Esta semana nuestra colaboradora Mar Dorrio comparte a los padres de familia un punto clave sobre la educación en buenos modales y urbanidad que ha compartido en sus talleres en Madrid
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Para hablar de buenos modales hace
falta partir del hecho de que papá y mamá están en lo correcto cada vez que les
dicen a sus hijos: «Siéntate bien, quita los codos de la mesa, mantén la boca
cerrada mientras comes…» Estos pequeños detalles no solo los están moldeando
para desenvolverse con elegancia, sino que están dotándolos de habilidades que
muchas personas valoran más de lo que ellos podrían imaginar.
Sin embargo, el protocolo, los
buenos modales y la urbanidad van más allá de eso, ya que solo cobran sentido
si se practican desde la bondad y la compasión. Solo tienen sentido si
se busca la caridad.
Tenemos que querer utilizar estas
normas para hacer de este mundo un lugar más acogedor para quienes nos rodean.
En cambio, si realizamos estas prácticas porque nos hacen sentir superiores a
aquellos que no las conocen, entonces caemos en el error de despojarlas de su
esencia.
Un medio para alcanzar la caridad
Los buenos modales son un medio para alcanzar un fin noble: la
caridad. Si los convertimos en un fin en sí mismos, los vaciamos de su
verdadero significado. Seremos los catetos del Cielo, que nos quedamos con el
envoltorio y tiramos el caramelo.
Además, la elegancia y el buen trato tienen más que ver con
nuestra forma de ser que con nuestro estatus. Se trata de saber escuchar, ser
comprensivos, mostrar empatía, no criticar, y todo esto nada tiene que ver con
las marcas de ropa que vestimos.
Modales en
la cena de Navidad
Con
todo lo dicho en mente, y de cara a las celebraciones de Navidad y
fin de año, vale la pena recordar juntos las normas de urbanidad en la mesa, ya
sea como anfitriones o como invitados. Que el
deseo de mejorar el ambiente para nuestros seres queridos nos ayude a recordar
la importancia de mantener la urbanidad y el respeto mutuo en cada celebración
familiar.
Un pequeño consejo para lograrlo: imprime un esquema sencillo de
cómo se coloca correctamente la mesa y ponlo en el armario de la vajilla. Así,
tus hijos ya no tendrán excusa para no hacerlo bien.
Y, que ante cualquier momento de duda, pensemos: ¿cómo lo haría
Ella? Seguro que la Virgen, nuestra Madre, priorizaría la caridad
frente a los buenos modales. Sería capaz de beber la sopa del plato si con eso
conseguía que se sintiese más cómodo el que tuviese delante. Que la vida nos
encuentre siempre mirándola a Ella.
Mar Dorrio
Fuente: Aleteia