En Hungría, país que visita el Papa Francisco del 28 al 30 de abril, se encuentra el Santuario de Máriapócs, que resguarda la réplica de una imagen mariana que derramó lágrimas de manera milagrosa como su ícono original.
Ícono original de la Virgen de Máriapócs. Crédito: opusdei.org |
La Prelatura del Opus Dei indica
que la imagen fue elaborada en el siglo XVII por el pintor Stefan Pap. Fue
mandada a hacer por un cristiano que logró escapar de los turcos. La pintura
fue colocada en la parroquia de Máriapócs hasta que empezaron los hechos
sobrenaturales.
Según el sitio web del Jubileo de la Misericordia,
del 4 de noviembre al 8 de diciembre de 1696, de los propios ojos de la Virgen
salieron lágrimas. Esto causó gran conmoción entre los fieles, y desde entonces
el lugar se convirtió en un centro de peregrinación.
No
obstante, el emperador Leopoldo I ordenó que el ícono fuera llevado a Viena, y
se le instaló en la Catedral de San Esteban. En este lugar permanece hasta
nuestros días.
Los
fieles húngaros quedaron muy tristes porque sintieron que se les había quitado
algo muy valioso. Es así que se les colocó una réplica de la imagen mariana en
el Santuario de Máriapócs. Más adelante, el milagro volvió a repetirse con el
nuevo ícono.
El 1, 2 y 5 de agosto de 1715 la réplica de la imagen de la Virgen María
también empezó a llorar. Lo mismo sucedió siglos después, en diciembre de 1905.
Se dice que en esta última ocasión derramó lágrimas por casi un mes.
Los santos acudieron a ella
En 1955 la imagen original en Viena fue visitada por San Josemaria Escrivá,
fundador del Opus Dei. El santo le imploró su auxilio para los “países del
Este” sometidos por el comunismo. “Sancta Maria, Stella Orientis, filios
tuos adiuva!” (Santa María, Estrella del Oriente, ayuda a tus hijos), le
rogó.
El sacerdote, además, la nombró “Estrella de la mañana” o “Estrella de
Oriente” (Stella Orientis) y difundió la devoción a esta imagen mariana
con esta advocación.
Posteriormente, en 1991, San Juan Pablo II visitó el Santuario de Máriapócs, Hungría,
donde está la milagrosa réplica, resaltando la importancia del rezo del Ángelus
y la victoria del cristianismo sobre aquellos que intentan destruirlo.
Por Abel Camasca
Fuente: ACI