Los secuestraron durante la noche y se los llevaron a punta de pistola. Junto a otras siete u ocho personas los hicieron tumbarse sobre el suelo desnudo, apretujados y con frío.
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| Los seminaristas Stephen Amos y Pius Tabat |
Los secuestraron durante la noche y se los llevaron a punta de pistola. Junto a otras siete u ocho personas los hicieron tumbarse sobre el suelo desnudo, apretujados y con frío. «Más tarde, nos hicieron llamar por teléfono a nuestros padres para comunicarles nuestro secuestro, mientras tanto nos pegaban», cuentan.
Pius y Stephen recuerdan cómo pasaban la mayor
parte del día con los ojos vendados y sentados bajo un árbol. Los alimentaban
con arroz. Comían y bebían agua en el recipiente que los terroristas utilizaban
para llevar combustible para sus motos. Los secuestradores le propinaban golpes
en la cabeza, en la espalda o en cualquier otra parte del cuerpo, todos los
días, sin piedad.
Durante
los días en los que estos dos seminaristas de Nigeria junto a su compañero Michael Nnadi permanecieron secuestrados, sufrieron también
vejaciones a su fe. «Nos obligaban a entonar los cantos que normalmente
cantamos en la iglesia o a bailar para ellos. Mientras cantábamos y bailábamos
con los ojos vendados, nos golpeaban».
Si bien es cierto que cada uno de los hombres que los
mantenían cautivos tenían los mismos motivos, uno de los secuestradores
comenzó a hacer preguntas a los seminaristas sobre la fe católica. Incluso
le pidió a Nnadi que le enseñara el Padrenuestro y Michael se lo enseñó. Según
cuenta Pius, tal vez los demás se enteraron de ello o el secuestrador mismo se
lo contó, y fue entonces cuando vinieron a buscar a Michael para asesinarlo.
Tres días más tarde Stephen y Pius fueron liberados
.«Después de tantos días de cautiverio, de tanto dolor, deshumanización y
palizas íbamos a ser libres. No creemos que sea una coincidencia que nos
liberaran cuatro días después de su muerte. Fue como si su sangre nos hubiera
liberado: él pagó el precio de nuestra libertad».
Nigeria es uno de los países más peligrosos para vivir la fe. En 2002 encabezó la lista de
secuestros de sacerdotes con un total de 28 y de religiosas con 7. Aunque los
cristianos nigerianos, con una población de casi 100 millones de personas (casi
el 50% de la población), no son una minoría, los que viven en los estados del
norte son víctimas de una discriminación religiosa sistémica y profundamente
arraigada. Según el Informe
Libertad Religiosa en el Mundo 2023, a esto se suma el silencio
y la pasividad de los poderes políticos, que ni condenan ni persiguen a los
perseguidores, entre ellos las milicias fulani. Estos grupos terroristas han
provocado el desplazamiento masivo de cristianos, dejando regiones enteras
despobladas. En la actualidad, de los casi seis millones de habitantes, dos
millones son desplazados internos, la mayor parte de ellos agricultores
cristianos.
Michael, Stephen, Pius han sufrido en carne propia el
ataque de hombres armados solo por la fe que profesan. «Aún me estoy recuperando del secuestro. El
maltrato, las palizas y todo lo que nos infligieron no han hecho más que
incrementar mi fe y ayudarme a seguir con más fuerza mi objetivo de convertirme
en sacerdote». Stephen reconoce que ahora se siente libre, y que su voluntad de
ser sacerdote se ha incrementado. También recuerda y reza por su «hermano
Michael». « Gracias a que él dio la vida, nosotros nos salvamos», afirman.
Fuente: El Debate
