A sus 50 años, Pedro Silva supo que nunca había estado solo y que Dios siempre había estado con él. Pero el camino para llegar a esa conclusión no fue fácil: condenado a 6 años de prisión en Portugal por narcotráfico, hoy está a pocos días de ser liberado, expectante del desarrollo de la JMJ.
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Pedro Silva. Dominio público |
Su redención como preso está hoy directamente ligada a la redención de
"millones de presos" como él que, entre el 2 y el 6 de agosto,
también podrán ser liberados. Y él, como voluntario ya fuera de prisión, quiere
ayudar, explica a Catholic News Agency.
Silva
fue bautizado a los 12
años. Hasta entonces, ninguno de sus 12 hermanos recibieron catequesis o
ningún sacramento. Su
infancia no fue fácil. Sin padres y bajo el cuidado de su abuela, en la
escuela siempre estuvo "en elpunto de mira" por ser "un niño
problemático".
Un
día la profesora preguntó si había algún alumno no bautizado en clase y él
levantó la mano. Fue el único. Tras pedírselo a su abuela y a su profesora,
Silva recibió el bautismo. Sin embargo, no mantuvo la práctica religiosa por
mucho tiempo.
Una
primera reconexión tuvo lugar en Argentina, donde vivió unos años.
"Fui a la catedral con mi hermana, que vivía en Buenos Aires, y con la familia
de su esposo, asistimos a misa”. El celebrante era el entonces cardenal Jorge Bergoglio. "En
otras palabras, ¡tuve el privilegio de estar con el Papa! Y a partir de
entonces, me gustó mucho", explica.
Su
siguiente contacto con la fe fue en Alicante, años después, mientras vivía con otra de sus
hermanas en medio de una época "particularmente difícil".
Desesperado, se puso a rezar. "Iba caminando por la calle y le pedí a Dios que me ayudara, que
me diera una señal. Al momento siguiente, miro hacia el suelo y veo una
revista doblada. Lo abro y era un número de ¡Despertad! de
los Testigos de Jehová. Así que miré al cielo y le dije a Dios: `¿Qué? ¿Así de
rápido?´"
Fue
precisamente a raíz de este episodio que algunos de los testigos de Jehová
comenzaron a ir a su casa a enseñarle su Biblia. "Fue allí donde profundicé mi relación con Dios",
relata.
En prisión, soñando con la JMJ de Lisboa
Pero
con su tercer viaje, en este caso a Vigo, la fe volvió a quedar relegada ante las largas
jornadas laborales en un restaurante que no le dejaban "tiempo para
nada". Silva tocó entonces fondo, cuando tuvo que regresar a Portugal condenado a seis años de prisión en
Coimbra por narcotráfico. Pero también reconectó con la fe.
Especialmente
al saber que en los próximos años tendría lugar la Jornada Mundial de la
Juventud en Lisboa. Entonces recordó al cardenal que vio en Buenos Aires y
pensó que tal vez podría volver a verle, aunque en esta ocasión, como Papa.
Pedro decidió comunicar
a los funcionarios de prisiones su deseo de participar como voluntario
en la JMJ.
Y
entonces surgió una oportunidad: la Fundación JMJ Lisboa 2023 y la Dirección
General de Reinserción y Servicios penitenciarios habían firmado un acuerdo para que los presos de
tres centros construyesen 150 confesionarios y contribuir así a la
reinserción.
"Estamos muy interesados en cumplir con
sus deseos y haremos todas las gestiones necesarias para que pueda
participar en la instalación de los confesionarios", le aseguró la
portavoz de la Fundación JMJ Lisboa 2023, Rosa Pedroso Lima.
Redimido, ayudando a otros a recibir el
perdón
A
punto de poder cumplir su sueño y disfrutar de la libertad, Pedro admite estar
orgulloso de su trabajo, que además estuvo mejor pagado de lo habitual.
"Estaba muy feliz y agradecido, y me enorgullece saber que en esos confesionarios hay una parte
mía y de mis compañeros. Cuando me enteré de que íbamos a recibir diez
euros al día, inmediatamente pensé que sería una buena ayuda para que cuando me
liberaran no dependiese tanto de mi familia", relata.
Orlando
Carvalho, director de la prisión de Coimbra desde hace diez años, asegura que proyectos como este "pueden
ser transformadores y marcar la diferencia en la vida de los internos,
porque además del componente práctico y operativo del trabajo, tienen una
dimensión y proyección que otros trabajos no tienen". En el caso de
este proyecto en concreto, "además de estar mejor pagado de lo habitual,
tiene una gran visibilidad pública, lo que les da un empoderamiento que puede
ser muy positivo", explica. El caso de Silva es prueba de ello.
Los
confesionarios construidos por Pedro y otros presos estarán ubicados en
el Parque del Perdón (en el Jardín Vasco da Gama, a escasos metros del conocido
Monasterio de los Jerónimos) y disponibles del 1 al 4 de agosto, donde se
ofrecerá servicio de confesión en diferentes idiomas. Por el momento, el rector
del santuario de Fátima, Carlos Manuel Pedrosa Cabecinhas, ha avanzado que algunos
presos podrán estar cerca del Papa durante las oraciones en el santuario.
Quizá, Silva pueda volver a ver a Francisco en esta ocasión.
Fuente: ReL