Se publicó hoy martes 14 de noviembre, el mensaje del Papa Francisco para la Trigésima octava Jornada Mundial de la Juventud, que lleva por tema: “Alegres en la esperanza” (cf. Rm, 12,12)
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Vigilia jóvenes en la JMJ en Lisboa |
El próximo 26 de noviembre se realizará a nivel
diocesano, cada diócesis celebrará la Jornada. En el texto, el Papa recuerda el
pasado encuentro mundial en agosto en Lisboa, y las próximas citas con ellos,
en el jubileo en Roma, y en Seúl en el 2027
Se publicó hoy el mensaje del Papa Francisco
para la Trigésima
octava Jornada Mundial de la Juventud, que lleva por tema: “Alegres en
la esperanza”, (cf. Rm, 12,12). El próximo 26 de noviembre se realizará a nivel
diocesano, cada diócesis celebrará la Jornada. Los próximos encuentros con el
papa serán en el jubileo del 2025 en Roma, y en la JMJ en Seúl, en el
2027. En su preparación al jubileo, los temas que tratarán
serán: “Alegres en la esperanza” (cf. Rm 12,12)” y, luego,
del profeta Isaías “Los que esperan en el Señor caminan sin cansarse”
(cf. Is 40,31).
Pidió a los jóvenes que den esperanza, que sean
expresión del amor de Dios, que hace nacer la alegría y la esperanza, incluso
allí donde parece imposible, que sean esperanza para tantos compañeros
afligidos por las guerras, el acoso escolar, la depresión. Insta a chicos y
chicas a alimentar la confianza a través de opciones de vida concretas.
Empezando por el buen uso de las redes sociales: "Es más fácil compartir
malas noticias, que publicar cada día una palabra de esperanza". La
invitación a "no dejarse contagiar por la indiferencia y el
individualismo".
“Durante la pandemia, en medio de tantas
incertidumbres, abrigábamos la esperanza de que esta gran celebración del
encuentro con Cristo y con otros jóvenes pudiera llevarse a cabo. Esa esperanza
se hizo realidad y para muchos de los allí presentes ―entre los que me
incluyo―, sobrepasó todas las expectativas. ¡Qué hermoso fue nuestro encuentro
en Lisboa! Una verdadera experiencia de transfiguración, una explosión de luz y
alegría”.
Francisco, recordó la próxima etapa de esta
peregrinación intercontinental: Seúl, Corea, en 2027. Pero antes de ello, los
jóvenes de todo el mundo tendrán una cita en Roma, para el Jubileo de los
jóvenes, en 2025, donde también serán “peregrinos de la esperanza”.
Los jóvenes, la esperanza de la Iglesia
Más adelante, en su mensaje, el Pontífice
recuerda que los jóvenes, son “realmente la esperanza gozosa de una Iglesia y
de una humanidad siempre en movimiento”. Para ello, expresa su deseo de
tomarles de la mano y recorrer con ellos el camino de la esperanza.
Hablar con ellos de sus gozos y esperanzas, pero también de las tristezas
y angustias de sus corazones y de la humanidad que sufre.
Antes de su cita en Roma, Francisco los invitó
a prepararse al Jubileo, primero meditando “sobre la expresión paulina “Alegres
en la esperanza” (cf. Rm 12,12)” y, luego, profundizarán sobre el
texto bíblico del profeta Isaías “Los que esperan en el Señor caminan sin
cansarse” (cf. Is 40,31).
¿De dónde viene esta alegría?
“Alegres en la esperanza” (cf. Rm 12,12)
es una exhortación de san Pablo a la comunidad de Roma, que se encuentra en un
período de dura persecución, afirma Francisco en su mensaje.
“En realidad, la “alegría en la esperanza”
predicada por el Apóstol brota del misterio pascual de Cristo, de la fuerza de
su resurrección. No es fruto del esfuerzo humano, del ingenio o del arte. Es la
alegría que nace del encuentro con Cristo. La alegría cristiana viene de Dios
mismo, del sabernos amados por Él”.
Retomando las palabras de Benedicto XVI,
reflexionando sobre su experiencia en la Jornada Mundial de la Juventud de
Madrid en 2011, en el que se preguntaba de dónde viene tanta alegría, Francisco
recordando las palabras de su predecesor, afirmó que, sobre todo viene de la
certeza de la fe que nos dice que somos amados.
“Seguramente hay muchos factores que
intervienen a la vez. Pero […] lo decisivo es la certeza que viene de la fe: yo
soy amado. Tengo un cometido en la historia. Soy aceptado, soy querido». Y
precisó: «A fin de cuentas, tenemos necesidad de una acogida incondicionada.
Sólo si Dios me acoge, y estoy seguro de ello, sabré definitivamente: “Es bueno
que yo exista” […] Es bueno existir como persona humana, incluso en tiempos
difíciles. La fe alegra desde dentro» (Discurso a la Curia Romana, 22 diciembre
2011)”.
