El medio más eficaz
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Dominio público |
I. Nos refiere el Evangelio de la Misa (Mateo 9, 36-10, 8) que el Señor se llenaba de compasión al ver las multitudes porque andaban maltratadas y abatidas como ovejas que no tienen pastor, profundamente desorientadas. Sus pastores, en lugar de guiarlas y cuidarlas, las descarriaban y se portaban más como lobos que como pastores. Jesús dice a los apóstoles: La mies es mucha, pero los obreros pocos.
Como hoy, los obreros son pocos en
proporción a la tarea: tanta gente desorientada, vacía de Dios y llena sólo de
bienes materiales o de deseos de tenerlos. Hay urgente necesidad de cristianos
alegres, eficaces, sencillos, fieles a la Iglesia, conscientes de lo que tienen
entre manos. Hoy podemos preguntarnos: ¿qué he hecho hoy para dar a conocer a
Dios?, ¿A quién he hablado hoy de Cristo?, ¿Me preocupa la salvación de quienes
me rodean?, ¿Soy consciente de que muchos se acercarían al Señor si yo fuera
más audaz y más ejemplar en el cumplimiento de mis deberes?
II. Sobran excusas para no llevar a otros a Cristo: falta de
medios, preparación insuficiente, de tiempo, lo reducido de nuestro medio o la
enormidad de las distancias de la gran ciudad en la que vivimos. Todos podemos
cumplir lo que de nosotros depende. Y nosotros queremos ser fieles al Señor:
llevar a cabo lo que está entre nuestras manos. “La oración es el medio más
eficaz de proselitismo” (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino), de lograr que muchos
descubran la vocación a la que Dios les llama. El afán de vocaciones ha de
traducirse en primer lugar, en una petición continuada, confiada y humilde. Y
si nos dirigimos al Señor en petición de vocaciones, nosotros mismos nos
sentiremos llamados a participar con mucha más audacia en esta labor
apostólica, además de conseguir del Señor operarios para su campo.
III. Jesús prepara su llegada a otras ciudades a través de sus
discípulos. Es una labor previa que no tiene el fin en sí misma, como todo
apostolado. Toda labor apostólica se culminará con la llegada de Dios a las
almas, que han sido preparadas por los enviados, por los que ya le siguen. El
Señor, que podría llevar a cabo directamente su obra redentora en el mundo,
quiere necesitar de discípulos que vayan delante de Él a las ciudades, a los
pueblos, a las fábricas, a las Universidades. No podemos olvidar que Dios llama
a muchos. Pidamos al Señor la gracia de saber promover y alentar esas llamadas
del Señor, que pueden estar dirigidas a personas que vemos todos los días.
Pidamos a la Virgen, Reina de los Apóstoles que nos ayude a formular un
propósito concreto para ser instrumento para que muchos correspondan a la
llamada de su Hijo.