“Quien no cree en la realidad del demonio está fuera del magisterio de la Iglesia”, afirma este exorcista de la archidiócesis de Madrid
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El exorcista Eduardo Toraño. Dominio público |
La Virgen María, según sus propias palabras, es “una poderosísima
aliada” en la batalla por liberar del maligno a las personas “que realmente
sufren una posesión”. Además, añade que “quien no cree en la realidad del
demonio está fuera del magisterio de la Iglesia”.
Eduardo
Toraño es asesor espiritual de la Renovación Carismática Católica de España
(RCCE), Director del Instituto Superior de Ciencias Religiosas de la
Universidad San Dámaso (ISCCRR) y Doctor en Teología Dogmática. Tiene también
una canal de YouTube con 5.000
suscriptores.
Situaciones durante los exorcismos
Frente
a algunas voces que dentro de la misma Iglesia aseguran que Satanás no es un
ser existente sino una suerte de personificación del mal que hace el autor
sagrado en la Biblia, Toraño, que posee una larga experiencia en esta pastoral
eclesial, asevera que dicha visión sobre el demonio “proviene del método exegético
histórico crítico, del racionalismo que entró en la Iglesia”. Pero esta
corriente de pensamiento no puede explicar “ciertas situaciones”
acaecidas durante los exorcismos, remarca.
“¿Cómo
explica el racionalismo que una persona delgada, de 50 kilos, se imponga
físicamente a cinco hombres fuertes? ¿Cómo explica que una persona
que no sabe nada de latín se ponga de repente a hablar en un latín perfecto? Existen
hechos que no son, en modo alguno, explicables a nivel natural, desde la razón
o la ciencia”, subraya.
En
ese sentido, Toraño recuerda que “en el número 2851 del Catecismo” se afirma
que "el mal no es una abstracción, sino que designa una persona, Satanás,
el Maligno, el ángel que se opone a Dios".
Un ser vivo, espiritual, pervertido y
perversor
Del
mismo modo, cita las palabras Pablo VI durante una audiencia general en 1972:
"El mal no es solamente una deficiencia, sino una eficiencia, un ser vivo,
espiritual, pervertido y perversor. Terrible realidad. Misteriosa y pavorosa.
Se sale del cuadro de la enseñanza bíblica y eclesiástica quien se niega a
reconocer su existencia; o bien quien hace de ella un principio que existe por
sí y que no tiene, como cualquier otra criatura, su origen en Dios; o bien la
explica como una pseudorrealidad, una personificación conceptual y fantástica
de las causas desconocidas de nuestras desgracias".
Los
exorcismos de Hollywood
Toraño
rechaza también el retrato de los exorcismos que se hace normalmente en
Hollywood: “Un exorcismo no es algo mágico; forma parte de la
pastoral de consuelo y de acompañamiento, en ocasiones de
larga duración, a personas que sufren males. Por lo tanto, es una ayuda, un
sacramental para crecer en la vida cristiana. En ese crecimiento es fundamental
el acompañamiento espiritual de la persona y el acompañamiento comunitario, que
la persona se inserte en una comunidad cristiana”.
“La
comunidad es especialmente importante, porque el gran propósito del demonio es
destruirnos y su forma de hacerlo es aislándonos. Fuimos creados para el
Paraíso, para la relación en armonía con Dios y con nuestros semejantes, con
toda la Creación. Esa es la unidad que el demonio quiere romper, alejándonos de
Dios y de los demás. La víctima que entra en un camino de vida cristiana y
frecuenta los sacramentos ve aumentada su fe y su esperanza, porque ha vivido
una situación sobrenatural. Cambia su vida y aparece una fe impresionante”,
remarca.
Distinguir una posesión de simples
problemas mentales
Para
cerciorarse de que una persona está “poseída” y no sufre sencillamente
“problemas mentales”, los exorcistas siguen un proceso, expone Toraño: “El
demonio existe y actúa. Esa acción puede afectar de manera extraordinaria a la
esfera física y psíquica de una persona, aunque sin entrar en su alma, que es
el espacio sagrado donde está la voz de Dios. Así, nunca perdemos la libertad
de nuestra voluntad, ni la conciencia”.
“La
Iglesia ha tenido y tiene la voluntad de discernir de dónde viene el mal que
sufre una persona. Hay causas naturales de los males físicos y causas
históricas de los males psíquicos. La herida que sufre la naturaleza humana
como consecuencia del pecado original se manifiesta en el daño que recibimos en
nuestra historia; en las heridas que sufrimos por
carencias de amor y situaciones traumáticas. Todos tenemos
heridas, porque nuestros padres no han sido perfectos, aunque lo hayan hecho lo
mejor que podían. Esas heridas provocan un sufrimiento psíquico e, incluso,
físico. En ese sentido, ahí ya hay una acción remota del mal que proviene del
pecado original”, relata.
