La cultura actual nos quiere convencer de que todo tipo de comportamiento es lícito, y esta conocida frase de san Agustín, lejos de ser una invitación al libertinaje, es una sabia instrucción que, en ocasiones, se sale de contexto
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La vida actual invita a la humanidad a
tener todo tipo de comportamientos sin sentir culpa, ignorando los
remordimientos, dando pie a excesos, escudándose en un pensamiento: «Mientras
no le haga daño a nadie, qué les importa lo que haga», más aún, toman como
grito de batalla la famosa frase de san Agustín: «ama y haz lo que
quieras», que ha dado pie a malas interpretaciones, pues se cree que amar y
hacer lo que se quiera deriva en carecer de leyes y reglas hechas para guardar
el orden y la sana convivencia en la sociedad.
Por ello, conviene hacer
algunas observaciones, recordando, no obstante, que cada persona tiene la
libertad de decidir hacia donde dirige sus pasos, y por otro lado, tomando en
serio lo que dice Jesús en el Evangelio de san Mateo:
«Si
tu hermano peca, ve y corrígelo en privado. Si te escucha, habrás ganado a tu
hermano. Si no te escucha, busca una o dos personas más, para que el asunto se
decida por la declaración de dos o tres testigos. Si se niega a hacerles caso,
dilo a la comunidad. Y si tampoco quiere escuchar a la comunidad, considéralo
como pagano o publicano» (Mt 18, 15-17).
Habiendo hecho estas advertencias, vamos al punto.
¿Qué significa amar?
San Pablo dedica todo el
capítulo 13 de la primera carta a los Corintios al amor. Con gran
inspiración exalta que:
- «El amor es paciente,
es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no
procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tienen en
cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se
regocija con la verdad. El amor disculpa todo, todo lo cree, todo lo
espera, todo lo soporta» (13, 4-7).
Pero también menciona que de
nada sirve hacer grandes obras o tener dones espectaculares si se carece de
amor.
Como podemos darnos cuenta, amar implica renunciar a lo que nos gusta, alegrarnos con el éxito del prójimo; nos exige no sentirnos ofendidos, actuar rectamente, pensar en los demás, no enojarnos por cualquier cosa, perdonar en todo momento, levantar la voz ante la injusticia, y se entiende que eso trae problemas, al igual que defender la verdad.
Amar no es fácil pero vale la pena
Ahora, volvamos a lo que dice
san Agustín: amar, entonces, significa entender la profundidad del amor, como
lo expone san Pablo, lo que implica
libertad y dominio de sí mismo, pero también sacrificio y
desear el bien del prójimo.
Por eso, no se refiere a
entregarse al libertinaje ni concede permisos para vivir disipadamente; sino
todo lo contrario. Además, agrega otras condiciones que complementan lo dicho
hasta aquí:
Ama y haz lo
que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si
corriges, corregirás con amor; si perdonas, perdonarás con amor. Si tienes el
amor arraigado en ti, ninguna otra cosa sino amor serán tus frutos».
Por lo tanto, amar no es
sencillo, pero dice Pablo que el amor nunca acabará y termina el capítulo 13 de
1 Corintios con esta frase: «En una palabra, ahora existen tres cosas: la fe,
la esperanza y el amor, pero la más grande todas es el amor». Estemos seguros
de que Dios nos dará lo necesario para logarlo, y sobre todo, nos premiará con
la vida eterna.
Mónica Muñoz
Fuente: Aleteia