Muchas mujeres sienten el llamado a esta vocación y se preguntan cómo pueden saber si es la voluntad de Dios y qué pasos deben seguir para ingresar en un convento de clausura. Te lo contamos a continuación
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Religiosas de clausura. Dominio público |
La vida contemplativa es una forma de consagración a Dios que implica aislarse del mundo exterior para dedicarse plenamente a la oración y penitencia. Estos son los pasos que deben seguirse.
1.- DISCERNIR LA VOCACIÓN
El primer paso es discernir la vocación; es decir,
escuchar la voz de Dios en el corazón y buscar su voluntad. Para ello, se
recomienda:
- Orar con frecuencia y profundidad, pidiendo la luz y la gracia
del Espíritu
Santo.
- Leer la Biblia y los escritos de los santos, especialmente los que
vivieron la vida contemplativa, como Santa
Teresa de Ávila o San
Juan de la Cruz.
- Acudir al sacramento de la reconciliación y a la eucaristía con
asiduidad y devoción.
- Buscar el acompañamiento espiritual de un sacerdote, un religioso o
religiosa que pueda orientar y aconsejar.
- Visitar algún monasterio o convento de clausura y conocer a las monjas
que viven allí, su carisma, su regla y su estilo de vida.
- Dialogar con la familia y los amigos sobre el deseo de entrar en
clausura, respetando su opinión, pero sin dejarse influir por presiones o
miedos.
Si
después de un tiempo prudente de discernimiento se confirma el llamado a la
vida contemplativa, el siguiente paso es solicitar el ingreso en el convento
elegido. Para ello, se debe:
- Escribir
una carta al superior o superiora del convento, expresando el deseo de
entrar en clausura, las razones que lo motivan y los datos personales
básicos (nombre, edad, estado civil, estudios, profesión, etc.).
- Adjuntar
una copia del certificado de bautismo, confirmación y, si se ha recibido,
matrimonio o viudedad.
- Esperar
la respuesta del convento, que puede ser positiva, negativa o condicionada
a algún requisito (por ejemplo: terminar los estudios, saldar las deudas,
resolver alguna situación familiar, etc).
- Si
la respuesta es positiva, concertar una entrevista personal con el
superior o superiora del convento para conocerse mejor y acordar la fecha
de ingreso.
3.- INICIAR EL PROCESO FORMATIVO
- El
postulantado: el primer contacto con
la vida monástica. Dura entre seis meses y un año. La postulante participa
en las actividades del convento (oración, trabajo, recreación) y recibe
formación humana y espiritual. Viste de civil o con un hábito sencillo.
- El
noviciado: el tiempo de iniciación a la vida religiosa.
Dura dos años. La novicia recibe el hábito y un nombre religioso.
Profundiza en el carisma, la regla y la historia de la orden. Estudia las
ciencias sagradas (teología, liturgia, moral, entre otras). Hace los votos temporales de pobreza,
castidad y obediencia por un año, renovables hasta un máximo de seis.
- El
juniorado: este es el período de consolidación de la vocación. Dura
entre tres y cinco años. La juniora renueva los votos temporales cada año.
Continúa su formación intelectual y espiritual. Se integra plenamente en
la comunidad monástica.
- La
profesión solemne: Es el compromiso definitivo con
Dios y con la orden. La juniora hace los votos perpetuos de pobreza,
castidad y obediencia ante el obispo o el superior mayor. Recibe el anillo
nupcial como signo de su alianza con Cristo y se convierte en monja de
clausura de por vida.
4.- VIVIR LA VIDA CONTEMPLATIVA
- Oración: centro y el fin de la vida contemplativa. Las
monjas dedican varias horas al día a la oración personal y comunitaria,
especialmente a la liturgia
de las horas y a la adoración eucarística. También rezan
por las necesidades de la Iglesia y del mundo.
- Silencio: el medio para favorecer el encuentro con
Dios y consigo misma. Las monjas guardan silencio la mayor parte del día,
excepto en los momentos de recreación o de trabajo en común. Evitan el
ruido, la distracción y la curiosidad.
- Trabajo: una forma de colaborar con la creación y de
sostener el convento. Las monjas realizan diversas labores manuales o
intelectuales, según sus capacidades y las necesidades de la comunidad.
Algunas venden sus productos artesanales al exterior.
- Clausura: una renuncia voluntaria al mundo para
dedicarse exclusivamente a Dios. Ellas no salen del convento salvo por
motivos graves (enfermedad, visita al obispo, etc). Tampoco reciben
visitas, salvo las de sus familiares cercanos o las de personas
autorizadas por el superior. Se comunican con el exterior a través de una
reja o un torno.
- Comunidad: lugar donde se vive la caridad fraterna y se comparte la
fe. Las monjas conviven con sus hermanas en un clima de respeto,
confianza y alegría. Se ayudan mutuamente, se corrigen con cariño
y se perdonan con humildad.
La vida contemplativa es un don de Dios para la
Iglesia y para el mundo. Las monjas de clausura son un
signo de esperanza y un testimonio de amor. Si sientes que Dios te llama a esta
vocación, no tengas miedo de seguirlo. Él te dará la fuerza y la gracia que
necesitas para ser feliz.
Matilde Latorre
Fuente: Aleteia