El pasado domingo el Arzobispo de Madrid, Cardenal José Cobo, bautizó a Javier, de origen judío, a sus 44 años, después de un proceso de discernimiento y conversión paulatino que cogió fuerza con la preparación para recibir la Primera Comunión de su hijo mayor, Gonzalo.
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Crédito: Arzobispado de Madrid. Dominio público |
En
2010 conoció a su mujer, Cristina, y se casaron según el rito católico previsto
para los matrimonios mixtos. Allí se empezaron a derribar mitos sobre los
sacerdotes. Pese a ello, la práctica religiosa de su mujer no fue muy frecuente
hasta que llegó el momento de comenzar la preparación para la Primera Comunión
del mayor de sus tres hijos.
Según detalla el sitio web de la Archidiócesis de Madrid,
Cristina se planteó: “Si yo quiero que mi hijo crea como yo, tendré que
llevarlo a Misa”. Y así fue como Javier comenzó a frecuentar la parroquia, más
que nada, para ocuparse del pequeño de los hijos.
En
una ocasión, entró en la capilla del Santísimo de la parroquia de Nuestra
Señora Flor del Carmelo en el populoso barrio de El Pilar en Madrid y, a pesar
de mantenerse en su fe judía, sintió un abrazo.
Entonces
empezó a hablar a escondidas con Dios, a rezar pidiendo luz. Cristina llevó a
casa una imagen de la Virgen Peregrina y Javier descubrió en ella “alguien con
un amor infinito con quien puedes hablar”.
La
frecuente asistencia a la Misa le hizo aprenderse algunas oraciones y sentir
una mayor atracción hacia la Iglesia Católica. Así que decidió hablar con un
sacerdote en 2023, que le animó a tener calma, pero no ha dejar de
discernir.
Así,
Javier descubrió “la respuesta a las cosas que me preocupaban desde pequeño:
qué hay después de la muerte y cómo se alcanza el perdón”.
Durante
la Misa, el Cardenal Cobo subrayó que Dios llama a todos, “uno a uno” para
estar con Él, lo que implica, sobre todo, “dejar que Jesús siga trabajando en
nosotros”.
Qué implica el Bautismo católico
El
Catecismo de la Iglesia Católica define el Bautismo como “el fundamento de toda
la vida cristiana, el pórtico de la vida en el espíritu (vitae spiritualis ianua) y la
puerta que abre el acceso a los otros sacramentos”.
Por
él, somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, nos hacemos
miembros de Cristo y “somos incorporados a la Iglesia y hechos partícipes de su
misión”, añade el canon 1213.
El
Bautismo “simboliza el acto de sepultar al catecúmeno en la muerte de Cristo,
de donde sale por la resurrección con Él” y “significa y realiza ese nacimiento
del agua y del Espíritu”, detallan los cánones sucesivos.
En
los ritos latinos y orientales, la iniciación cristiana de adultos culmina con
la recepción de los tres sacramentos: Bautismo, Confirmación y Eucaristía.
Por Nicolás
de Cárdenas
Fuente: ACI