El perdón no quita nada, sino que añade dignidad a la persona. Ejemplo de ello es la santa a la que el Papa Francisco dedicó su catequesis sobre el celo apostólico: santa Josefina Bakhita
Sudanesa de origen, secuestrada a los
siete años y vendida como esclava, llevaba en su cuerpo más de cien cicatrices.
Su vida, dijo el Papa, se ha convertido en “una parábola existencial del
perdón”.
En el camino de catequesis sobre el celo apostólico,
el Papa Francisco se inspiró este miércoles 11 de octubre en santa Josefina
Bakhita, una santa sudanesa secuestrada de su familia a los siete años y
esclavizada. Los sufrimientos físicos y morales de los que fue víctima de
pequeña - hizo presente el Papa - la dejaron sin identidad. “Sufrió malicias y
violencias: en el cuerpo llevaba más de cien cicatrices. Pero ella misma
testimonió: ‘Como esclava no me desesperé nunca, porque sentía una fuerza
misteriosa que me sostenía’”.
La fuerza del amor de Dios que
libera
A menudo una persona herida “a su vez hiere”, constató
el Santo Padre, y el oprimido “se convierte fácilmente en opresor”. Sin embargo
“la vocación de los oprimidos" como santa Bakhita, "es la de
liberarse a sí mismo y de los opresores, convirtiéndose en restauradores de
humanidad”.
Sólo en la debilidad de los opresores se puede revelar
la fuerza del amor de Dios que libera a ambos.
Fue a partir de que le fue regalado un crucifijo que
Bakhita - que significa “afortunada” -, experimentó una liberación interior:
sintiéndose comprendida y amada, fue capaz de comprender y amar a los demás:
“el Señor me ha querido […], ¡es necesario compadecer!”, solía decir.
Restauradores de humanidad
Com-padecer – explicó el Papa - significa padecer con
las víctimas de tanta inhumanidad presente en el mundo, y también compadecer a
quien comete errores e injusticias, no justificando, sino “humanizando”:
Cuando entramos en la lógica de la lucha, de la
división entre nosotros, de los sentimientos malos, uno contra el otro,
perdemos humanidad. Y tantas veces pensamos que tenemos necesidad de humanidad,
de ser más humanos. Más humanos. Y este es el trabajo que nos enseña Santa
Bakhita: humanizar, humanizar a nosotros mismos y humanizar a los demás.
El servicio como expresión del don
libre de sí
Santa Bakhita, transformada por la palabra de Cristo
que meditaba cotidianamente, decía: “Si Judas hubiera pedido perdón a Jesús
también él habría encontrado misericordia”. Por eso el Papa afirmó
que se puede decir que la vida de Bakhita “se ha convertido en una parábola existencial
del perdón”. Ella, que fue capaz de perdonar, enseña que el perdón hace libres:
primero, aquel recibido a través del amor misericordioso de Dios, que es una
“caricia de Dios para todos nosotros”, y luego, el perdón dado, que hace
felices y capaces de amar.
Bakhita pudo vivir el servicio no como una esclavitud,
sino como expresión del don libre de sí. Y esto es muy importante: hecha sierva
voluntariamente – fue vendida como esclava - después eligió libremente hacerse
sierva, llevar las cargas de los demás sobre sus hombros.
Recemos por la paz en Sudán
La Santa proveniente de Sudán, hoy “desgarrado por un
terrible conflicto armado del que se habla poco”, y por el que el Papa pidió
rezar, “indica el camino para ser finalmente libres de nuestras esclavitudes y
miedos, a desenmascarar hipocresías y egoísmos, a superar resentimientos y
conflictos". El perdón "es" el camino, que “nada quita”, sino
que “añade dignidad”:
Hace apartar la mirada de uno mismo hacia los otros,
para verlos igual de frágiles que nosotros, pero siempre hermanos y hermanas en
el Señor.
El perdón – concluyó Francisco – es fuente de un celo
que se hace misericordia y llama a una santidad humilde y alegre, como la de
santa Bakhita.
Tierra Santa, Afganistán y Ucrania,
llamamientos del Papa
Al finalizar la catequesis, durante
sus saludos en lengua italiana, el Sumo Pontífice exhortó nuevamente a detener
los ataques y las armas en Tierra Santa, instó a liberar a los
rehenes de forma inmediata y remarcó que el terrorismo y los extremismos no
ayudan a encontrar una solución al conflicto. Un pensamiento especial tuvo
para Afganistán, azotado por un terremoto
devastador que dejó unos 3.000 muertos, mientras que el número de heridos se acerca
a los 10.000: "Miles de víctimas, entre ellas mujeres y niños. Invito a
todas las personas de buena voluntad a aliviar el sufrimiento de la
gente", expresó. También pidió oración por la atormentada Ucrania y
"por todos los que sufren hambre, injusticia y guerra".
Vatican News