En la historia de la Iglesia Católica, diversos santos y beatos han descrito cómo es el infierno e incluso el lugar preciso donde estarían los "malos cristianos", en base a visiones y mensajes que recibieron durante sus vidas
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| Crédito: Guido Jansen / Unsplash. |
1. La
estructura del infierno
Santa Teresa de
Jesús, Doctora de la Iglesia, aseguró que cuando el Señor le mostró el infierno le pareció estar
en una “entrada a manera de un callejón muy largo, y estrecho, a manera de
horno muy bajo, y oscuro, y angosto: el suelo me parecía de una agua como todo
muy sucio, y de pestilencial olor”.
Santa Francisca
Romana también estuvo en la entrada del averno. Según el testimonio de su confesor, el P. Juan Mattiotti, allí
ella “vio un abismo grandísimo y terribilísimo”. Además, había letreros con
esta advertencia: “Este es el infierno sin esperanza y donde no hay jamás
consuelo”.
Según el relato
de la Beata Ana Emerick, el infierno que ella vio tenía “la forma de un
edificio inmenso, tenebroso, alumbrado con una luz metálica”. Asimismo, aseguró
que tenía una entrada con “enormes puertas negras con cerraduras y cerrojos”.
Pero los ángeles las derribaron y los enemigos adoraron a Cristo cuando Él
descendió a los infiernos.
La Beata
Emerick sostuvo que allá hay prisiones, cavernas, desiertos y
lagos que llevan al “disgusto y el horror”. Santa Faustina Kowalska dijo que en el infierno “existen cavernas y fosas de
tortura donde cada forma de agonía difiere de la otra”.
2. Los
tormentos según Dios Padre
Algo poco usual
en la vida de los santos es que el mismo Dios Padre les hable directamente. Un
caso muy particular fue el de Santa Catalina de Siena, Doctora de la Iglesia.
En su obra llamada El Diálogo, la santa narra que el Padre Eterno le indicó
los cuatro principales tormentos del infierno, de los cuales se derivan todos
los demás suplicios.
Según los
relatos de la santa, Dios Padre describió que el primer tormento es que las
almas condenadas se ven privadas de Él. Esto les produce un dolor tal que
preferirían el fuego y crueles tormentos para poder verlo. Esta agonía activa
el segundo tormento que es el dolor del gusano de la conciencia, porque son
conscientes que por su propia culpa no pueden estar con Él.
El tercer
tormento es la visión de los demonios porque “viéndolos se conocen más a sí
mismos, esto es, conocen que por culpa suya son dignos de ellos”, le indicó el
Padre Eterno. Además, añadió que en los demonios esas almas ven su propia
figura tan horrible “que no la puede imaginar el corazón humano”.
El cuarto es el
fuego. Dios Padre le aseguró que el alma es inmaterial y no se puede consumir,
pero que Él en su justicia divina ha “permitido que la queme sufriendo, que la
aflija y no la consuma”. Luego enfatizó que el fuego la hace sufrir con grandes
penas, en diversas formas y dependiendo de la diversidad de los pecados y la
gravedad de la culpa.
3. El lugar de los “malos cristianos” en el infierno
En la Leyenda Dorada del Beato Santiago de la Vorágine se
narra que cierto día el Abad San Macario, gran luchador contra los demonios, se
encontró con una calavera. El santo, luego de rezar a Dios, le preguntó a quién
pertenecía ese cráneo y dónde estaba su alma.
La calavera le
respondió que era de un hombre pagano y que su alma estaba hacia el fondo del
infierno. Entonces el Abad le interrogó sobre quiénes estaban debajo de su
alma. La calavera le indicó que al fondo se encontraban las almas de los “malos
cristianos”, pues “durante su vida despreciaron la sangre de Cristo con que
fueron redimidos”.
Por Abel
Camasca
Fuente: ACI
Prensa
