En el marco de
la guerra entre el Estado de Israel y los terroristas de Hamás en Gaza
(Palestina), destaca la historia de San Porfirio, Obispo de Gaza por el siglo
V, a quien Cristo se le apareció con una misión especial: llevar agua milagrosa
y paz a la población.
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San Porfirio de Gaza | Crédito: Dominio Público - Wikimedia Commons |
Un día, mientras estaba en el Santo Sepulcro, tuvo una visión
mística de Cristo, quien le manifestó: “Te devuelvo la salud para que te
encargues de cuidar mi Cruz”. Posteriormente, el santo fue sanado de forma
milagrosa.
Porfirio fue creciendo en santidad, custodiando el fragmento de
la Cruz que había en el Santo Sepulcro.
El Obispo de Jerusalén lo ordenó sacerdote en el 392 y, más
adelante, fue enviado a la región de Cesarea, al noroeste de Jerusalén, donde
el prelado del lugar necesitaba ayuda.
Según las crónicas, el santo tuvo un sueño en el que Cristo le
señaló: “Hasta ahora te has encargado de custodiar mi Santa Cruz. De ahora en
adelante te encargarás de cuidar a unos hermanos míos muy pobres”.
El Obispo de Cesarea le pidió que se convirtiera en el nuevo
Obispo de Gaza. Él aceptó, al considerar que era la voluntad de Dios, y recibió
el orden episcopal en el 395. Cuando arribó a Gaza, la gente que creía en
dioses paganos e ídolos no lo recibió bien. No obstante, él se dedicó a servir
a los pobres.
Gaza sufría una terrible sequía y los paganos maltrataban a los
cristianos, incluyendo a Porfirio, al señalar que las condiciones climáticas
eran un castigo de los dioses contra estos últimos. Seguidamente, Porfirio
organizó una procesión con cantos y rezos por las calles. Cuando la procesión
terminó, cayó sobre la ciudad una lluvia torrencial y varios se convirtieron al
presenciar el prodigio.
A pesar de lo acontecido, algunos paganos ejercieron violencia
contra los cristianos. San Porfirio, que era bondadoso y pacífico, no toleraba
injusticias; por ello acudió a la máxima autoridad del Imperio que estaba en
Constantinopla, quien le concedió un batallón para alcanzar la paz y el orden
en la ciudad.
Más adelante, Porfirio construyó un templo. Con su servicio
apostólico logró que muchos dejaran de lado sus creencias en dioses paganos e ídolos.
De igual modo, abandonaron las prácticas de la magia negra.
Caracterizado por su caridad a los más necesitados y por haber
alentado por años a los sacerdotes y fieles en la misión, partió a la Casa del
Padre el año 420. Su tumba se conserva en la Iglesia ortodoxa griega de San
Porfirio de Gaza, que data del siglo XII.
San Porfirio es venerado por los católicos y ortodoxos presentes
hasta hoy en esa región. Su fiesta es el 26 de febrero, fecha en que partió al
cielo.
Por Abel Camasca
Fuente: ACI