¿Dónde está mi esperanza?
El Santo Padre dijo que la juventud es un
tiempo lleno de esperanzas y sueños, alimentado por las hermosas realidades que
enriquecen nuestras vidas, señaló y mencionó entre ellas, el esplendor de la
creación, las relaciones con nuestros seres queridos y los amigos, las
experiencias artísticas y culturales, los conocimientos científicos y técnicos,
las iniciativas que promueven la paz, la justicia y la fraternidad, y así
sucesivamente.
Sin embargo, en estos tiempos, la esperanza es
la gran ausente, incluso en los jóvenes. Muchos de ellos
viven experiencias de guerra, violencia, acoso escolar y otros tipos de
dificultades, y se ven afligidos por la desesperación, el miedo y la depresión.
"Se sienten como encerrados en una prisión
oscura, incapaces de ver los rayos del sol. Esto queda dramáticamente
demostrado por el alto número de suicidios entre los jóvenes en varios países.
En un contexto así, ¿cómo se puede experimentar la alegría y la esperanza de
las que habla san Pablo? Más bien se corre el riesgo de que se apodere de uno
la desesperación, el pensamiento de que es inútil hacer el bien, porque no
sería apreciado ni reconocido por nadie, como leemos en el libro de Job:
«¿Dónde está entonces mi esperanza? Y mi felicidad, ¿quién la verá?» (Jb 17,15)".
Ser alegría y esperanza en medio de los dramas
de la humanidad
El Papa animó a los jóvenes a ser
expresión del amor de Dios, que hace nacer la alegría y la esperanza, incluso
allí donde parece imposible.
"Frente a los dramas de la humanidad,
sobre todo ante el sufrimiento de los inocentes, también nosotros, como rezamos
en algunos salmos, le preguntamos al Señor: “¿Por qué?”. Pues bien, nosotros
podemos ser parte de la respuesta de Dios. Creados por Él a su imagen y
semejanza, podemos ser expresión de su amor, que hace nacer la alegría y la
esperanza, incluso allí donde parece imposible. Me viene a la mente el
protagonista de la película “La vida es bella”, un joven padre que, con
delicadeza e imaginación, consigue convertir la dura realidad en una especie de
aventura y de juego, dando así a su hijo “ojos de esperanza”, protegiéndolo de
los horrores del campo de concentración, defendiendo su inocencia e impidiendo
que la maldad humana le robe el futuro. Pero no se trata de historias
inventadas".
Y han sido los santos los quenos han dado estos ejemplos, afirma, los que han sido testigos de esperanza incluso en medio de la más cruel perversidad humana. Para citar algunos: san Maximiliano María Kolbe, santa Josefina Bakhita, o en los beatos cónyuges Józef y Wiktoria Ulma con sus siete hijos.
Encender una esperanza en el corazón de los
hombres
En su mensaje, Francisco recuerda al Papa Pablo
VI cuando puso de relieve la posibilidad de encender una esperanza en el
corazón de los hombres, a partir del testimonio cristiano, y recordaba: «Un
cristiano o un grupo de cristianos que, dentro de la comunidad humana donde
viven […], irradian de manera sencilla y espontánea su fe en los valores que
van más allá de los valores corrientes, y su esperanza en algo que no se ve ni
osarían soñar» (Exhort. ap. Evangelii nuntiandi, 21).
Tras mencionar al poeta francés Charles
Péguy, quien en su poema sobre la esperanza, habla de las tres virtudes
teologales ―fe, esperanza y caridad― como tres hermanas que caminan juntas,
Francisco dijo que no se puede vivir sin la esperanza, es la sal de la
cotidianidad.
"En la tradición cristiana del Triduo
pascual, el Sábado Santo es el día de la esperanza. Entre el Viernes Santo y el
Domingo de Resurrección, es como un punto intermedio entre la desesperación de
los discípulos y su alegría pascual. Es el lugar donde nace la esperanza. Ese
día, la Iglesia conmemora en silencio el descenso de Cristo a los infiernos. Lo
podemos ver representado de forma pictórica en muchos iconos, que nos muestran
a Cristo resplandeciente de luz bajando a las tinieblas más profundas y atravesándolas".
Dios, continúa Francisco, no se queda a mirar
con compasión nuestras zonas de muerte o a llamarnos desde lejos, sino que
entra en nuestras experiencias de infierno como una luz que brilla en las
tinieblas y las vence. Y recuerda el Papa un poema en lengua xhosa sudafricana:
“Aunque ya no haya esperanzas, con esta poesía despierto la esperanza. Mi
esperanza se despierta porque espero en el Señor. ¡Espero que nos unamos!
Manténganse fuertes en la esperanza, porque la victoria está cerca”.
