El canto del Gloria es parte integrante de la Misa, excepto durante el Adviento, tiempo en el que no se entona. He aquí algunas explicaciones
![]() |
© Pascal Deloche / Godong |
El Gloria (o Gloria a Dios) es un himno que
expresa los cuatro fines de la Misa: la adoración a Dios, la acción de gracias,
el perdón de los pecados y la petición de nuevas gracias. Este lo encontramos
en el Evangelio de san Lucas, después del nacimiento del Niño Jesús:
«Y junto con el Ángel, apareció de pronto una
multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: ¡Gloria a Dios
en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él». (Lc 2,
13-14)
Se introdujo en el siglo II en la Misa de
Nochebuena, antes de generalizarse en las Misas dominicales a partir del siglo
VI. Al principio, solo los obispos podían proclamarla, pero más tarde se
extendió a todos los sacerdotes.
Sin embargo, durante los domingos de Adviento y
Cuaresma, este himno ya no se canta (a excepción del 8 de diciembre, solemnidad
de la Inmaculada Concepción, y en México y toda América, el 12 de diciembre, en
la solemnidad de Nuestra Señora de Guadalupe).
El Gloria tiene, sin duda, un carácter festivo
y alegre, como una aclamación gozosa; es el himno de la Natividad por
excelencia. Y como no es posible anticipar la «gran alegría» de la Natividad
para que la alegría sea completa, este canto no se entona durante el Adviento.
Tras una pausa de cuatro semanas, se vuelve a cantar en la iglesia en la Misa
de Nochebuena.
¿Qué dice el
Misal romano?
El Gloria es
un himno antiquísimo y venerable con el que la Iglesia, congregada en el
Espíritu Santo, glorifica a Dios Padre y suplica al Cordero. El texto de este
himno no puede cambiarse por otro. Lo inicia el sacerdote o, según las
circunstancias, el cantor o el coro, y en cambio, es cantado simultáneamente
por todos. Si no se canta, lo dirán en voz alta todos simultáneamente, o en dos
coros que se responden el uno al otro (IGMR 53).
El Aleluya se
mantiene
Aunque se omite
el Gloria, como en Cuaresma, en Adviento se conserva el Aleluya. A pesar de que
el Adviento es un tiempo de espera y conversión, es también un tiempo de
alegría porque la salvación, a través del nacimiento de Jesús, se acerca. Por
eso se sigue cantando el Aleluya.
Anna Ashkova
Fuente: Aleteia