Francisco dedica la Catequesis de este miércoles para hacer una reflexión sobre su reciente viaje a Hungría donde ha estado 3 días visitando al pueblo húngaro
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Ha hablado de las fuertes raíces del pueblo
húngaro, pero también de la peligrosa persecución de la mundanidad, provocada
por el consumismo.
Son dos las imágenes que el Pontífice ha
querido proyectar para reflexionar acerca de su último viaje a Hungría: las
raíces y los puentes.
Las raíces: la fuerza frente a la persecución
comunista y nazi
“He visto mucha gente sencilla y trabajadora
custodiar con orgullo el vínculo con las propias raíces. Y entre estas raíces
están sobre todo los santos: santos que han dado la vida por el pueblo, santos
que han testimoniado el Evangelio del amor, y que han sido luz en los momentos
de oscuridad” ha explicado el Papa ante los fieles presentes en la Plaza de San
Pedro.
Y hablando de raíces, el Papa también ha
explicado que las sólidas raíces cristianas del pueblo húngaro han sido puestas
a prueba. “Su fe, fue probada por el fuego”. Y es que durante la persecución
atea del siglo XX los cristianos fueron golpeados violentamente, con obispos,
sacerdotes, religiosos y laicos asesinados o privados de la libertad. Y
mientras se intentaba talar el árbol de la fe – asegura el Papa – “sus raíces
permanecían intactas: se mantenía una Iglesia escondida, pero viva, fuerte, con
la fuerza del Evangelio”. Además, el Papa recuerda que esta última persecución
comunista fue precedida de la nazi, con la trágica deportación de mucha
población hebrea, “pero en ese atroz genocidio muchos destacaron por la
resistencia y la capacidad de proteger a las víctimas, y esto fue posible
porque las raíces de la vida juntos eran firmes”.
También hoy el pueblo húngaro se enfrenta a
otra persecución
El Pontífice ha subrayado que también hoy la
libertad está amenazada, “sobre todo, con los guantes blancos, de un consumismo
que anestesia, por lo que nos conformamos con un poco de bienestar material y,
olvidando el pasado, se “flota” en un presente.” Se trata – ha dicho – “de la
peligrosa persecución de la mundanidad, provocada por el consumismo”: “Cuando
lo único que cuenta es pensar en sí y hacer lo que se quiera, las raíces se
ahogan”. Y esto – asegura – “es un problema que tiene que ver con toda Europa,
donde dedicarse a los otros, sentirse comunidad, sentir la belleza de soñar
juntos y crear familias numerosas está en crisis. Toda Europa está en crisis”.
Construcción de puentes: desafío hoy
irrenunciable para todos
Después de las raíces la segunda imagen que ha
proyectado el Papa con “los puentes”. “Budapest – explica – nacida hace 150
años de la unión de tres ciudades, es célebre por los puentes que la atraviesan
y unen las partes. Esto ha recordado, especialmente en los encuentros con las
autoridades, la importancia de construir puentes de paz entre pueblos diversos.
Hermoso, en este sentido, el puente humanitario creado por tantos refugiados de
la cercana Ucrania, que he podido encontrar, admirando también la gran red de
caridad de la Iglesia húngara”.
Francisco ha afirmado que Hungría está muy
comprometida en la construcción de “puentes para el mañana”: “Su atención por
el cuidado ecológico – y esto es algo muy, muy bonito de Hungría, el cuidado
ecológico – y por el futuro sostenible, es grande, y se trabaja para edificar
puentes entre las generaciones, entre los ancianos y los jóvenes, desafío hoy
irrenunciable para todos”.
Por último, reflexiona acerca de los otros
puentes que la Iglesia está llamada a tender hacia el hombre de hoy, “porque el
anuncio de Cristo no puede consistir solo en la repetición del pasado, sino que
siempre necesita ser actualizado, para poder ayudar a las mujeres y a los
hombres de nuestro tiempo a redescubrir a Jesús”. Finalmente, recordando con gratitud
los hermosos momentos litúrgicos, la oración con la comunidad greco-católica y
la solemne celebración eucarística con tanta participación, recuerda “la
belleza de crear puentes entre los creyentes”.
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