El sacerdote Carlos Villar sintetiza en "La verdadera noche es luz" algunas de las preocupaciones espirituales básicas en la vida de un cristiano
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Carlos Villar, sacerdote. Dominio público |
Es cierto que me llamó la atención que estuviera editada en Cobel ediciones, que entiendo es una loable iniciativa editorial con una difusión probablemente menor de la que quisieran sus promotores. Era cuestión de saber en qué librería suelen vender ejemplares de esta editorial.
Preocupaciones espirituales de un cristiano
Ahora que ya he leído “La verdadera noche es luz” puedo asegurar
que estamos ante un filón. El autor, director espiritual del Seminario Romano
de la Prelatura del Opus Dei, o algo así, es capaz de sintetizar en este libro
algunas de las preocupaciones espirituales básicas en la vida de un cristiano.
Entiendo que al tener ese
cargo, esto que escribe forma parte de la espiritualidad que transmite a los
futuros sacerdotes del Opus Dei. Pues si es así, no pocos en la Iglesia
debieran darse una vuelta por aquí. Igual se llevan una sorpresa.
Es decir, que seas quien seas, te dediques a lo que te dediques,
vivas la fe de una manera u otra, hay una serie de preguntas sobre la
vida espiritual, sobre sus bases, sobre los problemas, las
acechanzas, los desalientos, frustraciones, las prácticas, que tarde o temprano
tienes que hacerte.
A medida que iba leyendo estas páginas, que de verdad, enganchan, pero que recomiendo en pequeñas dosis, saboreándolas, era como si estuviera hablando con un director espiritual, consejero, animador, coach o como se diga.
Cristianos, "disfrutones" de la vida
De hecho hay alguna idea del libro que me ha parecido genial. Por
ejemplo, la que aborda la cuestión de por qué los cristianos se han cansado de
ser buenos o la que plantea cómo disfrutar del bien, es decir, la invitación a que
los cristianos seamos unos “disfrutones” de la vida, como
dice un amigo mío. “Un cristiano que no goza con la virtud, con la vida, con la
creación, no es auténtico, es una caricatura”.
Carlos Villar ha escrito este libro, y se nota, después de muchas y variadas lecturas. Es cierto que hay autores que se repiten con frecuencia, por ejemplo Romano Guardini. Tengo que confesar que no recuerdo haber visto en un libro de esta naturaleza reproducir textos de su epistolario personal, en concreto con una de las personas sobre las que confiesan más le han ayudado, Ernesto Fernández Juliá.
Crisis en la vida espiritual
El libro arranca con un capítulo dedicado a la crisis
en la vida espiritual y termina con una invitación a la
vida contemplativa, no sin antes haber hablado del mandamiento nuevo, es decir,
del amor.
Cuando escribe de la crisis, o de las crisis, deja claro que “Dios se sirve de esas crisis precisamente para derribar los ídolos que nos construimos: vivir para el rol, el activismo, la necesidad de resultados, la santidad como impecabilidad, la seguridad ante todo, el éxito profesional, la imagen ante un público…”.
Miedo a la vida real
Luego nos habla del miedo a la vida real, de los desgarramientos,
de la vocación, “que no otra que la revelación progresiva de la propia verdad”,
del corazón que se hace rígido. “Cuando en la vida cristiana cede el amor, la
pureza termina convirtiéndose en simple decadencia, el apostolado en táctica y
la disciplina en látigo”, leemos. O cuando alerta sobre las formaciones
espirituales “de corte voluntarista”.
Y para qué hablar de las páginas dedicada al diablo y sus
asechanzas en la vida… Alucinantes.
Me quedo con unas líneas que sintetizarían algo de lo dicho hasta
ahora. “La
fe apela a la profundidad de la existencia. Vivir con
hondura las realidades que tejen la dimensión de lo humano -la amistad, la
paternidad, la maternidad, la filiación, el trabajo, la sexualidad, el
matrimonio, el celibato-. Se configura como el cauce por el que la gracia
perfecciona la naturaleza, pero sin suplirla. De otro modo no hablaríamos sino
de magia”.
Eso, demasiados magos…
La verdadera noche es luz
Carlos Villar
Fuente: ReligiónConfidencial