COMENTARIO AL EVANGELIO DE NUESTRO OBISPO D. CÉSAR: "CORAZONES ARDIENTES, PIES EN CAMINO"

Carta pastoral para el DOMUND, 22 de octubre de 2023

 

Cartel de la Jornada del DOMUND 2023
Queridos diocesanos:

 La primera imagen que me sugiere el lema del Domund es la de María, que se pone en camino con prisa al enterarse por el arcángel Gabriel de que su pariente Isabel, de edad avanzada, esperaba milagrosamente un hijo. La prisa de María es la del amor que acude a socorrer a una necesidad. 

El ardor del corazón la impulsa a caminar con prisa. La misión de la iglesia tiene su impulso en el amor que infunde Dios en nuestros corazones para que, unidos a Cristo, llevemos adelante su propia misión. Por otra parte, María se convierte en la primera misionera de Cristo, que habita ya en su seno. Cuando llega a casa de Isabel, esta siente que el niño que lleva en su vientre salta de gozo en presencia del mesías que María lleva en el suyo. Esta alegría no es otra que la de la salvación presente ya en la escena del mundo.

Esto que ocurre en el encuentro de María e Isabel es una constante de la historia de la salvación. El anuncio de la salvación de Cristo provoca la alegría de los pueblos. No hay nada más grande que el anuncio de la salvación. Cuando san Pablo dice que «nos urge la caridad de Cristo» (2 Cor 5,14), se refiere al hecho de haber dado la vida por nosotros. No hay amor más grande, en efecto, que el de dar la vida por los que amamos.  La misión, en cualquiera de sus modalidades, expresa este amor y lo hace eficaz. De ahí la necesidad de mantener siempre ardiente el corazón. ¿Cómo hacer esto?

Le preguntaban a una religiosa, que llevaba más de cuarenta años en un país de misión, cómo era posible que, después de tantos años, mantuviera la ilusión del comienzo. Con toda sencillez, respondió que la fuerza le venía de la unión con Cristo en la oración diaria. Ese es el secreto. La oración mantienen vive la llama del amor y nos pone en camino permanente de misión para dar a conocer a Cristo. A la oración se une la escucha de la palabra de Dios. 

El Papa Francisco, comentando el encuentro de Jesús con los dos peregrinos de Emaús, afirma que «es la Palabra viviente, la única que puede abrasar, iluminar y transformar el corazón […] por ello, el conocimiento de la Escritura es importante para la vida del cristiano, y todavía más para el anuncio de Cristo y de su evangelio. De lo contrario, ¿qué trasmitiríamos a los demás sino nuestras propias ideas y proyectos? Y un corazón frío, ¿sería capaz de encender el corazón de los demás?» (mensaje del Domund).

La jornada del Domund es, por tanto, una invitación a fortalecer el impulso misionero que hizo de muchos santos testigos de la misión de Cristo. Es lógico que, si crece el amor a Cristo, la disposición a trasmitirlo a otros sea espontánea. Los apóstoles, enardecidos por el fuego del Espíritu, fueron capaces de cambiar el rumbo de la historia y la faz de la tierra con el anuncio misionero. Las comunidades cristianas nacidas de su predicación son la consecuencia de que la Palabra de Dios y el testimonio de la caridad bastan para que el Reino de Dios se establezca entre los hombres. 

En nuestro mundo secularizado y amenazado por el nihilismo existencial es necesaria la presencia de hombres y mujeres de corazón ardiente que hagan realidad lo que decía Jesús durante su ministerio en este mundo: «He venido a prender fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo! (Lc 12,49). Se trata del fuego del Espíritu de Pentecostés, lo que equivale a decir el fuego del amor, pues este es el don del Espíritu que desciende sobre la comunidad apostólica. Sin el Espíritu, solo somos polvo; con el Espíritu, se reanima la carne, nuestra existencia cotidiana, y nos convertimos en testigos del Resucitado. Que el Señor no pueda decirnos que hemos perdido el amor primero, ese que es capaz de dar la vida por él y por el Evangelio.

César Franco

Obispo de Segovia. 

Fuente: Diócesis de Segovia