Oraciones
de liberación
Así,
en estos procesos de acompañamiento pastoral se realiza, en primer lugar, una
entrevista “para conocer la vida y la historia” de la persona en concreto: “El
discernimiento se hace siempre buscando una explicación natural, no una
extraordinaria. Después realizamos oraciones de liberación, para comprobar si
hay un mal espiritual observando sus reacciones”.
“Algunas
de esas reacciones pueden ser equívocas; por ejemplo, cuando la persona empieza
a gritar, temblar o agitarse. Estas manifestaciones pueden venir provocadas por
emociones reprimidas que salen, respuestas a heridas emocionales que no están
sanadas. En ese sentido, nos ayudamos también para discernir consultando a
psiquiatras y psicólogos. Si no se tiene experiencia en este campo, uno puede
fácilmente equivocarse viendo una manifestación diabólica en algo que no lo
es”, apunta.
Aversión objetos religiosos y a los
sacerdotes
Para
hablar de “posesión demoníaca” deben darse “reacciones físicas y aparecer otros
elementos, como la aversión a objetos religiosos, el rechazo al sacerdote,
escupir, blasfemar… Esto ya indica que puede haber algo más, algo distinto”. En
la posesión, “la persona pierde el control de su cuerpo, sometido al control
despótico del diablo. En esos instantes, la persona no es
ella en sí misma, es el demonio el que se mueve, habla y mira a través de la
persona; y es una mirada terrorífica”.
“El
control demoníaco es temporal y afecta únicamente a las esferas física y
psíquica; el alma está a salvo. Estas víctimas pueden incluso hacer vida
normal, pero el demonio las posee en determinados momentos y en ellas se
produce un eclipse de consciencia. Por esa razón, lo habitual es que después no
recuerden nada de lo sucedido”, indica Toraño.
El
exorcismo, señala el profesor de la Universidad San Dámaso
es un proceso “que libera a la persona del mal que padece, que al final conlleva
su sanación”. En ese sentido, Toraño hace hincapié en que el
demonio “siempre entra, como dice san Ignacio de Loyola, por nuestra parte
débil, por las heridas no sanadas. Si no se produce un proceso
de sanación paralelo al de liberación, a veces, de hecho, no se produce un
avance en esta última”. Por ello, “suele ser recomendable en estos procesos una
terapia psicológica con un profesional que conozca la fe, las cuestiones
espirituales; o que, al menos, no esté en contra de ellas”.
Obsesión
y vejación demoníaca
Además
de la posesión, Toraño afirma que existen otras dos formas de acción directa
del demonio sobre una persona: “la obsesión y la vejación demoníacas”.
En la segunda se produce “un ataque físico al cuerpo de alguien”, que se
manifiesta “a través de molestias físicas inexplicables, como moratones o
señales de mordiscos en el cuerpo”. A veces, incluso, “esas molestias afectan
al ámbito sexual, con personas que llegan a sentir realmente una penetración,
por ejemplo. Hay quienes experimentan palizas, olores nauseabundos o dolencias
físicas que no se solucionan. Con estas últimas manifestaciones hay que tener
cuidado, porque pueden tener un origen explicable, como un mal diagnóstico
médico”.
“En la obsesión
demoníaca la persona es atormentada en su psique. Aparecen
continuamente pensamientos obsesivos inexplicables contra sí misma y contra los
demás. Es un gran tormento, un ataque a la mente con pensamientos muy
negativos, violentos y desagradables sobre suicidarse o matar a alguien. Esos
pensamientos no provienen de la víctima y no la dejan en paz. También ocurre en
los sueños, porque hablamos de un ataque a la psique, a través de pesadillas
con imágenes horrendas: sangre, caras y figuras de diablos...”, aduce el
exorcista madrileño.
La Virgen María, “esencial” en los
exorcismos
En
un exorcismo, es de carácter “esencial” recurrir a la Virgen María, apunta
Toraño: “María es la gran intercesora y quiere cuidar a sus hijos. En el
ritual, lo primero que se hace es pedir su intercesión y la de los santos. Ella
es auxilio de los cristianos y consuelo de los afligidos. De esta manera, si la
persona se acoge a la Virgen, ella le protege y le acompaña en el proceso de
liberación, que en bastantes ocasiones es largo”.
“María
es la llena de gracia, llena del amor de Dios, llena de Espíritu Santo, llena
de humildad. El demonio no puede soportarla porque el pecado diabólico
fundamentalmente es la soberbia. De hecho, en los exorcismos, el demonio dice
muchas veces a través de la persona poseída «¡Yo soy Dios!» y exige nuestro
sometimiento a él”, asevera.
Así,
“mientras que Satanás quiso y quiere ser dios contra Dios, María, por su parte,
es humilde”. Por eso, “al final del exorcismo se reza el Magnificat, que
muestra cómo la humildad de María vence al soberbio. La Inmaculada se
representa habitualmente, recordémoslo, aplastando a la serpiente”.
Fuente: ReligiónConfidencial