La devoción a la Divina Misericordia no es nueva, viene de antiguo. Sin embargo, en los últimos años ha arraigado en varios grupos de apostolado en España y en todo el mundo, siguiendo la herencia de Faustina Kowalska.
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Santa Faustina Kowalska. Dominio público |
En 1922, Helena Kowalska, una joven polaca de 18
años, pidió permiso a sus padres para ingresar en un convento, porque se sentía llamada a la vida religiosa. Tras recibir su negativa, Helena fue poco a poco
entregándose a una vida de frivolidades.
Sin embargo, sus aficiones y vanidades no
conseguían satisfacer su corazón. Un día de 1924, durante un baile, mientras
todos se divertían, sintió una profunda tristeza. Tuvo entonces una de sus primeras visiones de Jesús
crucificado que, con el cuerpo cubierto de llagas, le decía: “Helena, hija mía, ¿hasta cuándo me harás sufrir; hasta cuándo me negarás?”.
Al instante, la joven abandonó el baile y se
dirigió a la iglesia más cercana, que resultó ser la catedral de San Estanislao de Kostka. Allí pidió al Señor ayuda para saber qué
hacer, pidió perdón por sus pecados y escuchó cómo Jesús le decía: “Ve inmediatamente a Varsovia, allí entrarás en un
convento”. Así fue como, en agosto de 1925, y no sin dificultades,
Helena Kowalska pasó a ser sor Faustina. Posteriormente, describiría en su
diario de casi seiscientas páginas, desde 1931 hasta 1938, diversas visiones
místicas de Jesús en su Pasión.
Vivió
13 años como religiosa y murió en 1938, a los 33 años, de
tuberculosis. Su fama de santidad fue multiplicándose. En 1966, sus restos
fueron trasladados a una capilla, sobre la cual, con el tiempo, se construiría
el santuario de la Divina Misericordia de Cracovia.
Doce promesas de Jesús
Esta devoción y el eco de las promesas que Jesús
hizo a santa Faustina se universalizaron cuando –siguiendo las indicaciones
recogidas en esos escritos– san Juan Pablo II instituyó la Fiesta de la Divina Misericordia cada primer domingo de Pascua tras el domingo de Resurrección. En 2016 cobró nueva
fuerza después de que el Papa Francisco se apoyase en ella para convocar el Jubileo de la
Misericordia.
La Iglesia ha reconocido la veracidad de las visiones místicas de santa Faustina, incluidas las doce promesas que Jesús le hizo para quien
venerase su Divina Misericordia a través de su imagen y rezase la Coronilla en
la Hora de la Misericordia.
Entre
esas doce promesas destaca la de que “por la propagación de la Divina Misericordia
durante toda su vida, el alma será protegida por
Cristo como una madre cariñosa protege a su hijo recién nacido y, a la hora de la muerte, no será para ella Juez, sino
Salvador”.
Rezar y actuar
Ahora, las realidades eclesiales que han surgido
en torno a esta devoción comienzan a unirse alrededor del Apostolado de la
Divina Misericordia y el lema: “Lo único que puede cambiar el mundo es la misericordia de Dios”.
Según cuenta a Misión el sacerdote Pedro Miret, presidente del Apostolado de la Misericordia en
Valencia, en España estos grupos “comenzaron como una devoción de varios
sacerdotes, a quienes se fueron uniendo otras personas para profundizar en el amor de Dios y rezar juntos”.
En
España, el Apostolado lleva pocos meses instituido como asociación pública de
fieles, y busca unificar su identidad y objetivos. Para ello, en octubre de
2016 se celebró en Madrid el Congreso Nacional de la Divina Misericordia (www.divinamisericordia.es), al que asistieron varios obispos y más de cuatrocientos
miembros de grupos de toda España.
Estos grupos aglutinan a sacerdotes, religiosos y
seglares que desean vivir la misericordia
en sus vidas, y que trabajan las enseñanzas de formación y oración que
reciben desde Cracovia.
Además, rezan la Coronilla en la Hora de la
Misericordia, se forman en las Escrituras, profundizan en los mensajes que el Señor dejó por medio de
santa Faustina y realizan obras de misericordia espirituales y materiales para
llevar el amor infinito de Dios a todos, y que la misericordia no sea un lema abstracto, sino un proyecto de vida
concreto.
¿Por qué se reza la Coronilla?
Según afirma santa Faustina, en una de sus
visiones místicas –aprobadas por la Iglesia– Jesús le animó a propagar el rezo
de la Coronilla, y le explicó: “Deseo conceder gracias inimaginables a aquellos que confían en mi Misericordia”.
Quien la rece “recibirá gran misericordia a la hora de su muerte; los sacerdotes la recomendarán a los pecadores como su
último refugio de salvación; y aun si el pecador más empedernido hubiese
recitado esta Coronilla al menos una vez, recibirá la gracia de Mi infinita Misericordia”.
En otra ocasión, Jesús pidió escribir a santa
Faustina que “cuando se rece esta Coronilla en presencia del moribundo, Yo me
pondré entre mi Padre y él, no como Justo Juez, sino como Misericordioso Salvador”.
¿Cómo se reza?
Se utilizan las cuentas del rosario. Se inicia con
un Padre nuestro, un Avemaría y un Credo. Al iniciar cada decena, en la cuenta
del Padrenuestro, se reza: “Padre Eterno, te
ofrezco el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de tu amadísimo Hijo,
nuestro Señor Jesucristo, para el perdón de nuestros pecados y los del mundo
entero”.
En las cuentas del Avemaría, se reza: “Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del
mundo entero”. Al finalizar, se repite tres veces: “Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad
de nosotros y del mundo entero”.
¿Cuál es la Hora de la Misericordia?
Según afirma santa Faustina Kowalska, en otra de
sus visiones místicas de Jesús, fue Él mismo quien le dijo: “A la hora de las tres, implora mi misericordia,
especialmente por los pecadores; y aunque sea por un brevísimo momento, sumérgete
en mi Pasión, especialmente en mi desamparo en el momento de la agonía. Esta es
la hora de mi gran misericordia para el mundo entero. Te permitiré entrar dentro de mi tristeza mortal. En esta hora, no le rehusaré nada al alma que me lo pida
por los méritos de mi Pasión”.
Blanca
Ruiz Antón.
Fuente:
Revista Misión/ReL