Estremecedor testimonio de Guadalupe Rodrigo, religiosa del Verbo Encarnado: ha iniciado “Nazarenos” para dar a conocer la situación de los cristianos en Siria e Irak
He
aquí el estremecedor testimonio de la hermana Guadalupe Rodrigo, religiosa del
Verbo Encarnado, que gran parte de su vida consagrada la ha pasado en Belén, en
Egipto y, por último, en Alepo (Siria) y que ha puesto en marcha la iniciativa de los “Nazarenos”
para dar a conocer la situación de los cristianos en Oriente Medio.Guadalupe Rodrigo, religiosa del Verbo Encarnado. Dominio público
Una iniciativa que se está moviendo mucho por América. Por cierto que los vídeos de los testimonios de la hermana Guadalupe en Youtube merecen, y mucho, la pena.
Carisma del Instituto del Verbo Encarnado
De
hecho, fue nombrada en el año 2001 superiora provincial de su Instituto con
sede en Alejandría. Ante la profusión de vocaciones religiosas de jóvenes
nativas, contribuyó a crear una serie de iniciativas tanto de formación en la
cultura y en el idioma local como de diálogo interreligioso.
Hay que añadir que este libro sirve
también para conocer algo más sobre el carisma del Instituto del Verbo
Encarnado, que no ha dejado de tener sus problemas.
De una forma ágil, con notable
capacidad estilística, este libro en modo autobiografía, también
espiritual, tiene el valor añadido de dar fe de una historia que, en
términos generales, es ocultada por los grandes medios de comunicación que,
incluso, ofrecen una versión de lo que pasa en esos territorios que no se
corresponde con la realidad.
Ocurrió
con el caso de la denominada “Primavera árabe”, que ha servido
para una implantación mayor y un mayor arraigo del islamismo fundamentalista y
del terrorismo en zonas en las que antes existía una convivencia de facto entre
cristianos y musulmanes. Ni que decir tiene que lo mismo con la guerra en
Siria, iniciada en 2011, cuyos efectos están sobre la historia.
Escribe
la hermana Guadalupe que “la persecución y matanza
sistemáticamente desatadas en Siria y en Irak, y el éxodo que
están provocando, amenazan con vaciar el Oriente Medio de cristianos (…) Era
sintomático que los musulmanes moderados se encontraran en aquellos países
donde había presencia cristiana. La desaparición del cristianismo de Medio
Oriente debía ser la gran preocupación de Occidente, que se vería gravemente
amenazado si el terrorismo se unifica”.
Pero a
lo largo de esta páginas, llenas de la frescura de una vida centradas en el
amor a Dios y a los hermanos, cargadas de sana ironía, que rezuman vida
espiritual, nos encontramos reflexiones oportunas sobre la propuesta
de fe en nuestra historia.
Por
ejemplo cuando se refiere a la cuestión de las vocaciones a la vida consagrada.
“Muchas veces –señala- nos preguntamos por qué en Occidente hay cada vez
menos vocaciones a la vida consagrada. Y bastaría con mirar a
nuestro alrededor para tener la respuesta. El mundo seduce con todo tipo de
opciones fascinantes, menos la de trabajar por el Reino de los Cielos, porque
obviamente eso contrasta con su eslogan de “pasarla bien”. ¿Cómo surgirán
vocaciones en sociedades empachadas de materialismo y liviandades?”.
O cuando se refiere al diálogo interreligioso, que “no puede invalidar el contenido de la fe propia, y por tanto no podemos renunciar al anuncio de la verdad que es Jesucristo. Para nosotros era entonces palpable la urgencia de trabajar en estos dos aspectos de los que nos habla el papa Juan Pablo II. Lamentablemente, en este campo constatábamos la falta de religiosos que trabajasen en consonancia con el magisterio eclesial”.
Persecución y martirio
Retomo
el argumento principal. Una invitación a darse de bruces con la vida de los
hermanos en la fe que sufren persecución y martirio. Personas, hombres y
mujeres jóvenes y ancianos, gente de fe intrépida.
“Una vez
oí –relata la hermana Guadalupe- decir a uno de nuestros jóvenes de la
parroquia: “Que me corten la cabeza, porque yo soy cristiano y no voy a dejar
de serlo. El Cielo no me lo quitan. ¿Hacerme musulmán por vivir unos años más
en esta tierra, en este valle de lágrimas, a cambio de la vida eterna?
¡Jamás!”.
José Francisco Serrano Ojeda
Fuente: ReligiónConfidencial