Cada 2 de diciembre se celebra el Día Internacional para la Abolición de la Esclavitud. Con ese motivo, recordamos a cuatro santos que denunciaron este flagelo y lucharon contra él con esperanza cristiana.
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Santa Josefina Bakhita, San Pedro Claver, San Carlos de Foucauld y San Patricio. Dominio público |
San
Pedro Claver fue un sacerdote jesuita que evangelizó los territorios españoles
en América. Al llegar al Nuevo Mundo, el santo encontró que la esclavitud
estaba institucionalizada desde el segundo viaje de Cristóbal Colón en 1510.
En
total, cerca de 14 millones de africanos, sobre todo de Guinea, el Congo y
Angola, fueron esclavizados y usados para trabajos forzados. Cartagena, en
Colombia, se convirtió en el principal centro de comercio de esclavos en
América.
Si
bien reconocía que no podía cambiar el sistema, Claver confiaba en hacer mucho
con la gracia de Dios. El santo español no se limitó a quejarse de las
injusticias, sino que se convirtió en un apóstol de los esclavos. En Cartagena
los sirvió, defendió y evangelizó.
Además,
esperaba cada mes la llegada del barco que traía a los esclavos para
alimentarlos, pues sabía que eran transportados en condiciones inhumanas.
Atendía a cada uno y los cuidaba.
Hoy,
San Pedro Claver es considerado patrono de las misiones católicas entre los
negros.
Nació
en una familia cristiana de Francia. Si bien en su adolescencia se alejó de la
fe y se entregó a una vida mundana, luego de viajar y quedar impactado por cómo
los musulmanes se tomaban en serio su religión, decidió acercarse nuevamente al
cristianismo. En un viaje a Tierra Santa descubrió su vocación religiosa.
En
1901, a los 43 años, fue ordenado sacerdote y viajó al Sahara, donde inició su
misión con los tuaregs en la aldea de Tamanrasset. Allí evangelizó a los
pueblos del desierto y luchó contra la esclavitud, comprando esclavos para
luego liberarlos. Murió asesinado en Argelia.
Del
carisma del santo francés surgieron diez congregaciones religiosas y ocho
asociaciones de vida espiritual.
El
santo patrono de Irlanda fue un obispo y un gran misionero que luchó contra la
esclavitud.
En
la Carta
a los soldados de Coroticus, el santo pretendía avergonzar al
general del siglo V, denunciando cómo sus soldados mataban, capturaban y
martirizaban cristianos.
En
el texto, San Patricio denunció que los soldados “se repartían a las indefensas
mujeres bautizadas como premios”, y manifestó que no sabía qué lo entristecía
más: los muertos, los capturados o los mismos esclavizadores, “aquellos a
quienes el diablo había atrapado tan profundamente”.
El
santo se identificaba especialmente con los cautivos, pues en la carta confesó
que asaltantes irlandeses lo habían esclavizado y además masacraron a quienes
trabajaban como sirvientes en la casa de su padre. Durante su cautiverio, San
Patricio pasó seis años cuidando ovejas para su amo.
Josefina
nació en Sudán y sufrió la esclavitud durante gran parte de su vida. Siendo una
niña muy pequeña, unos negreros la capturaron en el bosque y la llevaron a una
ciudad para venderla. En total, fue vendida a cinco personas que la humillaron
y maltrataron.
Augusto
Michieli, un amigo de su quinto amo, la llevó a trabajar en su hogar como
niñera de Minnina, de quien se hizo muy amiga. Posteriormente ambas entraron al
noviciado de las Hermanas Canossianas juntas. Gracias a la generosidad y la
caridad de la familia Michieli, Bakhita conoció a Dios y supo que “Él había
permanecido en su corazón” siempre.
También
comprendió que había sido el Señor quien le había dado las fuerzas para
soportar la esclavitud.
“Si
volviese a encontrar a aquellos negreros que me raptaron y torturaron, me
arrodillaría para besar sus manos porque, si no hubiese sucedido esto, ahora no
sería cristiana y religiosa”, expresó.
El
año 2007, el Papa Benedicto XVI mencionó a Santa Josefina Bakhita en su
encíclica Spe salvi como ejemplo de esperanza.
Hoy
Santa Bakhita es considerada una especial intercesora en la lucha contra la
esclavitud.
Por Cynthia
Pérez
Fuente: ACI