La ciudad de Toledo acoge un evento que reconoce la necesidad de los monasterios para la sociedad, «por su extraordinaria aportación a la espiritualidad»
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Foto: Ayuntamiento de Toledo. Dominio público |
Además de tratar asuntos meramente
urbanísticos o arquitectónicos, el evento «sirvió para subrayar la aportación
que tienen estos edificios y estas comunidades desde el punto de vista
espiritual», señala Muelas.
También se habló sobre su futuro,
«que pasa inexorablemente porque haya vida consagrada dentro de ellos», añade.
En este sentido, «un convento sin monjas es un cuerpo sin alma, y por eso la
mayor apuesta que podemos hacer desde las instituciones es apoyarlos para que
sean conocidos por la población y tengan vida y vocaciones». De ahí que, «mientras
que esperamos que Dios siga llamando, porque las vocaciones dependen de Él», la
labor de la Iglesia y de entidades afines «ha de ser la de crear un ámbito en
el que se visibilice la vida contemplativa y con ella toda su riqueza».
«El mundo los necesita»
En la actualidad, la diócesis
castellanomanchega cuenta con 24 monasterios y conventos de vida contemplativa
femenina, once de ellos en el casco histórico. «Tenemos varios que tienen
muchas monjas y mucha vida en su interior, y otros que han tenido que afiliarse
a otros porque el número de religiosas ha bajado de seis», señala Raúl Muelas.
Todos ellos «tienen sus necesidades
materiales cubiertas», pero otra cosa son los gastos de mantenimiento de
edificios tan grandes y tan antiguos. «Ahí es donde necesitamos la
concienciación de las administraciones para que reconozcan la necesidad de su
viabilidad», señala el vicario diocesano para la Vida Consagrada.
La de las comunidades de vida
contemplativa es una presencia muy extendida «que no se puede
descuidar» y que el congreso ha subrayado: «Todos hemos
concluido que el mundo necesita los conventos. Y los necesita no solo la
Iglesia, sino también la sociedad civil, por su extraordinaria aportación a la
espiritualidad», concluye.
Juan
Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Fuente: Alfa y Omega