Y es esta la esperanza de la Virgen María,
que se mantuvo fuerte junto a la cruz de Jesús, segura de que la “victoria”
estaba cerca. María, insiste Francisco, es la mujer de la esperanza, la
Madre de la esperanza. La esperanza cristiana no es un fácil optimismo, ni
un placebo para incautos, sigue Francisco en su Mensaje, la esperanza cristiana
es la certeza, "arraigada en el amor y la fe, de que Dios no nos deja
nunca solos y mantiene su promesa: «Aunque cruce por oscuras quebradas, no
temeré ningún mal, porque tú estás conmigo» (Sal 23,4). La esperanza
cristiana no es negación del dolor y de la muerte, sino celebración del amor de
Cristo Resucitado que está siempre con nosotros, aun cuando nos parezca
lejano".
Alimentar la esperanza
Pero una vez que la esperanza está dentro de
nuestros corazones, a veces se corre el riesgo que se disipe por
las preocupaciones, los miedos y las cargas de la vida cotidiana, afirma
el Papa, por tanto es necesario alimentarla con la oración: rezando,
renovándola:
"Rezando mantenemos encendida la chispa de
la esperanza. «La oración es la primera fuerza de la esperanza. Tú rezas y la
esperanza crece, avanza» (Catequesis, 20 mayo 2020). Rezar es como subir a gran
altitud; cuando estamos en el suelo, muchas veces no podemos ver el sol porque
el cielo está cubierto de nubes. Pero si nos elevamos por encima de las nubes,
la luz y el calor del sol nos envuelven; y en esta experiencia encontramos la
certeza de que el sol está siempre presente, aun cuando todo se vea gris".
La esperanza se alimenta con las elecciones
diarias, eligiendo un estilo de vida donde se cultive la esperanza. Con
pensamientos positivos para contrarrestar los negativos, y aquí Francisco cita
las redes sociales, donde se encuentra con frecuencia malas noticias, en vez de
compartir buenas noticias. Por lo tanto, en su mensaje, el Santo Padre aconseja
a los jóvenes:
"traten de compartir cada día una palabra
de esperanza. Conviértanse en sembradores de esperanza en la vida de sus amigos
y de todos aquellos que los rodean. En efecto, “la esperanza es humilde, y es
una virtud que debe trabajarse ―digamos así― todos los días […]. Todos los días
es necesario recordar que tenemos la garantía, que es el Espíritu que trabaja
en nosotros por medio de cosas pequeñas” (cf. Meditaciones diarias, 29
octubre 2019)".
Cristo: la luz de la esperanza
"A veces, ustedes salen de noche con sus
amigos y, si está oscuro, encienden la linterna del smartphone para
alumbrar. En los grandes conciertos, miles de ustedes mueven estas luminarias
modernas al ritmo de la música, creando una escena sugestiva. De noche, la luz
permite ver las cosas de manera nueva; incluso en la oscuridad emerge una
dimensión de belleza. Lo mismo sucede con la luz de la esperanza, que es
Cristo. Por Él, por su resurrección, nuestra vida es iluminada. Con Él vemos
todo bajo una nueva luz".
También invitó a los jóvenes "una
mirada iluminada por la esperanza" para ver las cosas, el mundo con
una luz diferente. Los invita, a tener esta mirada en su vida diaria. Habrán
siempre retos y dificultades, pero si tenemos una esperanza “llena de fe”, les
dice, los afrontamos sabiendo que no tienen la última palabra, y nosotros
mismos nos convertimos en una pequeña antorcha de esperanza para los demás.
"No debemos huir del mundo, sino amar a
nuestro tiempo, en el que Dios nos ha puesto no sin razón. Sólo podemos ser
felices compartiendo con los hermanos y hermanas la gracia recibida, que el
Señor nos regala día tras día. Queridos jóvenes, no tengan miedo de compartir
con todos la esperanza y la alegría de Cristo Resucitado".
Por último, Francisco los insta en su mensaje a
que cuiden la chispa de la esperanza que se ha encendido en cada uno de sus
corazones, pero que no se queden con ella, que la donen al otro, a quien lo
necesita, esos amigos que en apariencia sonríen siempre, pero dentro de ellos,
sus corazones lloran, que son "pobres de esperanza". Le spide que no
se dejen contagiar por la indiferencia y el individualismo.
"Permanezcan abiertos, como canales por
los que la esperanza de Cristo pueda fluir y difundirse en los ambientes donde
viven. «Vive Cristo, esperanza nuestra, y Él es la más hermosa juventud de este
mundo» (Exhort. ap. Christus vivit, 1). Así les escribí hace casi cinco
años, después del Sínodo de los Jóvenes. Los invito a todos, especialmente a
quienes están comprometidos en la pastoral juvenil, a tomar de nuevo en sus
manos el Documento Final de 2018 y la Exhortación apostólica Christus
vivit. Ha llegado el momento de hacer juntos un balance y trabajar con
esperanza por la plena aplicación de aquel inolvidable Sínodo".
Patricia Ynestroza-Ciudad del Vaticano
Vatican News