En este artículo, vamos a conocer algunos de los hábitos y las órdenes
contemplativas más importantes de la Iglesia Católica, así como su origen y
misión
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Dominio público |
La vida religiosa es una forma de seguimiento de
Cristo que implica la consagración total a Dios y la entrega al servicio de los
demás. Dentro de la vida religiosa, existen diversas formas de expresar esta
vocación, según el carisma y la misión de cada instituto o congregación.
Una de las formas es la
vida contemplativa, que se caracteriza por la búsqueda de Dios en el silencio,
la oración y el trabajo, en comunión con los hermanos o hermanas que comparten
el mismo ideal.
Los religiosos y
religiosas contemplativos viven en monasterios o conventos, donde siguen una
regla de vida que les ayuda a orientar su existencia hacia Dios. Además, llevan
un hábito distintivo, que es una vestimenta externa que simboliza su
consagración y su pertenencia a una determinada familia religiosa. El hábito
suele estar compuesto por varias piezas, como el escapulario, el velo, el
cordón o el cordón, que tienen un significado espiritual y una historia
particular.
En este artículo vamos a
conocer algunos de los hábitos y las órdenes contemplativas más importantes de
la Iglesia católica, así como su origen y misión.
Benedictinos
Los
benedictinos son los seguidores de San Benito de Nursia, el padre del
monaquismo occidental, que vivió en el siglo VI. San Benito escribió una regla
para sus monjes, basada en el equilibrio entre la oración y el trabajo (ora et
labora), y en la obediencia al abad, que es el padre espiritual de la
comunidad. Los benedictinos se dedican a la alabanza de Dios en la liturgia, al
estudio de las Sagradas Escrituras y a diversas actividades culturales y
sociales.
El hábito benedictino está
formado por una túnica negra con capucha (cuculla), que simboliza la renuncia
al mundo y la penitencia; un escapulario negro, que es una pieza rectangular de
tela que cuelga delante y detrás del cuerpo, y que representa la cruz de
Cristo; un cinturón o cordón, que significa la castidad y la obediencia; y un
rosario, que es un signo de devoción a la Virgen María. Los benedictinos
también llevan un anillo en el dedo anular derecho, que expresa su fidelidad a
Dios y a su orden.
Cistercienses
Los
cistercienses son una reforma de los benedictinos, iniciada por San Roberto de
Molesmes en el siglo XI. Los cistercienses buscaban recuperar la pureza
original de la regla benedictina, viviendo en mayor pobreza, austeridad y
soledad. Los cistercienses se distinguen por su amor a la naturaleza, su
trabajo manual y su canto gregoriano.
El hábito cisterciense
está compuesto por una túnica blanca con capucha (cuculla), que simboliza la
pureza y la santidad; un escapulario blanco o negro, según las distintas ramas
de la orden; un cinturón o cordón blanco o negro; y un rosario. Los
cistercienses también llevan un anillo en el dedo anular derecho.
Dentro de los
cistercienses, hay una rama más estricta llamada trapenses, que se originó en
el siglo XVII en la abadía de La Trapa, en Francia. Los trapenses se
caracterizan por su silencio casi absoluto, su trabajo agrícola y su oración
nocturna.
Cartujos
Los
cartujos son los seguidores de San Bruno de Colonia, que fundó la primera
cartuja en el siglo XI en La Grande Chartreuse, en los Alpes franceses. Los
cartujos son los religiosos más solitarios de la Iglesia Católica, ya que viven
en celdas individuales donde oran, estudian y trabajan. Solo se reúnen para
celebrar la misa y el oficio divino en la iglesia del monasterio, y para
compartir una comida fraterna una vez por semana.
El hábito cartujo está
formado por una túnica blanca con capucha (cuculla), que simboliza la pureza y
la gloria; un escapulario blanco, que representa la cruz de Cristo; un cinturón
blanco, que significa la castidad y la obediencia; y un rosario. Los cartujos
no llevan anillo, ya que consideran que su consagración es solo entre ellos y
Dios.
Carmelitas
Los
carmelitas son los descendientes espirituales de los ermitaños que vivían en el
monte Carmelo, en Tierra Santa, en el siglo XII. Los carmelitas se inspiran en
el profeta Elías, que fue un hombre de oración y de celo por Dios, y en la
Virgen María, que es la patrona y la modelo de su orden. Los carmelitas se
dedican a la contemplación y a la difusión de la devoción al escapulario del
Carmen, que es una prenda que les entregó la Virgen a San Simón Stock en el
siglo XIII.
El hábito carmelita está
formado por una túnica marrón con capucha (cuculla), que simboliza la tierra y
la humildad; un escapulario marrón, que es una señal de protección de la Virgen
María; un manto blanco, que representa la pureza y la inocencia; un cinturón o
cordón blanco o marrón, que significa la castidad y la obediencia; y un
rosario. Los carmelitas también llevan un anillo en el dedo anular derecho.
Dentro de los carmelitas,
hay una reforma más estricta llamada carmelitas descalzos, que fue iniciada por Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz en el siglo XVI en
España. Los carmelitas descalzos se distinguen por su mayor pobreza, austeridad
y silencio, así como por su riqueza espiritual y mística. Jerónimos
Los
jerónimos son los seguidores de San Jerónimo, el gran doctor de la Iglesia que
tradujo la Biblia al latín (Vulgata)
en el siglo IV. Los jerónimos surgieron en el siglo XIV en España, como una
congregación de ermitaños que vivían bajo una regla inspirada en San Agustín.
Los jerónimos se dedicaban a la oración, al estudio de las Sagradas Escrituras
y a la hospitalidad. El hábito jerónimo está
formado por una túnica blanca con capucha (cuculla), que simboliza la pureza y
la santidad; un escapulario blanco con una cruz roja bordada en el pecho, que
representa el amor a Cristo crucificado; un manto blanco con una cruz roja
bordada en el hombro izquierdo, que significa el seguimiento de Cristo; un
cinturón o cordón blanco o negro, que significa la castidad y la obediencia; y
un rosario. Los jerónimos también llevan un anillo en el dedo anular derecho.
Estas
son algunas de las órdenes contemplativas más conocidas de la Iglesia Católica,
pero hay muchas más. Todas ellas tienen en común el deseo de buscar a Dios con
todo su corazón, con toda su alma y con toda su mente, y de ofrecerle su vida
como un sacrificio agradable.
Los religiosos y
religiosas contemplativos son un tesoro para la Iglesia y para el mundo, pues
con su oración silenciosa sostienen a toda la humanidad. Por eso, merecen
nuestro respeto, nuestra gratitud y nuestra oración.
Matilde
Latorre
Fuente:
Aleteia