nosotros en la
salvación. Queridos hermanos, vamos a tomarnos en serio esto de la cruz”.
“Hemos de tocar, como
consecuencia de nuestro amor a la cruz de Cristo, aquellos en quienes se
reproduce la pasión de Cristo: los enfermos, los pobres, los necesitados, los
abandonados, los que sufren en silencio. Hemos de tocar, como
nos dice el Papa Francisco, la carne de Cristo en los otros”, ha afirmado Gil
Tamayo durante la homilía. El arzobispo ha pedido no esconder la cruz de
Cristo: “No reduzcamos nuestra fe a lo privado. No la
pongamos bajo sospecha. Recuperemos el ardor de la fe en torno a este Año Jubilar. Sin la fe no nos entenderíamos como pueblo y
hemos de reivindicar la coherencia pública de nuestras convicciones cristianas”.
“Caravaca
está llamada hoy, más que nunca, a seguir la tradición de sus mayores, y a
testimoniar la cruz de Cristo en nuestra sociedad, testimoniarla siendo
transformadores de la sociedad según los valores de la fe cristiana, haciendo así una sociedad más humana y justa
en libertad y en progreso de todos sin dejar a nadie atrás”, ha
remarcado Gil Tamayo al final de su homilía.
El evento que supone el
Año Jubilar caravaqueño tiene su base en un hecho religioso cuya trascendencia se remonta a casi
ochocientos años. La Vera Cruz es un leño de la cruz donde se
supone que murió Jesucristo y que está dentro de un relicario de doble brazo y
que actualmente es el emblema de la ciudad.
Juan Pablo II tuvo a bien conceder nuevo Año Jubilar a Caravaca de
la Cruz en 1981 al conmemorarse el 750 aniversario de la aparición de la Cruz
en Caravaca.
En 1998 se comunicaba oficialmente por parte del Vaticano la concesión de Año
Santo In Perpetuum cada siete años, siendo el primero el 2003.
Fuente:
ECCLESIA