La ley de la eutanasia se ha aplicado en este tiempo a poco más de 300 personas, una cifra que contrasta con las 90.000 que mueren con dolor. Sin embargo, no hay legislación sobre paliativos
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| Foto: Juan Santos. Dominio público |
Además, cubriría las necesidades de uno
de los colectivos que más peticiones de eutanasia realizan. «El 30 % de los
solicitantes son pacientes oncológicos, mientras que el 60 % son personas con
enfermedades neurodegenerativas» como la esclerosis lateral amiotrófica,
detalla José Antonio Díez, coordinador general de la Asociación Nacional para
la Defensa del Derecho a la Objeción de Conciencia (ANDOC), que tilda de
«lamentable» que las ayudas a este colectivo «lleven años paradas».
Otra de las leyes olvidadas por el
Gobierno del PSOE y Unidas Podemos ha sido la de cuidados
paliativos, que podría ayudar a casi 100.000 ciudadanos. «En España, cada año
mueren cerca de 90.000 personas en medio del dolor porque nadie les facilita el
acceso a estos cuidados», denuncia el coordinador de ANDOC, que considera «un
fracaso de toda la sociedad» que «en vez de dotar de soluciones a estas
personas —que las tenemos—, lo que se les ofrezca sea la muerte». Nuestro país,
de hecho, ocupaba hace 15 años el puesto noveno en el atlas europeo de los
cuidados paliativos y, en la actualidad, se ha caído hasta la posición 31.
El médico Juan Santos, que pertenece
al Servicio de Salud del Principado de Asturias, coincide en el análisis: «A
consecuencia de la presión social de un grupo de personas, se aprobó una ley
para un número mínimo, cuando había necesidades mucho más perentorias». No
habla de la teoría, sino de lo que se encuentra a diario en su trabajo como
parte de un equipo de cuidados paliativos a domicilio. «Hemos atendido gente
que se ha retractado en su petición de eutanasia. Algunos por miedo, pero
también hay quien se echa atrás por nuestra labor», explica en conversación
con Alfa y Omega. «Si nosotros no hubiéramos estado
haciendo un control de la sintomatología, la percepción del sufrimiento por
parte del paciente se habría incrementado y, probablemente, la solicitud de ser
ayudado a morir habría continuado», añade.
Santos argumenta contra la eutanasia
y a favor de los cuidados paliativos incluso con razones económicas. Según el
especialista, su labor ahorra dinero al Estado. «Los paliativos logran un
control de los síntomas, lo que provoca, por un lado, que se minimice el
sufrimiento que puede ocasionar la enfermedad y, por otro, evita los ingresos
hospitalarios, que habitualmente se derivan de un mal control sintomático». Al
final, «eso se traduce en una ganancia económica para las arcas del Estado al
no tener que invertir en el ingreso de un paciente que, además, puede estar
ocupando la cama de alguien que sí lo necesita».
Más allá de la cuestión económica,
el coordinador general de ANDOC lamenta que la aprobación de la eutanasia
«trastoca la fibra moral de una sociedad». En este sentido, denuncia el
planteamiento antropológico que se deriva de la sentencia del Tribunal
Constitucional sobre este tema: «Viene a decir que sin autonomía no hay
dignidad y sin dignidad no hay derechos». Por tanto, las decisiones autónomas,
al final, «valen más que la propia vida». Desde este punto de partida
«absolutamente falaz», sostiene Díez, «la batalla está perdida a medio y largo
plazo».
El argumento está calando entre la
gente joven; de ahí su dificultad de revertir la tendencia pronto. La prueba
está en los trabajos sobre la eutanasia de los alumnos —de entre 25 y 30 años—
de José Antonio Díez, que está corrigiendo justo antes de la entrevista con
este semanario. «Estas personas tienen un punto de vista absolutamente
favorable a la eutanasia, fruto de una labor de años en los que la sociedad los
ha machacado con mensajes dirigidos en ese sentido».
A la luz de esta situación, el coordinador de ANDOC no cree que un posible cambio político el 23J pueda revertir esta situación: «Tengo muy poca confianza en que el Partido Popular derogue esta ley». «¿Qué espero yo?», se pregunta Díez. Y él mismo se responde: «Una cosa que sí está en manos del próximo Gobierno, un cambio de mentalidad: que se prestigien los cuidados paliativos, de manera que sean una especialidad que esté presente en todas las facultades de Medicina y que se forme a la gente».
