Este 21 de junio se ha celebrado a San Luis Gonzaga, patrono de la juventud cristiana y de los enfermos de Sida, quien antes de morir le escribió una emotiva carta a su madre para consolarla y alentarla a mantener la esperanza.
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La vocación de San Luis Gonzaga siempre enfocada en la cruz. Crédito: Dominio Público - Wikimedia Commons |
A pesar de
haber crecido en medio de la nobleza europea y con un prometedor futuro,
decidió mendigar limosna para los afectados y atender a los moribundos.
Cierto día encontró un enfermo en la calle, lo puso sobre sus hombros y
lo llevó al hospital. Terminó contagiándose y al final quedó con una fiebre
intermitente que lo debilitó mucho.
En
estas circunstancias recibió una carta de su mamá, la marquesa Marta Tana
Santena, conocida como “Doña Norta”. Ella estuvo a punto de morir antes de que
el santo naciera y lo consagró a la Virgen. Asimismo, fue quien más lo apoyó en
su vocación.
Se
cuenta que un día Doña Norta veía a sus pequeños mientras oraba y dijo: “Si
Dios se dignase escoger a uno de vosotros para su servicio, ‘¡qué dichosa sería
yo!’”. Luis se le acercó al oído y le dijo: “Yo seré el que Dios escogerá”.
Al recibir la misiva, el buen hijo no dudó en responder a su devota
madre. En el texto, se refirió a ella con mucho respeto y la llamó con cariño
“ilustre señora”.
Tras
indicarle que pide para ella que siempre goce de la gracia y el consuelo del
Espíritu Santo, le explicó que ya ha llegado su hora de partir al cielo. Por
ello le recordó las palabras de San Pablo sobre la caridad, que consiste en
“alegrarse con los que se alegran y llorar con los que lloran”.
En
este sentido, la animó a alegrarse porque él pronto poseería la verdadera
alegría “con la seguridad de no perderla jamás”.
“Considéralo
una y otra vez, ilustre señora, y guárdate de menospreciar esta infinita
benignidad de Dios, que es lo que harías si lloraras como muerto al que vive en
la presencia de Dios y que con su intercesión puede ayudarte en tus asuntos
mucho más que cuando vivía en este mundo”, le indicó.
Más
adelante le precisó que “esta separación no será muy larga” y que volverán a
encontrarse en el cielo para alabar a Jesucristo, “gozando de una felicidad sin
fin”.
Luego,
buscando consolarla y llenarla de esperanza, le expresó que estas palabras
brotaron de su deseo de que ella y la familia reciban su partida como “un
motivo de gozo”. Además, le pidió seguir contando con su bendición maternal en
su paso a la otra vida.
“Así
te escribo, porque estoy convencido de que ésta es la mejor manera de
demostrarte el amor y respeto que te debo como hijo”, concluyó.
San
Luis murió el 21 de junio de 1591 con tan sólo 23 años y sus restos están en la
Iglesia de San Ignacio en Roma.
Por Abel
Camasca
Fuente: ACI